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Por qué todos necesitamos un plan B

Escuela de vida

Aunque nadie piensa en el plan B hasta que el plan A se viene abajo, siempre es buena idea no tener todos los huevos en el mismo cesto

Lo dice la psicóloga Silvia Congost, el escritor y viajero Gabi Martínez y Miguel Navarro, el fundador de Productividad Feroz

Aunque nadie piensa en el Plan B hasta que el Plan A se viene abajo

Getty Images

Cuando la NASA se preparaba en 1969 para enviar a Neil Armstrong y Buzz Aldrin a la Luna, tenía en la recámara más de 100 planes de contingencia. Uno de ellos era un discurso listo para ser leído por el presidente Nixon en caso de que los astronautas quedaran atrapados en la Luna. El texto comenzaba así: “El destino ha decretado que los hombres que fueron a explorar la Luna se queden allí a reposar en paz”. El penúltimo párrafo del discurso era emotivo: “Otros seguirán sus pasos y con el tiempo encontrarán el camino de regreso a casa. Pero estos hombres fueron los primeros, y seguirán siendo los primeros en nuestro corazón”. Sin embargo, los astronautas volvieron sanos y salvos y el discurso acabó en el baúl de los recuerdos, aunque el mensaje siga ahí: incluso para alcanzar las estrellas, es conveniente tener un plan B.

Disponer de un plan B puede ser un salvavidas en caso de no superar la nota de corte que exige cada facultad para estudiar una carrera universitaria en concreto. Pero también en el ámbito laboral, para no depender tanto del trabajo actual y disponer de alternativas. Y, por supuesto, en vacaciones por si un hotel no respeta la reserva o una aerolínea vende más pasajes que asientos disponibles.

Disponer de un plan B puede ser un salvavidas

El problema de los planes B es la pereza que da salir de la zona de confort, adelanta Silvia Congost, una psicóloga que acostumbra a llenar hasta la bandera los teatros donde imparte conferencias acerca de la dependencia emocional, la autoestima y las relaciones personales.

La principal razón por la que muy pocas personas tienen planes B, señala Congost, es lo poco que le gusta al cerebro gastar energía para salir de la rutina. No obstante, “lo inesperado forma parte de la vida y llegará aunque no queramos, por mucho que pensemos que estaremos con nuestra pareja para siempre, que siempre tendremos dinero en el banco o que nuestro cuerpo no envejecerá”, explica.

Silvia Congost, una psicóloga que imparte conferencias acerca de la dependencia emocional, la autoestima y las relaciones personales

Cedidas por Silvia Congost

Visto con esos ojos, “el plan B no tiene necesariamente que ser una opción en concreto, sino que nos puede bastar con saber que tenemos más opciones o que eso que perdimos no era tan imprescindible para nosotros y para nuestra vida, y que siempre hay más caminos donde podernos reinventar las veces que haga falta”, explica.

A partir de ahí, cada plan B tiene su maestrillo. En el caso de Gabi Martínez, un escritor que ha publicado libros de viajes traducidos a diez idiomas y que ya en 2005 fue seleccionado como uno de los cinco autores más representativos de la nueva narrativa española, su plan A es viajar en breve a los Estados Unidos y el B escaparse en cuanto le sea posible a la frontera con México para salir al encuentro del correcaminos y, luego, de la pantera de Florida.

Según Martínez, los planes B forman parte de su vida desde el momento en que viajar ser convirtió en su gasolina existencial. De hecho, Martínez se divorció por la huella que le dejó un plan B. Ocurrió en Pakistán. “Hasta ese momento, solamente escribía libros basados en ideas mías. Pero apareció una editora que me habló de una historia que pasaba en Pakistán que acabó cambiando mi vida”, desvela en relación a su libro Sólo para gigantes (Alfaguara).

Una mañana de verano, la policía encontró el cuerpo del zoólogo Jordi Magraner en su casa del Hindu Kush pakistaní. Había sido asesinado. Magraner, de origen valenciano pero criado en Francia, llevaba quince años en las montañas buscando al Yeti pero, sobre todo, viviendo en el paraíso que siempre había soñado. Gabi Martínez se interesó por esta historia y viajó hasta Pakistán, sin sospechar que pasaría tanto miedo como para temer por su vida.

Gabi Martínez, un escritor que ha publicado libros de viajes cuenta que los planes B forman parte de su vida desde el momento en que viajar

Cedida por Gabi Martínez

“¿Cómo cambió mi vida aquel plan B? Bueno, yo hasta entonces tenía miedo a volar, aunque escribía libros de viajes, y recurrentemente sentía un dolor muy fuerte en el estómago que no sabía bien de dónde venía, pero que me dejaba doblado. También estaba casado. Pero después de ese viaje me separé, me desapareció el dolor de estómago y perdí el miedo a volar”, contesta.

“Este plan B me sobrevino –sigue contando– cuando pensé que me iban a asesinar. Fue entonces cuando la idea que tenía de lo que era el estrés se me vino abajo, hasta quedar minimizada ante la perspectiva de una muerte auténtica. Cuando reparé en que me podían matar, todos mis fantasmas y miedos se diluyeron y se me abrió la posibilidad de tener una vida nueva”.

“Es necesario estrujarse la cabeza para definir un plan B: no para huir, sino para recordarte que siempre hay opciones”

Miguel Navarro,CEO y fundador de Productividad Feroz

El otro plan B que todavía guarda en la retina Martínez le abrió las puertas al que sería “el viaje de mi vida”, indica en relación a Sudd (Alfaguara), un periplo a las entrañas del instinto que realizó en compañía del fallecido Agustí Villaronga, el director de cine mallorquín. “Nosotros queríamos entrar por el sur del país, para recorrer el Nilo, pero no pudimos por la guerrilla y las facciones que combatían en Sudán y Uganda, por lo que improvisamos un plan B que acabó siendo todavía mejor que el A”, recuerda. “Me pasó algo parecido en un viaje en el que tenía pensado escribir sobre la costa china pero en el que, tras conocer a Wang, un joven del interior del país que jamás había visto el mar, decidí incluso cambiar el título del libro, para titularlo Los mares de Wang”, concluye.

Por lo que respecta a Miguel Navarro, el CEO y fundador de Productividad Feroz, la escuela de desarrollo personal líder en España, señala: “es necesario estrujarse la cabeza para definir un plan B: no para huir, sino para recordarte que siempre hay opciones. Cuando tienes presente esto, te das cuenta de que ya no tienes que soportar nada que no quieras aguantar”.

Miquel Navarro tiene una escuela de desarrollo personal líder en España

Cedida por Miguel Navarro

“Hace unos años  –comienza a contar este alicantino– colaboraba con una empresa. Dedicaba tres o cuatro días al mes a ese proyecto, y ganaba (limpio) más de seis cifras al año. En ese momento era una fuente de ingresos importante para mí. Y no solo eso, sino que me daba una visibilidad y una exposición pública que también me ayudaba a todos los niveles. Y ojo, que además lo disfrutaba”, reconoce. No obstante, tras permanecer ocho años allí, la falta de sintonía con la dirección de la empresa estaba haciéndosele insostenible. “Pero claro, mi miedo a dejar 'esa oportunida' era enorme... En gran medida, sentía (porque no era real, pero yo me lo creí) que mi nivel vida, mi estatus, incluso mi felicidad, dependía de seguir allí. Pero era una falsa dependencia”, reconoce a toro pasado. “Fue entonces cuando reparé en que necesitaba un plan B”, confiesa. “Pero cuando cogí libreta y boli y definí la alternativa, el miedo al cambio desapareció”.

Ahora bien, a Navarro le hubiese gustado tener esa misma reflexión unos cuantos años antes. “Yo estudié Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos. Hice dos másteres. Hice el doctorado. Ahora no me dedico profesionalmente a nada de eso. Pero recuerdo perfectamente el sufrimiento que padecí en esa época de estudiante por creer que no había otra opción. Que era eso o nada. Que era conseguirlo o directamente fracasar”, rememora.

“Menos mal que la vida te enseña que nada es tan dramático. Por eso, es mejor anticiparse y explorar todas las alternativas”, concluye.