Carlos Moreno, experto en desconexión: “Dormí 12 horas seguidas mi primera noche en las cuevas. Es como el Gran Cañón pero en versión andaluza y con Sierra Nevada de fondo”

VIAJES

Las Cuevas de Kabila, en plena Sierra Norte de Granada, ofrecen una experiencia única de descanso en cuevas naturales

Carlos Moreno

Carlos Moreno

Cedida

Desconectar del mundo es cada vez más difícil. Vivimos con un dispositivo pegado a la mano: el móvil. Aunque este aparato nos aporta muchas cosas positivas en el día a día, también nos arrebata algo muy valioso: el tiempo, la desconexión y las interacciones reales. Vivimos acelerados, ocupados y cabizbajos, saturando nuestro cerebro con un flujo constante de información que entra y sale de nuestros dispositivos: un mensaje, una llamada, un mail, una foto...

Muchas veces, mientras estamos pegados a la pantalla, pendientes de lo que ocurre en el mundo digital, nos perdemos momentos mucho más valiosos: el gesto de un ser querido, un atardecer, o cualquier instante que no tuvimos tiempo de disfrutar. Hemos adoptado un ritmo de vida que no nos permite parar ni desconectar, algo que no es natural. Por eso, debemos esforzarnos en hacerlo, en encontrar esos espacios para recuperar lo que realmente importa.

Cuevas de Kabila

Cuevas de Kabila

DANIEL GONZÁLEZ

De la necesidad personal de aislarse y desconectar del mundo nacieron las Cuevas de Kabila, un conjunto de cuevas naturales situadas en Benalúa, junto a Guadix, recuperadas por Carlos Moreno. Tras varios años de experiencia en el sector, sabía que tenía que hacer algo diferente.

La primera vez fue como viajar cien años atrás. Fue muy curioso, porque al entrar se transformaba todo: el sonido, la luz, las sensaciones. Fue como volver al útero materno

Con mucha imaginación, un plan de futuro claro y el equipo adecuado, Moreno supo dar forma a las cuevas naturales que tanto le enamoraron. “Yo estaba en Madrid, pero compré una casa en Granada. Cuando nos pusimos a picar, descubrimos unas cuevas. Fue todo casualidad”, confiesa a La Vanguardia. Las cuevas, que llevaban más de 150 años deshabitadas, tomaron nueva vida para convertirse en un alojamiento único y diferente.

¿Qué sintió la primera vez que entró en las cuevas?

La primera vez fue como viajar cien años atrás. Fue muy curioso, porque al entrar se transformaba todo: el sonido, la luz, las sensaciones. Fue como volver al útero materno. Te aísla de cualquier sensación exterior, entras en un estado distinto... No sabría describirlo bien con palabras, hay que vivirlo. 

El descanso es algo que durante muchos años ha estado infravalorado, y ahora más todavía, porque con la conexión digital, ¿quién no se va a la cama con el teléfono?

Es otro mundo, completamente distinto al exterior. Sobre todo si vienes de vivir en ciudades, con tráfico, ruido, ritmo frenético... Cuando entras ahí, todo cambia: las percepciones sensoriales se modifican completamente. 

¿Qué tiene este entorno que lo hace tan especial como para desconectar por completo?

Las cuevas de Kabila están en la zona de la Hoya de Guadix, dentro del geoparque, y todo el entorno tiene una esencia totalmente prehistórica. Hay que tener en cuenta que toda esa zona, Guadix, Purullena, Baza, formaba parte de dos grandes ríos.

Cuevas de Kabila

Cuevas de Kabila

El paisaje es completamente marciano, lleno de cárcavas y que se formaron por la erosión fluvial. Es una parte de Granada muy especial, como el Valle del Genil, donde el río, aunque hoy es pequeño, antes tenía una fuerza erosiva enorme que fue moldeando todo ese terreno. En la Hoya de Guadix pasa lo mismo: los paisajes parecen lunares. Y sobre todo al amanecer y al atardecer, la sensación es de estar en otro planeta. Es algo único.

Se habla mucho del “lujo del descanso”. ¿Cómo entiende usted este concepto y de qué manera lo materializan en las Cuevas de Kabila?

El descanso es algo que durante muchos años ha estado infravalorado, y ahora más todavía, porque con la conexión digital, ¿quién no se va a la cama con el teléfono y quién no se levanta con él? Nosotros tuvimos una experiencia personal muy clara: dejar de llevar el teléfono a la cama me hizo darme cuenta de que me generaba niveles de ansiedad que no eran normales.

Ha sido un proceso complejo y largo, con muchos altibajos. Antes de embarcarme en esto, me alojé en varias cuevas de la zona y noté que la esencia de la cueva, y el descanso que ofrecen, estaba ahí

El no estar permanentemente conectado a redes sociales, sin estar actualizando novedades continuamente, no es fácil, pero esa conexión constante nos roba horas de descanso sin darnos cuenta. Por eso, nuestra idea era que las cuevas no tienen cobertura interior, es decir, cuando entras, automáticamente desaparece la señal. Aunque, claro, todas las cuevas tienen wifi por si acaso, porque la desconexión no es algo tan sencillo.

Es algo voluntario, tienes que pedirlo. Pero las tendencias turísticas actuales, más allá del turismo experiencial, apuntan a atraer viajeros que buscan lo auténtico, volver a viajar “a la antigua”, sin programar todo, usar menos las redes y estar más en contacto con la gente local, vivir la comunidad y depender menos de la oferta digital.

Nos dirigimos a un público que quiere vivir este tipo de experiencia, una desconexión digital, aunque sabemos que es complicado dar ese paso, sobre todo en entornos donde compartir es importante. No poder compartir o vivir la experiencia desde otro punto de vista que no sea digital es difícil.

 ¿Cuáles han sido los mayores retos para mantener la esencia original de las cuevas sin renunciar a la comodidad y al descanso que buscan los huéspedes?

Ha sido un proceso complejo y largo, con muchos altibajos. Antes de embarcarme en esto, me alojé en varias cuevas de la zona y noté que la esencia de la cueva, y el descanso que ofrecen, estaba ahí. 

Mi visión fue actualizar las cuevas al siglo XXI, para que los viajeros no renuncien a la experiencia auténtica de vivir, dormir y descansar en una cueva, pero con la estructura y comodidades modernas. Porque cuando se habla de cuevas, la gente piensa en una caverna oscura con un solo foco de luz, pero no tiene por qué ser así.

La desconexión digital junto con el descanso promueven la regeneración neuronal, ajustan el sistema metabólico, refuerzan el aprendizaje y ayudan a expulsar toxinas

Logramos un equilibrio entre la parte tradicional y la contemporánea. En el interior de la cueva, la tierra manda; no puedes hacer lo que quieras, las cargas de muros y el terreno dictan el diseño interior. En el exterior sí tuvimos más libertad, evitando elementos tradicionales, innovando en la arquitectura exterior, manteniendo el alma de la cueva.

Guadix, Spain

Guadix, Spain

Getty Images/iStockphoto

¿De dónde surge la apuesta por la desconexión digital como uno de los pilares del alojamiento? ¿Es una filosofía personal o una respuesta a las necesidades actuales?

Empezó siendo una necesidad personal y ha terminado convirtiéndose en una necesidad general. Realmente, no se le da la importancia que merece a la desconexión, especialmente cuando hablamos del sueño. La desconexión digital es fundamental a todos los niveles, pero sobre todo para el descanso, porque el sueño es una necesidad vital. Sin embargo, en la sociedad actual, este tema se ha pasado a un segundo plano y se ha olvidado que la sobreestimulación y la conexión constante afectan tanto física como psicológicamente. 

Al final, la desconexión digital junto con el descanso promueven la regeneración neuronal, ajustan el sistema metabólico, refuerzan el aprendizaje y ayudan a expulsar toxinas. Es decir, es algo absolutamente necesario. Personalmente, lo he vivido, pero creo que la sociedad en general debería dar un paso atrás en la dependencia tecnológica y avanzar hacia lo humano, porque estamos tan enganchados que no nos damos cuenta de cómo nos condiciona.

El mayor éxito emocional para mí es cuando la gente me escribe diciéndome que ha sido una de las mejores experiencias de su vida

Muchas veces uno coge el móvil y se sorprende: ”¿Cómo he podido perder tres horas haciendo scroll en Instagram o TikTok?” Esa desconexión es necesaria en todos los sentidos. No solo para mejorar el sueño y el descanso, que es fundamental, sino también para recuperar formas más auténticas de interactuar, como cuando antes preguntábamos a un local dónde comer en lugar de fiarnos solo de las redes sociales. 

En redes muchas veces las opiniones están sesgadas, mientras que la gente del pueblo suele dar referencias reales y confiables. Esto permite reconectar con uno mismo y con los demás. Cuando estás con tu familia, pareja o amigos, dejar el teléfono a un lado para dedicar tiempo real a la gente es un valor incalculable, son momentos de calidad y de presencia.

¿Qué importancia tiene vivir el momento frente a inmortalizarlo en una fotografía?

Vivir el momento es fundamental, no solo capturarlo en una foto. Me encanta que la gente inmortalice esos instantes, pero también es vital que disfruten realmente de ellos. Por ejemplo, sentarse con un vino y contemplar un atardecer único, como el de los Badlands, y disfrutar de una buena conversación. Algo tan sencillo y valioso que hemos perdido, porque siempre estamos más pendientes del móvil que de la conversación real. La desconexión nos permite reconectar con nosotros mismos y con quienes tenemos alrededor, porque a menudo nos perdemos experiencias valiosas por estar atrapados en lo digital.

La experiencia en las cuevas está pensada desde lo sensorial, con elementos como el silencio, la temperatura o la iluminación. ¿Cómo se diseña esta atmósfera para lograr esa calma tan especial?

Hay una parte natural y una parte donde intervenimos nosotros. La parte natural es el concepto de la cueva, la tierra manda. Nuestra intervención es justa y respetuosa, buscando que el espacio sea lo más agradable posible para favorecer el descanso. Hemos creado espacios tanto exteriores como interiores para compartir, como zonas para sentarse y charlar alrededor de una chimenea o en un comedor. Estos espacios fomentan la conexión entre las personas.

Cuevas de Kabila

Cuevas de Kabila

DANIEL GONZÁLEZ

En cuanto a la decoración y la iluminación, buscamos resaltar la naturaleza y el trabajo sobre la tierra. Por ejemplo, dentro de las cuevas dejamos a la vista algunas partes de la tierra viva, como el proceso de excavación manual y las diferentes capas de suelo, para que los visitantes puedan apreciar realmente dónde están durmiendo. La mínima intervención lumínica siempre es cálida y relajada, lo que ayuda a disfrutar tanto del interior como del entorno natural.

¿Qué papel juegan las actividades complementarias en la experiencia global?

Las actividades complementarias se centran principalmente en dos tipos de turismo. Por un lado, el turismo de naturaleza, con visitas al geoparque y miradores como el Mirador del Fin del Mundo, especialmente al atardecer, que es una experiencia única. Recomiendo a todo el mundo tomarse un vino mientras contempla el sol caer tras las cárcavas, es un momento que queda grabado en la retina para siempre.

Por otro lado, el turismo cultural, con visitas a la catedral de Guadix, que es espectacular y que merece mucho la pena conocer, y al casco viejo, con sus barrios y calles llenas de historia. Esto lo combinamos con el turismo rural tradicional que ofrecemos, que es volver al pasado, disfrutar de los Badlands y de los atardeceres.

Finalmente, también ofrecemos un turismo de desconexión total, para quienes prefieren no salir de la cueva, disfrutar de la piscina, el jardín y simplemente relajarse sin planes ni visitas, solo tiempo de calidad con familia o amigos.

¿Qué le gustaría que se llevara, a nivel emocional, alguien que pase unos días aquí? ¿Cuál sería para usted el mayor logro personal de este proyecto?

El mayor éxito emocional para mí es cuando la gente me escribe o me manda un WhatsApp diciéndome que ha sido una de las mejores experiencias de su vida. La gente suele ser muy agradecida, y la cercanía que intentamos mantener con cada huésped es algo que valoran mucho. Siempre estoy en contacto para facilitarles lo que necesiten, pero respetando su espacio y su tiempo. Les digo: “Este es tu espacio, disfrútalo, yo estoy aquí para lo que necesites.”

Recibir mensajes personales donde te dicen que se han sentido como en casa, que la experiencia de dormir en una cueva ha sido irrepetible y que quieren volver, eso es lo que realmente llena y justifica todo el esfuerzo. Por ejemplo, algunos clientes han venido embarazados y han vuelto después ya con el niño. Eso para mí es increíble. Llevamos un año funcionando y todo el trabajo duro, las complicaciones de rehabilitar una cueva en un cerro y el esfuerzo de muchos agentes involucrados, se ve recompensado cuando ves que la gente lo percibe y lo disfruta de verdad.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...