Graduada en la Parsons School of Design de Nueva York y con un perfil profesional vertiginosamente multidisciplinar (ha sido diseñadora gráfica, directora de arte y estilista. Y escaparatista, diseñadora de interiores y cool hunter) Vicky Metzger decidió hace unos años (pocos) ir a la esencia de su propia creatividad. Creo su propia firma de joyas. Ligeras. Fáciles de llevar. Difíciles de olvidar. Son piezas vividas que crea desde una mirada muy personal e introspectiva. “Haber vivido en varios países siempre desde la curiosidad y creatividad, avala una mirada amplia, segura e internacional”, explica esta joyera nata que desde su pequeño taller de la calle Xuclà, en el corazón mismo de la Barcelona vieja, ha atrapado a clientes de los más diversos lugares del mundo y ha enamorado especialmente a coreanos y japoneses. Y que vende como nadie en Nueva York y Los Ángeles.
Desde su pequeño taller de la calle Xuclà, en el corazón mismo de la Barcelona vieja, ha atrapado a clientes de los más diversos lugares del mundo
Sus joyas son distintas. Fácilmente reconocibles. Trabaja los materiales e identifica las piedras y sus tonos con la facilidad de la que solo son capaces los grandes. Lo que comenzó siendo una niña en la admiración por las piezas que confeccionaba su padre, un gran amante de la joyería que la inició en el conocimiento de gemas y metales, y siguió con una colección de piezas textiles que confeccionaba como divertimento, se ha convertido ahora en su verdadero oficio. Cuando no está seleccionando piedras o metales para acompañarlas, Vicky Metzger pasa el día entero en su taller elaborando sus joyas únicas. “Todas a mano”, revindica. “Todas hechas con el mimo y la exclusividad de los artesanos de antaño”, recalca.
Graduada en la Parsons School of Design de Nueva York, desde hace unos años decidió invertir todo su talento creativo en su propia marca de joyas
El resultado son joyas con alma de simplicidad etérea y totalmente atemporales. Joyas que embellecen, son fáciles de llevar, ligeras, musicales, que quieren diferenciarse con elegancia, personalidad y originalidad. Y todas con una historia, una leyenda que contar.
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“Me fascinan las piezas etruscas y la cultura antigua siempre es, de alguna forma, mi principal fuente de inspiración”, explica esta artesana que trabaja en plata y en plata, en bronce y latón chapados en oro de 18 y 24k. Un oro que siempre es mate. Siempre. Porque es el que más le recuerda esa época etrusca que tanto adora y busca perpetuar.
” Lo que haces debe tener una profunda relación contigo mismo y todas mis piezas la tienen”, explica esta creadora que siempre apoya su estética en sentencias que para ella van a misa como “la simplicidad es la sofisticación definitiva” que decía Leonardo Da Vinci o “no es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación. No es la ropa, es la clase”, que sostenía Coco Chanel. O las suyas, sus propias sentencias, como “la diferencia entre lo ordinario y lo extraordinario es solo ese pequeño extra” o “en un mundo lleno de tendencias quiero seguir siendo un clásico”. Lo dicho. Joyas únicas de una creadora que también lo es.
