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Sara Hervás, azafata de jets privados: “La gente con poder no necesita poner un cheque sobre la mesa, con actitud y lenguaje ya imponen”

Testimonios abordo

La azafata de jets privados, Sara Hervás, desvela en el podcast Sr.Wolf cómo es trabajar diariamente con clientes multimillonarios

Sara Hervás, azafata de jets privados

Lejos de los comunes aviones comerciales, existe una realidad más allá de las terminales que todos y todas conocemos. Lujo, espacios privados y destinos de ensueño son algunas de las características que acogen los jets privados para sus exclusivos clientes. Pero, hay una parte esencial en toda ostentación: las personas capaces de hacer que la experiencia sea de 10. 

Sara Hervás ha ejercido durante 10 años el trabajo de azafata, pero siempre con un añadido. Jeques y multimillonarios han sido los protagonistas en la mayoría de sus viajes. Un contexto que hace de cada despegue, algo de lo más interesante.

Así lo cuenta para el podcast Sr.Wolf, donde fue entrevistada sobre su experiencia como azafata de jets privados. “Al principio trabajaba en aviación comercial privada, donde los aviones eran alquilados por personas con gran poder adquisitivo, aunque no fueran propietarios del aparato”, explica. Siendo capaz de ser contratado un avión entero, ha vivido situaciones de lo más originales. “Recuerdo, por ejemplo, un vuelo con jeques árabes que alquilaron un avión entero solo para transportar halcones. Cada uno tenía su asiento, su cuidador y todo estaba forrado con plástico, porque evidentemente no saben usar el baño”, destaca Sara.

Años de experiencia

Clientes y peticiones únicas

“Los clientes son desde personas que tienen su propio jet con tripulación fija hasta otros que alquilan aviones enteros por placer o necesidad”, cuenta. “Una vez llevamos a un grupo de amigos que querían viajar a Berlín para ver una final”, comenta. Y es que, según la azafata, dependiendo del destino, un vuelo puede costar entre 10.000 y 80.000 euros. “Para algunos, como ciertos jeques, eso es apenas una propina”, añade Sara.

Aunque, lo que más valora de su experiencia es cómo todos los clientes siempre la han tratado con respeto. “Mejor incluso que algunos pasajeros de vuelos comerciales”, comenta. Aunque eso sí, el nivel de exigencia es muy alto. “Por ejemplo, aterrizamos una vez en Las Vegas tras un vuelo muy largo, y nada más llegar el cliente pidió plátanos de una marca concreta… ¡para dentro de ocho horas! Así que tuve que buscarlos por toda la ciudad, y sí, lo conseguí”, relata la especialista. “Al día siguiente fueron flores para Nueva York con una nota personalizada. No hay excusas: si no puedes comprarlo, lo coses tú misma. Así de claro”, asegura.

Nunca me ha tocado vivir una situación incómoda

Sara Hervás, azafata en jets privados

En la entrevista, a Sara le preguntaron sobre cómo personas con dinero, pueden hacer presión sobre ciertas peticiones. “Más que dinero, se ejerce presión verbal. Gente con poder no necesita poner un cheque sobre la mesa. Con su actitud y lenguaje ya imponen, y eso puede derivar en situaciones complejas. Por suerte, no me ha tocado vivirlo de forma directa”, confirma en el podcast.

Situaciones que marcan

Un trabajo lleno de emoción

Como en todos los trabajos, hay momentos que marcan y dejan huella para siempre. En el caso de Sara, fue a través de una pasajera. “El vuelo más emotivo que he tenido ha sido hacia Hajj, a la peregrinación a La Meca. Una mujer me dijo que probablemente iba a morir pronto, y nos abrazamos llorando. Fue muy especial. Nunca la volví a ver, pero siempre la recuerdo”, cuenta emocionada

Solo 20 personas son seleccionadas de entre 1.000 en cada convocatoria

Sara Hervás, azafata de jet privado

Aunque, la realidad, es que no todo el mundo puede realizar el trabajo de azafato de jet privado. Tal y como la especialista relata en el podcast, hay muchas pruebas y exámenes que deben hacerse antes de entrar a una cabina. “Cada vuelo incluye un examen verbal de procedimientos, hay que memorizar más de 15 comandos, saber evacuar un avión en 90 segundos, asistir partos, nadar, subir balsas pesadas... Y cada avión es distinto, así que debes especializarte en el modelo que vayas a volar. Además, solo 20 personas son seleccionadas de entre 1.000 en cada convocatoria. Es muy exigente”, confirma.

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