La imponente Mallorca, la volcánica Santorini, las magníficas Córcega y Cerdeña, la diminuta Porquerolles y la sofisticada Capri. Malta, Chipre y Sicilia. Estas son algunas de las islas mediterráneas que el reconocido sumiller Enrico Bernardo ha recorrido en pos de los mejores vinos de este mar. El resultado del periplo es una guía exclusiva, recopilada en un libro-joya: Wine & Travel, Mediterranean Islands (Assouline).
Aunque todas las islas tienen en común el mar centelleante que las rodea, los vientos que las moldean y un sol a veces despiadado, cada una es un microcosmos. Cada una tiene sus paisajes magníficos, sus costumbres ancestrales, su gastronomía característica y por, supuesto, sus vinos. Algunos llevan siglos haciéndose de la misma manera. Como en Santorini, donde se produce el vin santo; un vino dulce procedente de la tierra volcánica de esta isla griega, cuya elaboración implica el secado de las uvas durante dos semanas. En Santorini, precisamente, Enrico Bernardo recibió el título de mejor sumiller del mundo, en 2004.
Hace más de dos mil años los cananeos, los fenicios y los griegos empezaron a desarrollar la viticultura en el Mare Nostrum
Aunque los primeros restos arqueológicos vinculados al vino se encuentran en Georgia, hace más de dos mil años los cananeos, los fenicios y los griegos empezaron a desarrollar la viticultura en el Mare Nostrum. Desde entonces, esta bebida forma parte de nuestra cultura. Desde hace siglos, en esta parte del mundo el vino es esencial tanto en los ritos religiosos como en las reuniones sociales.
El viaje de Enrico Bernardo se inicia en Mallorca, donde, explica, hay dos denominaciones: Binissalem y Pla i Llevant. El sumiller ensalza el bouquet de los tintos mallorquines, a la altura, dice, de sus paisajes. Después, recala en Porquerolles, la mayor de las Îles d'Hyères, en la Costa Azul. La isla forma parte del parque nacional marino de Port-Cros y en su tierras se producen: “Vinos blancos muy puros, tintos refrescantes y festivos rosados”, como describe el autor.

En Dalmacia (Croacia), las viñas suelen crecer en taludes junto almar
Las siguientes paradas son Córcega y Cerdeña, donde existe una cultura muy arraigada alrededor del vino, además de una importante producción. Y es que ambas son islas grandes, con paisajes muy variados, lo que hace que la variedad de caldos también sea muy interesante. Para Bernardo los vinos corsos: “Están enriquecidos con aromas intensos de su vegetación de interior: anís, mirto, orégano, albaca dulce y menta”.
Y si en Córcega nació Napoleón, en la isla de Elba pasó un exilio. Ubicada en el parque nacional del mar Tirreno, es otro destino de Bernardo. El sumiller alaba sus aguas cristalinas y su Vermentino y recuerda que Napoleón achacaba al consumo de este vino la fuerza y la buena salud de los habitantes de la isla.

2. Una casa de campo rodeada de viñedos en la isla de Elba
El vino fue la bebida favorita en la antigua Roma y, como tal, se propagó por todo el vasto imperio romano. En Sicilia, la mayor isla del Mediterráneo, el autor sin duda ha disfrutado mucho catando “la explosión de sabores” que se manifiesta en los vinos de esta tierra. Algunos de ellos son caldos muy antiguos, procedentes de vides cultivadas a los pies del Etna. En la pequeña isla de Capri, los vinos se disfrutan en compañía, contemplando la vista desde lo alto; como el grupo retratado por el Slim Aarons, cuyas imágenes se incluyen en este libro.
Isqhia, las islas Eólias, Pantelaria, Malta, Chipre y varias islas de Croacia y Grecia son otros de los destinos fotografiados y detallados en este singular libro. Un viaje de sol y lujo mediterráneo por playas, pueblos y casonas, montes, olivares y viñedos. El resultado: una exhaustiva y exquisita selección de vinos, maridada por paisajes únicos.

Portada de 'Wine & Travel Mediterranean Islands'
Wine & Travel, Mediterranean Islands — Enrico Bernardo
Editorial Assouline — www.assouline.com