Un parque acuático con toboganes. Una pista de voleibol en la arena de la playa. Un balneario. Una terraza con cerveza. Una discoteca. Un helado y un banco con vistas al mar. Son postales comunes en los destinos vacacionales de verano que, a menudo, relacionamos solamente con lugares muy soleados del Mediterráneo o del Caribe. Pero hay más, y algunos tan al norte como la ciudad estonia de Parnu.
Pasear por Parnu, a veces, puede teletransportar al visitante a recuerdos de infancia en localidades costeras, desde Almería a Peñíscola o Pineda de Mar. Esta ciudad es conocida como la capital veraniega del país, y reúne todas las condiciones de ocio, placer y relax que se relacionan con el concepto de vacaciones en la playa.
Pasear por Parnu, a veces, puede teletransportar al visitante a recuerdos de infancia en localidades costeras españolas
Sin embargo, no hay que olvidar que Parnu está a orillas del mar Báltico y tocando a los países nórdicos, con lo que todas sus similitudes con cualquier destino mediterráneo se enriquecen con el legado histórico y cultural de la zona. En este caso, el factor característico de la ciudad son sus balnearios, que provienen ya del siglo XIX, cuando el inicio de esta actividad propulsó la localidad como lugar al que había que ir para descansar y, sobre todo, para ver y ser visto.
Se creó así toda una corriente de visitantes procedentes de la burguesía comerciante alemana y finlandesa, así como de la aristocracia rusa, que se construyeron opulentas villas para descansar mientras tomaban las aguas o se bronceaban al sol. Estas casas son ahora la firma de la ciudad, con sus fachadas de madera colorida y sus balcones pintorescos.

Las calles de Parnu están salpicadas de casas de colores
Paseo marítimo
El paseo marítimo es el lugar donde sucede todo. Familias de toda Estonia que acuden a Parnu para sus vacaciones de verano, grupos de jóvenes con ganas de marcha, turistas de todo el mundo, pero sobre todo alemanes, finlandeses y suecos que buscan algo de sol, turistas de más edad que se inscriben en tratamientos termales y en baños de barro para rejuvenecer…
Todos se juntan en el paseo marítimo haciendo cola para comprarse un helado, o moviéndose suavemente al son de la música mientras admiran la puesta de sol en el mar, o disfrutando de un cóctel o una cerveza local mientras escuchan un grupo de música y coral tradicional. Interacción entre generaciones y maneras de vivir con un nexo en común: vamos a pasarlo bien.
Diversos festivales ayudan a conseguir este objetivo, desde el festival gastronómico del segundo fin de semana de junio hasta los días hanseáticos, con ambientación medieval y todas las actividades que eso conlleva, a finales de junio. O el festival internacional de cine, en julio, cada vez con más prestigio. Pero en el día a día hay también múltiples maneras de pasárselo bien, desde pizzerías italianas hasta cocina oriental, con oferta musical y de ocio muy abundante.
Playa para disfrutar
La ciudad está atravesada por el río Parnu, que desemboca en el golfo de Riga y en un extremo de su amplia playa. En el otro extremo, se abrió una zona protegida como reserva natural, por donde se puede pasear y subir a las pasarelas de observación de aves.

Playa de Parnu al atardecer
La playa de Parnu es larga y ancha, con abundante arena, donde se concentran hamacas para tomar el sol, pistas de vóley playa, cafeterías, casetas de madera para cambiarse, bancos donde dejar la ropa mientras te bañas en el mar… El Báltico es muy poco salado y las aguas son poco profundas, así que es una playa que hace las delicias de los niños y sus familias.
Parques de juego, columpios, balancines y un frondoso parque con árboles y plantas donde se pueden hacer picnics completan el escenario de la playa, a la que sigue, en paralelo, el paseo marítimo por el que pasear, y, más allá, el centro histórico con sus edificios monumentales.
Balnearios y mansiones históricas

El Ayuntamiento de Parnu ocupa una mansión histórica
Los diversos balnearios y lugares donde se pueden hacer tratamientos con barro son también muy populares. Destaca el Hedon Spa, construido el 1927 para albergar los famosos baños de barro de Parnu, y que fue restaurado para abrir como hotel-spa. Es un edifico neoclásico que se sitúa en la avenida principal, donde, años antes, estaban los baños de barro construidos en madera que se incendiaron durante la Primera Guerra Mundial. Muchos hoteles de la zona cuentan con servicios de spa, aguas termales y saunas, tanto como parte de tratamientos terapéuticos como para relajación.
Los diversos balnearios y lugares donde se pueden hacer tratamientos con barro son también muy populares
En las avenidas principales de la ciudad, perpendiculares a la playa, se levantan también algunas de las otras mansiones históricas, así como comercios, joyerías y tiendas de antigüedades. El Ayuntamiento también se encuentra en una mansión histórica, del 1797, época de la que datan las iglesias principales: la luterana de Santa Elizabeth, nombrada así en honor de la emperatriz rusa Yelizaveta Petrovna, que donó a la ciudad 8.000 rublos para su construcción, y la ortodoxa de Santa Catalina, por la emperatriz rusa Catalina la Grande y con un interior barroco impresionante.
Muchas de las villas históricas están construidas en madera, que coloreaban al gusto de los propietarios, y que ahora ofrecen estampas pintorescas y muy bien conservadas. Por su parte, la puerta de Tallin es de lo poco que queda de las murallas que rodeaban la ciudad para protegerla, así como la torre Roja, aunque está pintada de blanco.

Hedon Spa, construido el 1927 para albergar los famosos baños de barro de Parnu, y restaurado para abrir como hotel-spa
Las antiguas oficinas centrales del Partido Comunista albergan ahora uno de los lugares culturales más avanzados de la ciudad, el Museo del Nuevo Arte. Es el primer centro de arte contemporáneo de Estonia, abierto en 1992, y acoge cada verano el Festival de Cine de Parnu.
Entre 1940 y 1990, cuando Estonia era una de las repúblicas socialistas soviéticas, Parnu era muy popular entre la élite rusa. Pero toda la oferta turística actual se ha desarrollado a partir de los años noventa. Y es que, antes, el puerto estaba cerrado a los extranjeros y solo se usaba para pescar, aunque las playas estaban abiertas al público. Con la independencia, los balnearios fueron privatizados y se invirtieron fondos para restaurar el casco histórico y desarrollar la franja de costa.