Wempe celebra su cuarto de siglo en Madrid con joyas exclusivas y un guiño al oso y el madroño

Historias del tiempo

Especialista desde 1878, la firma internacional ha editado un reloj y una pulsera de diamantes de edición limitada de solo veinticinco piezas disponible en su boutique de la calle Serrano, en el barrio de Salamanca

La oferta comercial de Wempe Madrid incluye 18 primeras marcas suizas entre ellas Cartier IW y Panerai

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Wempe

Gerard D. Wempe comenzó con ochenta marcos en el bolsillo y la obsesión de crear su propio taller de relojería. Era el año 1878 cuando, en los bajos de la casa de su tía Caroline, en Elsfleth, arrancó con la compraventa de relojes de segunda mano. Poco podía imaginar el negocio superinternacional que hoy dirige su bisnieta Kim-Eva Wempe. Ni que también ella compraría (en el 2005) el observatorio astronómico de Glashütte donde se forman los nuevos talentos y desde el 2006 se fabrican cronómetros fiabilísimos. Los Wempe Chronometerwerke Glashütte i/SA y Wempe Zeitmeister Glashütte i/SA que llevan orgullosos el nombre de la familia.

Pero llegar hasta aquí no ha sido fácil. El primer Wempe comenzó en una época crítica y en un lugar dífícil (Elsflet, dedicada a la construcción de veleros, asistía perpleja a la eclosión de los barcos de vapor), así que tuvo que echar mano de su ingenio. Con escaparates vistosos, una rareza en la época, y un trato optimista y cercano, lo que todavía era menos común, pronto se convirtió en el chico de oro. Gülden Gerd le le apodaron por su éxito. Su negocio no encontraba competencia y comenzó a abrir una importante red de sucursales. Todas cerquita. En Hamburgo.

Gerard D. Wempe comenzó con ochenta marcos en el bolsillo y la obsesión de crear su propio taller de relojería

Pero para cuando ya era el líder indiscutible de la compra y venta de relojes y joyas de la ciudad, la Primera Guerra Mundial se interpuso en sus planes. Su hijo Herbert Wempe asumió la difícil misión de levantar de nuevo la compañía dotándola de una insólita identidad corporativa, de un excelente servicio posventa y de la fabricación de cronómetros propia. Quería ser internacional y competitiva por lo que fomentó además la formación continua de jóvenes en el ámbito de la regulación fina de relojes en el observatorio astronómico de Glashütte, que, ya se ha dicho, hace veinte años compró su nieta.

Todo volvía a ir sobre ruedas, pero llegó un nuevo revés. La Segunda Guerra Mundial. Así que la tercera generación, liderada por Hellmut Wempe, tuvo que comenzar otra vez de cero. Con un empuje insólito a sus 18 años (era el hijo menor de Herbert Wempe, pero, puesto que el primogénito no volvió jamás de la guerra, le tocó asumir muy pronto el mando), ya se atrevió a cruzar la frontera de Hamburgo, llegando primero a Lübeck y a Bremen para luego aterrizar en todas las grandes ciudades alemanas y, ya en 1980, dar el gran salto ¡a Nueva York! ¡La Quinta Avenida!

Joyería Wempe Oldemburgo en el siglo XIX

Joyería Wempe Oldemburgo en el siglo XIX

Wempe

Le siguieron París, Viena, Londres y, hace ya 25 años, Madrid. Lleva ya un cuarto de siglo en el número 58 de Serrano vendiendo las más exclusivas de alta relojería y joyería, así como las propias que ahora celebra con una doble edición especial. Un reloj y una pulsera de diamantes (solo 25 piezas de cada una) con un guiño, claro, al oso y al madroño.

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