Del gesto de compartir un pastel nació el bolso estrella de Weekend Max Mara. Hoy viaja hasta España para honrar sus tradiciones con el nuevo Pasticcino Bag Spanish Heritage
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En varias regiones de Italia se conserva la tradición de llevar pasteles en una bolsa para compartirlos con familiares y amigos en días especiales. Una costumbre que construye parte de la identidad italiana y que inspiró la historia del bolso más icónico de Weekend Max Mara: el Pasticcino. Una palabra que se traduce como pastelito y que la firma nacida en Turín le dio forma de bolso fruncido en la parte superior, simulando el efecto de agarrar con la mano una bolsa de papel. Un modelo que nació en el 2016 y que, casi una década después, se ha convertido en uno de los bolsos más rentables de la casa de lujo.
Tal fue su éxito que, con el tiempo, decidieron ir un paso más allá y emprender en el 2022 un apasionante viaje para honrar la excelencia artesanal de distintas regiones del mundo. Un proyecto artístico llamado Pasticcino Bag World Tour con el que buscaban reformular el bolso a través de técnicas tradicionales originarias del lugar.
La tradición italiana de llevar pasteles en una bolsa inspiró a la creación del bolso Pasticcino
En su primera parada homenajearon a los artesanos de Venecia, sus tejidos y su tradición en el arte del vidrio. La segunda edición celebró el savoir faire francés, destacando el encaje Guipur. En el 2024 llegaron hasta Japón, a Kioto, donde reformularon el bolso con tejidos de seda que se utilizan para la confección de los kimonos.
Este año aterrizan en España para rendir un homenaje a la arraigada tradición de la marroquinería española y a la antigua técnica del damasquinado. Para crear el Pasticcino Bag Spanish Heritage, Weekend Max Mara ha recurrido al trabajo del artesano Rafael Varo Atalaya, de Cueros Ghadamés, quien aporta más de 30 años de experiencia al oficio.
Cada pieza se pinta y pule a mano, lo que da lugar a matices únicos e irrepetibles
Los bolsos están fabricados con cuero de alta calidad y se someten a un proceso de elaboración basado en la tradición centenaria de la artesanía cordobesa. Cada pieza —que se presenta en varios colores— se pinta y pule a mano, lo que da lugar a matices únicos e irrepetibles.
Los cierres esféricos del Pasticcino se reinventan como elementos decorativos mediante la técnica del damasquinado, en la que se incrustan cuidadosamente oro y plata en acero grabado. Cada esfera atraviesa un proceso de acabado en varias etapas, que se sellan con una laca protectora.
Un legado de artesanía tradicional que regenta el histórico taller Manufacturas Anframa, con sede en Toledo, líder mundial en la creación de productos damasquinados.