El pasado jueves, el Grand Palais Éphémère bajó el telón de 'Virgil Abloh: The Codes', una de las exposiciones más inspiradoras —y simbólicas— de la temporada parisina. Más que una retrospectiva, fue un mapa mental: un recorrido por las estructuras de pensamiento de un creador que entendió la moda como un sistema conceptual.
Abloh (1980–2021), diseñador, arquitecto y DJ, nunca quiso vestir cuerpos: vestía ideas. Cada sneaker (Nike, su marca fetiche), cada tipografía, cada comilla formaba parte de un lenguaje nuevo, un sistema de signos que redefinió cómo pensamos la moda. Se podría decir que fue el “Roland Barthes” del siglo XXI.
El arquitecto del pensamiento
Formado en Ingeniería Civil y Arquitectura por la Universidad de Chicago, Virgil Abloh trasladó la lógica estructural de estas disciplinas al diseño textil. Su fascinación por el Pabellón de Barcelona, de Mies van der Rohe y Lilly Reich, erigido en 1929 para la Exposición Internacional de la ciudad Condal, fue decisiva; allí comprendió que la belleza no consiste en ocultar, sino en mostrar cómo algo está hecho. Esa idea —la estructura visible como símbolo de honestidad y pureza, aparentemente simple pero conceptualmente profunda— fue uno de los pilares de su lenguaje visual.
Creaciones de moda con el logotipo de Louis Vuitton se exhiben durante la exposición retrospectiva “Virgil Abloh: The Codes”.
En la exposición parisina, uno de los espacios más comentados se titulaba precisamente “Barcelona”. Dentro de él, un bloque de mármol travertino —idéntico al utilizado en el pabellón original de 1929 pero en color naranja— rendía homenaje directo a esa obra maestra del minimalismo arquitectónico. El mármol, iluminado por un foco cenital, actuaba como escultura y como símbolo: la solidez del pensamiento frente a la volatilidad de la moda.
El guiño no era casual. Abloh ya había retomado la estética del pabellón en el desfile de Louis Vuitton Men’s otoño-invierno 2021, reinterpretando sus líneas puras y materiales nobles como una metáfora del equilibrio entre rigor y libertad, tradición y ruptura del universo Vuitton homme hasta ese momento.
El lujo intelectual: pensar antes que decorar
En un mundo saturado de estímulos, Abloh llegó cuando la moda había perdido su relato. Entre la ostentación del lujo tradicional y la inmediatez del fast fashion, propuso una tercera vía: el lujo intelectual. No vendía productos, ofrecía significados. En su universo, una camiseta podía dialogar con Duchamp, unos zapatos con la Bauhaus o un una bolsa acartonada de IKEA podía cuestionar el valor cotidiano de su uso y utilidad. Su lista de colaboraciones fue tan extensa como coherente, siempre con el mismo propósito: devolver contenido y contexto a una industria que parecía haberlos olvidado.
Altavoces con las palabras “knowledge” (conocimiento) e “ignorance” (ignorancia)
En 2018, el grupo LVMH se rindió ante su semiología nombrándolo director artístico de Louis Vuitton homme: un hito no solo por su talento, sino por su simbolismo. Abloh fue el primer diseñador negro en liderar una parte de la histórica maison francesa. Desde allí transformó la pasarela en una plataforma cultural donde el algodón podía ser “mármol” y primer diseñador negro en liderar una parte de la histórica maison francesa. Desde allí transformó la pasarela en una plataforma cultural donde el algodón podía ser “mármol” y el cuero, “acero”. La arquitectura se miraba con otros ojos.
El regreso de Colette: souvenir y manifiesto
Como en toda gran exposición, había una tienda de recuerdos. Pero en The Codes, la sorpresa fue monumental: el regreso efímero de la legendaria Colette de la Rue Saint- Honoré. Durante dos décadas, Colette fue mucho más que una tienda: fue el epicentro cultural donde el lujo y la calle se reconciliaron.
En el Grand Palais volvió a abrir como souvenir store “a la manera Abloh”: mitad galería, mitad boutique, mitad manifiesto. Los visitantes podían adquirir objetos exclusivos, publicaciones y piezas reinterpretadas desde el archivo del diseñador. Más que recuerdos, ofrecía una experiencia: revivir el lugar donde Abloh comprendió que la moda era un lenguaje compartido. Como recordó su fundadora, Sarah Andelman: “Virgil y Colette hablaban el mismo idioma: el de la curiosidad y la mezcla.”
Una visitante observa creaciones de moda exhibidas durante la exposición retrospectiva “Virgil Abloh: The Codes”.
El cheat code generacional
Más allá del streetwear, 'The Codes' reveló que Abloh no diseñó una estética, sino una metodología mental. Su triunfo más silencioso fue haber dejado un lenguaje que todos podemos entender. Diseñaba para su “yo de 17 años”, aquel adolescente que soñaba con entrar en un sistema que no lo esperaba. Su obra en general, fue un cheat code, una llave maestra para hackear la industria desde dentro.
Las marcas españolas más top del momento que lideran la conversación entre la generación Z —Nude Project, EME Studios y TwoJeys— son, en muchos sentidos, herederas naturales de ese código. Fundadas por jóvenes que crecieron en la cultura digital, transformaron la pasión en empresa y la autenticidad en estética. Son la prueba de que el linaje ya no define el talento, la credencial de entrada es la visión.
Virgil entendía el diseño como un acto de remix: una sesión de DJ donde Mies van der Rohe podía convivir con el hip-hop, la Bauhaus con el grafiti o el arte clásico con el streetwear. Esa lógica del sampling borró las fronteras entre el lujo y la calle. Hoy vibra en las propuestas de Nude Project o Scuffers —que mezclan estética vintage, cultura skate y humor digital— y en TwoJeys, que combina el brillo de la joya con la libertad del viaje (una mezcla que incluso Marta Ortega supo detectar en su colaboración con Zara). La yuxtaposición dejó de ser un error para convertirse en método.
Abloh también cambió nuestra forma de mirar. Sus comillas, textos o costuras visibles no eran adornos: eran provocaciones intelectuales. Convertía lo cotidiano en un espacio de reflexión. Esa idea de mostrar el proceso como parte del producto vive hoy en la transparencia de Nude Project —que comparte sin filtros su proceso creativo— y en el lenguaje gráfico de Scuffers o EME Studios, donde el texto se convierte en diseño. Porque, desde Abloh, el valor de una prenda no está solo en el tejido, sino en el relato que la sostiene.
La herida y la herencia
Virgil Abloh murió en noviembre de 2021, a los 41 años, tras una batalla privada contra un angiosarcoma cardíaco, un tipo raro y agresivo de cáncer. Durante más de dos años continuó trabajando en silencio, diseñando y dirigiendo sin hacer pública su enfermedad.
Su muerte conmocionó al mundo de la moda no solo por su juventud, sino por el impacto de su obra. Había logrado la fórmula definitiva: diseño = pensamiento/consumo, algo que la exposición parisina deja muy claro al final de su recorrido.
La muestra terminó, pero su legado sigue más vivo que nunca. Las largas colas para entrar y los sold out de los productos en la tienda de Colette lo confirman: la “arquitectura invisible” de Virgil Abloh sigue sosteniendo la moda del presente.
