Karyn Tomlinson, chef estadounidense, sobre el síndrome del impostor: “Empecé tarde y sin experiencia, por eso dudaba de mí misma”

Querer es poder

A pesar de considerar que llevaba años de desventaja frente a otros colegas de profesión ha conseguido ser premiada por su desempeño en la cocina

Karyn Tomlinson

Karyn Tomlinson

Reconstruir una vida profesional desde cero obliga a cuestionarlo todo. Karyn Tomlinson, que llegó a los fogones más tarde que la mayoría, lo vivió desde dentro. Su entrada en el mundo de la cocina no fue el resultado de una vocación temprana ni de una trayectoria ascendente típica. Tampoco contaba con experiencia previa en hostelería ni con años de formación acumulada.

Aun así, decidió dejarlo todo para comenzar de nuevo, esta vez entre cazuelas y cuchillos. Ese punto de partida marcó profundamente su percepción sobre su lugar en la cocina.

Testimonio sincero

Así se comienza desde cero

La propia Tomlinson ha explicado que su recorrido arranca en la veintena, cuando otros cocineros de su entorno ya acumulaban años entre bastidores. Muchos, según recuerda, llevaban desde los 14 años fregando platos o ayudando en restaurantes familiares.

Frente a eso, ella se sentía sin referencias. “Empecé a cocinar profesionalmente a mediados de mis veintitantos, algo tarde comparado con otros”, señala. Esa diferencia de base alimentó durante mucho tiempo una sensación persistente de no estar a la altura.

Aunque siempre se sintió preparada para asumir nuevos retos, lo que fallaba era la memoria muscular, el instinto técnico, ese conocimiento automático que se adquiere solo con el tiempo y que, en su caso, aún estaba por construir. “Sabía que era inteligente y tenía mucha iniciativa, pero no tenía la misma memoria muscular ni años de experiencia; no era tan astuta”, apunta. Esa inseguridad se agudizó en los entornos más exigentes, como cuando empezó a trabajar en restaurantes de alto nivel donde todos los gestos estaban medidos al milímetro.

El cambio de mentalidad no fue inmediato. Aprender a confiar en sí misma implicó exponerse, asumir que no sabía ciertas cosas y permitir que otros le enseñaran. “Tuve que desarrollar mi confianza en cada puesto. Y con el tiempo, todo eso se acumula, pero requiere humildad”, explica. En su relato, no esconde que le costó aceptar la idea de pedir ayuda, sobre todo cuando la persona que tenía la respuesta no le generaba confianza o simpatía.

Mirando atrás, reconoce que aquella etapa fue decisiva. La inseguridad inicial no desapareció de golpe, pero sí se fue debilitando con cada nueva experiencia. Su victoria en los premios James Beard le permitió ver con otra perspectiva ese recorrido, uno en el que, según recuerda, “aunque no sepas algo, puedes aprender, y no importa si aún no lo sabes”.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...