Como una planta carnívora. Indómita, agresivamente cautivadora. Definir a Samantha Hudson es un ejercicio de recurrencia al superlativo, agota léxico en el camino. Modelo de pasarela -Dominnico en la 080-, actriz, cantante, activista, y, ante todo, alguien muy normal, aunque ese término dista de su naturaleza: una fuerza poliédrica. Ni ella misma puede definirse al preguntárselo, y le parece perfecto.

Samantha Hudson florece en la galería Al-tiba9
En cambio permanente, Hudson presenta algo sólido, resistente a su fugacidad de luciérnaga: su verdad, su herida. Es en esa honestidad tan punzante, en la que florece Música para muñecas (2025), disco en el que la artista traza una voz electrificada por los estímulos de una ciudad llena de promesas, esas de las que terminan en el alcantarillado. La velocidad se erige como un nuevo dios al que orar con fe renovada y unos tacones bien altos.
Esos mismos tacones que Hudson calza mientras entona, en sus propias palabras, el canto de un cardo que quiere que la traten de flor. Claro que no todo el mundo aprecia la belleza en lo que punza. Al llegar a la galería Al-tiba9, donde nos hemos citado, un ramo de cardos la espera, eso y una casa de muñecas confeccionada por una artesana de pies descalzos y cajones ordenadamente desordenados en el taller Muñecas Ananda. Invitada queda a jugar con nosotros, incluso con muñecas rotas.

Samantha Hudson en la galería Al-tiba9
¿Quién es Samantha Hudson?
Creo que actualmente no te puedo responder a esa pregunta. Y me parece perfecto, la verdad. Siento que un poco así funciona la vida, ¿no? Al menos la identidad. Parece que nos aferramos a una idea porque nos resulta sencilla, asequible, o porque creemos estar en lo cierto con respecto a esas convicciones y luego resulta que no. Y bienvenido sea ese cambio.
Hay que morir muchas veces para vivir plenamente…
Creo que la metamorfosis es la única verdad del ser humano. Y no quisiera estar nunca convencida de quién soy. Pero te digo esto y también te digo que es bastante abrumador enfrentarse a esas cuestiones. Bueno, en el álbum lo hablo, de hecho, con una canción que se llama No sé quién soy precisamente. Resulta difícil, pero termino por creer que en esa incógnita, en esa incertidumbre, o encuentras respuestas provechosas o encuentras nuevas preguntas aún más provechosas que te hacen mirarlo todo con otro prisma.
Encuentro valentía en mis amigas y en la muerte
El interrogante nos hace avanzar después de todo
Sí. La duda es fundamental.
¿Ha perdido la fe en el camino hacía las respuestas o las nuevas preguntas?
No sabría muy bien qué decirte.

Retratos sónicos a Samantha Hudson
En Liturgia explora la confrontación con el abismo y la herida, ¿qué ha encontrado en esa fricción?
Creo que estoy en proceso. Al hacer un álbum parece que arrojas algo contra el mundo, terminas tu obra y te abres en canal como en una especie de diario personal que lanza un mensaje sobre tu imaginario y tus ideas. Pero a día de hoy sigo buscando muchas respuestas en mi propia obra y concretamente en este álbum. Me parece divertido que de repente esa claridad que tuve para hablar de todas esas cuestiones en el álbum, ahora no la tenga ahora mismo. Quién sabe si mañana…
Y, ¿qué busca por ahora?
No sé si hablaría de fe, la verdad. Creo que estoy intentando buscar quizás algo material, no en tanto que frívolo, sino en tanto que físico. Algo que me haga reaccionar, buscar esa fuerza. Pero supongo que sigo creyendo en mí misma, porque sigo creyendo que hago las cosas lo mejor que puedo y eso ya debería ser suficiente. Y sobre todo que siempre contemplo la opción de estar equivocada, ¿no?
No siempre puedes tener fe y no siempre puedes tener claridad mental”

Samantha Hudson en la galería Al-tiba9
En No sé quien soy afirma que ser buena persona no es hacerlo todo bien, es hacerlo todo mal y …
Saber responder. También es difícil saber responder. Estoy en una época de cambios, en cierta manera, comprendo que es parte del proceso. No siempre puedes tener fe y no siempre puedes tener claridad mental. Intento ser amable también con esos estados, aunque a veces me cueste, la fe y la claridad.
¿Le cuesta la desnudez en su música?, ¿seguirá desanudándose?
Creo que he de seguir haciendo lo que me diga el corazón. Quizás ahora estoy en una conversación telefónica con el corazón y alguno de los dos está pasando por un túnel. Y la cobertura no es muy buena. Hay interferencias. Aún así, he de seguir desnudándome hasta llegar al fondo del asunto. O quizás hasta que me canse. De nuevo, creo que es el camino.
Lo trans invita a cuestionar una de las estructuras más rígidas de la sociedad, el género”
¿Podrá seguir su camino en un contexto político cada vez más polarizado y abrasivo?
Las políticas de ultraderecha en nuestro país, están sujetas al contexto de nuestro país, pero es innegable que intentan replicar de alguna manera el modelo trumpista, el modelo milei. Como consecuencia hay un consenso: lo trans es el demonio. Y es porque lo trans invita a cuestionar una de las estructuras más rígidas de la sociedad, el género, una de las pocas verdades aseguradas que tenía la sociedad sobre quiénes son y quiénes somos. Somos un peligro para ellos y ponemos en jaquea el orden establecido, porque lo trans no aborda la totalidad de la sociedad. Cuestiona el género y su construcción colonial así como la clase y eso abre un debate entre esos poderes y élites a las que no le vienen demasiado bien. Somos el chivo expiatorio, la estrategia política, la herramienta para seguir perpetrando las mismas estructuras injustas y las mismas dinámicas violentas que llevamos aguantando, vete a saber cuánto.

Un vino y una copa tamaño muñeca para acompañar la escucha
¿Se ha comedido en los últimos años frente al auge de estos poderes?
No creo que me hayan comedido. Frente a un mundo polarizado donde el formato de las redes sociales parece haberse trasladado también a la realidad, síntesis absurda, el tiempo se ha acotado muchísimo y parece que tienes que tener una respuesta clara, una pulcritud discursiva al 100%, donde ya no hay un margen para el equipo, para la duda, para construir en torno a eso. Todo ha de ser A o B, blanco o negro, sin contemplar una escala de grises, en la mayoría de ocasiones.
¿En qué posición se encuentra?
Estoy en un momento de tomar distancia, dar un paso atrás e intentar esclarecer también todas esas cuestiones para no actuar en falso y, sobre todo, también para protegerme a mí misma, ante el vicio de pedir la virtud de no dar... Y no es que yo me censure ni me mantenga callada, siempre intento arrojar mi visión, que mi visión sea lo más crítica posible, no por presión, sino porque creo que es una responsabilidad para conmigo misma y para con los demás. Esa responsabilidad requiere de una introspección, un diálogo con mis amigas, con gente que está militando, con personas de las que valoro su opinión.

Un ramo de calas, cardos y claveles. Un ramo de belleza punzante
¿Qué descubre en su vulnerabilidad?
Mi imagen pública ha sido siempre de una persona muy fuerte, muy estoica, aguantando las tempestades de un mundo hostil e injusto, pero nunca me había preguntado cómo me ha hecho sentir. Creo que restarme importancia es algo fundamental, ¿no? Comprender que nadie ocupa un lugar tan relevante en el mundo. Y al mismo tiempo sí, pero tomar esa distancia… es un ejercicio que ahora mismo me viene bastante bien.
¿Cuál es su relación con esa herida?
Tal vez la ternura. Aprender a tratarme a mí misma igual que he tratado a todas mis amigas. Desde que tengo 15 años, al haberme expuesto a tantas cosas para las que quizás no estaba del todo preparada, escondí todo debajo de la alfombra. Pero evitar el conflicto con una misma no significa hacer desaparecer el conflicto. Es una huida que te lleva toda la vida o que bien puede terminar estrepitosamente antes de lo previsto.
Creo que restarme importancia es algo fundamental”
¿Ha sido la música un espacio en el que explorar ese viaje?
Era la única manera que tenía de afrontar todas esas cosas. Pero llegaba un momento en el que resultaba insuficiente. Al final, buscar de manera inconsciente un caos tan absoluto es una forma de evitar el caos que ya de por sí existe en tu vida, Y me ha funcionado todo este tiempo, me ha resultado muy provechoso, pero ya no podía más.
¿Y qué es lo que ha cambiado?
He cambiado yo. Y mi mirada. Y la manera en la que me miro a mí, mi entorno. Es que claro, tengo 25 años y me estoy convirtiendo en una adulta… también creo que es algo muy divertido que te hagan una entrevista y no saber qué responder. A veces no tienes más respuesta. El mundo es tan raro y da tanto miedo.

Entre fotogramas Samantha Hudson y Sofia Musolas
¿Dónde encuentra la valentía?
Encuentro valentía en mis amigas. Y en la muerte.
Me consuela mucho saber que en algún momento acabaré en una caja de pino igual que todo el mundo. Encuentro mucho consuelo en el olvido, en la intrascendencia. Aunque haya un Mariky Tully, un preocupado por el archivo, por la hemeroteca, que conozca los personajes más underground de toda la historia, llegará un momento en el que eso ya no existirá. Para mí, el sentido de la vida me lo dan mis amigas. Y supongo que intentar hacer del mundo un lugar mejor. Dios aprieta pero no ahoga. Pero la verdad, yo ya no me creo nada de eso. Que ni apriete ni ahogue. Que tenga la mano quieta.