Verano 1993, la película que, hace ocho años, significó la revelación internacional de Carla Simón (Barcelona, 1986), arrancaba al día siguiente de la muerte de su madre, que contrajo sida por consumo de heroína, lo mismo que su padre, fallecido cuatro años atrás. Más adelante, amplió la crónica de su familia materna con Alcarràs (2022), sobre el último verano de un clan de recolectores de melocotones. Romería, que también transcurre en verano, nace finalmente del momento en el que la propia realizadora, antes de ir a estudiar cine a Londres con una beca, fue a Galicia a conocer a la familia de su progenitor, del que no conserva recuerdo alguno.
La debutante Llúcia Garcia, que acababa de cumplir los dieciocho cuando protagonizó Romería, es Marina, otra proyección ficcionada de la propia cineasta, mientras que el músico de punk-rock Mitch, que no quiere que conste su apellido, da vida a su primo, con el que la joven conecta enseguida. Pero la película se acaba desdoblando entre lo vivido y lo imaginado, y, en una inolvidable fuga poética, Marina acaba conociendo a sus desaparecidos padres. La trilogía familiar de Carla Simón culmina con la imagen revelada de unos padres de los que apenas quedaba rastro.

Gafas de sol Her 0258/G/S de Carolina Herrera cuadradas de acetato de dos capas
A Mitch, que toca en tres bandas de punk-rock –Boston Babies, Escarlata y Análisis–, le costó menos interpretar al padre que al primo, porque “mis dieciocho años no tienen nada que ver con los de Nuno, que serían los catorce o quince míos”. “Ayudé a Mitch a meterse en Nuno y él a mí a ser la madre”, recuerda Llúcia, a la que las directoras de casting captaron cuando “volvía de campamentos con la mochila”. El papel de la madre le quedaba más lejos, porque “decían que era la más moderna de Barcelona”. Simón añade que, cuando estaba localizando, “un señor de Vigo me dijo que mi madre había sido la primera en llevar leggins de leopardo en Galicia”.
Entre el primer casting y el último pasaron ocho meses; me mudé varias veces, trabajé en hostelería, tocaba con mis bandas...”
Para la joven pareja de actores, el doble casting fue como presentarse a un concurso de la tele: “Entre el primer casting y el segundo pasaron seis meses, dos meses más para llegar al último, en ese tiempo yo me había mudado varias veces, trabajado en hostelería, tocado con mis bandas, hasta que supe que me habían pillado para el papel y todo fue maravilloso”, dice Mitch. Garcia comenta admite que pueden parecer “muy distintos, pero los dos venimos de ambientes alternativos, él del punk y yo del movimiento asociativo”. Simón confiesa que lo que la decidió fue verlos bailar juntos: “bailaban de una manera muy rara y magnética, me daban ganas de filmarlos”.

Sombrero de tweed rojo de Chanel y jersey rojo con cuello blanco de La Veste

Traje de Chanel, gafas de sol Her 0288/S de Carolina Herrera cuadradas con bordes redondeados en combinación de colores
Romería es el resultado de un largo proceso que arrancó, antes incluso de llegar a Londres en 2011: “para ingresar en la escuela, nos pidieron un storyboard para un corto, y escribí la historia de tres hermanos que tenían que escoger el vestido de su madre, que acababa de fallecer. Ahí me di cuenta que la familia era algo fundamental para mí. Más adelante, durante la promoción de Verano 1993, todavía creía que la memoria no se podía generar. Hasta que me dije: ¿No soy cineasta? Por supuesto que puedo generar las imágenes de mi memoria. Para eso sirve la imaginación”.
“Cuando te conviertes en madre abres unas puertas a tu propia familia y te sientes obligado a cerrar otras”
Carla Simón contesta a nuestras preguntas entre foto y foto, con Mila, que nació en junio, en brazos, mientras el pequeño Manel, que ya tiene tres años, juega por el suelo del estudio, bajo la vigilancia de Valentí, su padre y pareja de la realizadora desde la etapa londinense. La trilogía familiar se ha ido construyendo en paralelo a la del propio hogar: una casa en la costa a 20 minutos de Barcelona. “Cuando te conviertes en madre abres unas puertas para formar tu propia familia, y al mismo tiempo te sientes obligado a cerrar otras”, comenta la realizadora. “Se remueven muchas cosas del pasado, y empiezas a verlas desde otra perspectiva. Yo me he puesto más en el lugar de mi madre, embarazada y sentenciada a muerte por el VIH sin saber si yo lo iba a tener también hasta que pasaran nueve meses”.

Él: camisa de Yerse. Vaquero gris de Theavant. Ella: vestido de cuero de Sportmax; pulsera tubogas de cinco tiras de J. Grau. Gafas de sol Her 0258/G/S de Carolina Herrera, cuadradas de acetato de dos capas. Silla Gaulino de Oscar Tusquets para BD Barcelona
Más allá de que entonces se conocieran mucho menos los riesgos de la heroína, Simón sugiere que aquella generación, nacida a finales de los años cincuenta, “había crecido en el ambiente represivo de la dictadura. Luego quisieron llevar la libertad al extremo, experimentar con todo y romper con los valores de una sociedad muy conservadora”. También tiene la impresión de que “no se hizo mucho para parar la entrada de drogas en España porque mientras se pinchaban no estaban en política. Es la cara B de la transición, que en teoría fue un periodo muy feliz”.
Ayudé a Mitch a meterse en Nuno y él a mí a ser la madre”
Marcada por la historia de sus padres, ella siempre ha sido muy recatada en materia de drogas: “alguien me dijo que había nacido vacunada, y es verdad que, durante mi adolescencia, fue un no rotundo a todo, ni siquiera era capaz de tomarme una cerveza, y eso en pueblo era muy duro, porque vas a contracorriente. Era un poco como mi causa. Yo era la que les pegaba la charla a los que se se drogaban. Con eso y con los condones. Luego ya me fui relajando, aunque sólo un poquito. Últimamente empiezo a pensar que quizás algún viajito ya me da menos miedo”. Pero, al fin y al cabo, tal y como sugiere Romería, que tiene momentos como salidos de un cuadro de Magritte, las imágenes también puede ser una droga, y el cine, una puerta abierta a otros mundos. “Te permite volar y experimentar”, confirma Simón, que podría haber suplido la tentación de la adicción con la “obsesión por las imágenes”.

Él.Chaqueta vaquera y camiseta negra de American Vintage. Criolla grande de oro rosa con diamantes de Joyería Grau. Ella:Sombrero de tweed rojo de Chanel y jersey rojo con cuello blanco de La Veste
También podría decirse que esta trilogía familiar, a la que también cabe sumar algunos cortos, ha sido como una terapia. Simón incluso se apuntó a un par para encarar Romería: “una de sueños, no sólo analizándolos, sino intentándolos conducir, por ejemplo durmiendo con una foto de mi madre en la mesita de noche, para dormirme pensando en ella. Alguna cosa interesante salió de ahí. La otra era una terapia transgeneracional, como una especie de hipnosis para descubrir las cosas que has heredado de tus padres de las que no eres consciente, aunque estén en tu ADN”.
La cineasta, que es tan natural y próxima, como inteligente y racional, le quita hierro al efecto terapéutico y sanador de sus películas. “No es imposible hacer las cosas desde el momento en el que las estás viviendo, pero si todavía estás con las heridas abiertas el proceso puede resultar doloroso. Hay algo reparador. Pero, para hacer estas películas, he necesitado tenerlo todo bien colocado, tener perspectiva y verlo todo desde un lugar más genérico más allá de mi historia personal. Romería, sobre todo, que nacía de esa frustración de la falta de memoria, me ha dejado mucho más tranquila. En plan, vale, ya lo puedo dejar ir. Ahora creo que voy a dejar tranquila a mi familia, y creo que ellos me lo van a agradecer”, prosigue. Confiesa que le “da un poco de vértigo, aunque en positivo. Es una nueva etapa, y hay muchas opciones y posibilidades que me apetece explorar. La que puedo comentar es un musical flamenco. Tenemos algunas ideas, he escrito cosas un poco locas, pero aún no tiene ninguna forma. Poco a poco”.

Vestido de cuero negro Louis Vuitton. Gafas de sol Her 0288/S de Carolina Herrera, cuadradas con bordes redondeados en combinación de colores. Silla Gaulinetta diseñada por Oscar Tusquets para BD Barcelona
My favourite thigs de Llúcia
Una prenda fetiche. Una camiseta de Humphrey Bogart de mi padre que recorté, y la volví a coser con hilo rojo encima de una mía. Me la pongo muchísimo.
Un libro preferido. Me funcionan mucho las autoras catalanas míticas como Merçé Rodoreda. Hace poco leí La hora violeta, de Montserrat Roig, y me encantó.
Un plato estrella. Me gusta hacer pasteles y ponerme inventiva.
Una película favorita. No soy muy cinéfila, ahora me he puesto un poco. Diría Amélie, porque le gusta mucho a mi madre, la hemos visto muchas veces juntas, y me encanta.

Trench blanco roto de Theavant, zapatos negros de Hereu y gafas de sol Her 0258/G/S de Carolina Herrera cuadradas de acetato de dos capas
My favourite things de Carla Simón
Un lugar al que te gustaría viajar. África en general porque he estado poco. Sólo en el norte. Cuando te vas haciendo mayor y has viajado, todo te impresiona menos: hay que ir a sitios que realmente sean otro mundo.
Un plato con el que sorprendas. Ahora mismo, con la niña, lo hace todo Valentín, pero se me dan bien las cosas sencillas: puedo hacer tartas y ensaladas muy creativas.
Un libro que tengas en la mesita. Estoy leyendo, muy poco a poco, El libro de las hermanas, de Amélie Nothomb. Es muy heavy, me falta llegar al final.
La canción de este verano en tu casa. Ahora estamos con La flauta mágica, porque mi otro hijo, Manel, se la sabe entera.

Jersey de Theavant, anillo de oro amarillo con diamantes y criolla de oro rosa de Joyería Grau
My favourite things de Mitch
Un destino de viaje soñado. Nueva York. Tengo muchos conocidos ahí y hay una escena punk rock que siempre me ha flipado. Aunque tampoco te creas que me apetece mucho pisar a Estados Unidos a día de hoy. Me molaría mucho ir a Colombia y a México.
Un libro que lleves contigo. Las puertas de la percepción, de Aldous Huxley. Me está reventado todos los esquemas mentales. Me enteré de todo lo que tiene que ver con The Doors y la Beat Generation. Me gustan mucho los cómics también.
Un cómic favorito. El gato Fritz, de Robert Crumb, que también tenía una banda y hacía portadas de discos de blues. Mola, porque en algún momento dijo: quiero matar a mi querido gato Fritz para volver a ser un desconocido.
Una prenda fetiche. Para mí, lo más importante son unas buenas botas, y sobre todo mi chupa de cuero, una Perfecto, de Schott. Esta la tengo desde los dieciocho años. Sale en la película.

Mitch: camiseta de American Vintage, americana de Mango y vaquero de Theavant. Carla: traje de Simorra. Llúcia: traje de Chanel y gafas de sol Her 0258/G/S de Carolina Herrera cuadradas de acetato de dos capas
Fotógrafo: Teddy Iborra@teddyiborra. Ayudante del fotógrafo: Iván Pujol. Estilista: Miriam Arruga. Maquillaje y peluquería: Montse Ribalta para YSLMakeUp. Asistente de peluquería y maquillaje: Pili Ureña. Producción: Agnès&Co