Una hamaca colgada entre los árboles dando sombra. Un termo de agua lleno de hielo y listo para servirse en un pequeño recipiente llamado guampa. Un cielo sin nubes con un sol que derrite todo a su paso en los primeros meses del año. Paraguayos hablando en jopará, la mezcla sin reglas entre español y guaraní (su idioma ancestral), mientras comparten el ritual cotidiano de beber tereré.
Rodeado entre grandes destinos como Brasil, Argentina y Bolivia, se esconde en el corazón del continente sudamericano Paraguay. Un país casi tan grande como España, pero bastante lejos de sus 49 millones de habitantes, teniendo solo un poco más de seis.
Es verdad, no cuenta con mar ni montañas nevadas, ni grandes íconos internacionales que lo definan a simple vista. Pero para quienes se atreven a descubrirlo, Paraguay se revela como un destino donde la riqueza cultural, la gastronomía auténtica y la calidez de la gente crean una experiencia tan genuina como inolvidable, aunque no salga en las guías.

Palacio de López en el casco histórico de Asunción
La capital, Asunción, es una de las ciudades más antiguas de Sudamérica. Un escenario con partes totalmente distintas entre ellas. Por un lado, edificios modernos y calles llenas de árboles, por el otro, un casco histórico con arte callejero y eclécticos símbolos arquitectónicos que cuentan las historias de la ciudad.
El Panteón Nacional de los Héroes reluce como uno de los más emblemáticos y no solo por su belleza, sino porque alberga a los héroes de las distintas guerras que convirtieron a Paraguay en el territorio que ocupa hoy. El palacio de López, el cabildo, la Casa de la Independencia y otros edificios más son el típico recorrido de los pocos turistas que visitan la ciudad.
Gastronomía y cultura
El gran recorrido de este país se vive a través de su música, como la guarania, que con las notas del arpa y la guitarra forman este melodioso género que forma parte del patrimonio inmaterial de la humanidad. O a través de su gente sencillamente abierta que da todo lo que puede para que quien se toma la molestia en descubrir su cultura se lleve la mejor impresión.

Chipa paraguaya, una de las comidas típicas más populares
Con más platos típicos de los que puedas contar con ambas manos, el mbeju, la chipa y el vori vori son algunos de los protagonistas en las mesas paraguayas.
Los domingos, están reservados para una generosa parrilla de asado con madioca (yuca) y sopa paraguaya, que de sopa poco tiene. Este plato es como un bizcocho salado de harina de maíz (una auténtica delicia). No es que los paraguayos no sepan lo que es una sopa, sino que detrás de este plato, hay una historia que se remonta a la cocina del primer presidente del país, pero esa es una historia para otro momento.
Platos por menos de cinco euros y comida callejera por menos de uno
En comparación a otros países de la región, en Paraguay se come bien por poco dinero. Veinte euros bastan para almorzar en algunos de los bufes libres más exclusivos y variados de Asunción. Pero lo cierto es que, por cinco euros, ya consigues un sustancioso plato en prácticamente cualquier lugar, mientras que la comida callejera por menos de uno. Otro recomendado, para probar los platos típicos es el Café de acá, donde la esencia del país esta plasmada no solo en la comida sino en su decoración tradicional.
Esta experiencia no se limita al paladar, Paraguay se descubre a través de su danza y artesanía. Bailarinas con su typói (vestimenta con tejidos típicos) y polleras con volados llevando hasta siete botellas en la cabeza al ritmo de la Galopera. Los hombres bailando alrededor con el pycheche (paso básico de la danza paraguaya). Ellas van lentamente al suelo hasta acostarse, sin dejar caer las botellas. Un espectáculo de colores y destreza dignos de admirar.

Bailarina paraguaya con seis botellas en la cabeza en el baile folklórico
Una época especial para conocer a fondo sus más profundas tradiciones es el mes de junio. Durante el breve invierno que experimenta Paraguay, tiene lugar la fiesta de San Juan, la festividad perfecta para conocer en un solo lugar toda la gastronomía autóctona, artesanía, bailes, música y juegos típicos. Si ves a hombres corriendo sobre brasas de carbón o a gente lanzándose pelotas de fuego, no te preocupes, son algunas de las particularidades de esta fecha.
Si al contrario, vas en verano, podrás disfrutar al máximo sus joyas naturales y pegarte un chapuzón en el salto Cristal o en el Mbocarusu. Las cataratas del Monday también son un imprescindible junto a las dunas de Cosme y Damián en el medio del río Paraná o las cavernas de Vallemí.
Al sur del país también se encuentran las ruinas jesuíticas de la Santísima Trinidad, que forman parte del patrimonio de la humanidad por la Unesco que transportan a más de tres siglos atrás para conocer la forma de vida de los antiguos guaraníes.
Hay que destacar que la mejor manera para recorrer el país es alquilando un coche, ya que los puntos mencionados se encuentran alejados y no muy bien conectados entre sí.

Show de luces nocturno de las ruinas jesuíticas de Trinidad, patrimonio de la humanidad por la Unesco
Hay lugares que conquistan por sus paisajes, otros que lo hacen por su gente. Paraguay es ambos. Desde los mercados que rebozan de artesanos compartiendo con orgullo la historia de su precioso tejido ñandutí, hasta los desconocidos dispuestos a contar anécdotas con un mate en la mano. Este es un destino que se vive con todos los sentidos. Un rincón poco explorado que conquista a quien se atreve a conocerlo.
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