Tomar un cóctel azul eléctrico de nombre impronunciable ya apunta maneras. Pero hacerlo a 35 metros del suelo, con las piernas colgando al vacío, es todavía más extravagante. Quizás no sea la forma soñada de degustar una bebida fría en plenas vacaciones para relajarse, pero sí que puede que sea la forma más auténtica de hacerlo. Futuroscope, el parque de atracciones del futuro ubicado en la ciudad francesa de Poitiers, tiene seguramente adeptos y detractores a partes iguales. Pero hay algo seguro: no deja a nadie indiferente.
Fundado en 1987, la idea de revolucionar los parques de atracciones y darle un toque visionario sigue obsesionando a los dueños de Futuroscope. Treinta y ocho años más tarde, las cifras lo corroboran. Aunque no sean el centro temático más conocido de Europa (Port Aventura está en los 5,5 millones y Disneyland Paris supera los 10 millones) el año pasado rompieron la barrera de los 2,3 millones de asistentes. Solo un 5% son extranjeros, pero la mitad son españoles (la gran mayoría de los cuales, catalanes).

Una de las proyecciones por 'videomapping' mientras el público se remoja
El año pasado dieron un paso adelante: abrieron las puertas de un parque acuático cubierto que ganó el premio a mejor del mundo en los Parcs Fans Awards de 2024. Se llama Aquascope, y cuenta con hasta ocho toboganes gigantes y el primer cine del mundo, según dicen, en remojo. Tal como suena: se proyectan películas a través del videomapping mientras el público se remoja en el agua.
Existen cinco experiencias distintas. Van desde una pantalla panorámica de 270 grados donde se tiene la sensación de estar en un mar infinito dominado por un cielo estrellado, hasta el viaje por la corriente de La Riviera en flotador y el paso por El Cañón, donde se atraviesan imponentes riscos montañosos del lejano oeste.
Aquascope cuenta con hasta ocho toboganes gigantes y el primer cine del mundo, según dicen, en remojo.
Más de la mitad de los visitantes, según las estadísticas recogidas por el parque, se quedan un mínimo de dos días. Gracias a ello se tiene la oportunidad de disfrutar tanto del agua como de las atracciones del parque temático original. Y es que Futuroscope también anunció recientemente una inversión de 57 millones de euros en nuevas atracciones. La mitad del dinero se ha destinado a Misión Bermudas, una aventura en barco por los confines del mundo donde uno se enfrenta a los misterios y fenómenos más inexplicables.
La narrativa es, precisamente, una de las claves del éxito del parque francés. Todas las atracciones tienen un storytelling muy trabajado para que los usuarios sientan que forman parte de una experiencia vivencial en la que se activan los cinco sentidos más que de una simple liberación de adrenalina como pasa en gran parte de los parques temáticos al uso.

Cine acuático en Aquascope, en Futuroscope
Un claro ejemplo de ello es La Vienne dynamique, que se inauguró en 1994 y reproduce el camino hasta llegar al altar de un novio que se ha perdido en el día de su boda. Aire, agua, movimientos del asiento propios de una montaña rusa… que treinta años después siguen sorprendiendo a los participantes. Además, el objetivo final es dar a conocer los lugares más turísticos del departamento francés de la Vienne. Una publicidad encubierta de la forma más ingeniosa.
Otra de las grandes atracciones con un destacable éxito es Cazadores de tornados. Nada más entrar, el público se separa en varias filas en una especie de recibidor en el cual se explica que se está acercando un tornado de grandes dimensiones y la misión es ir a cazarlo. De allí se pasa a una plataforma circular giratoria de 120 plazas envuelta por una pantalla panorámica que, a través de giros a toda velocidad y movimientos de vértigo que se combinan con una proyección muy lograda, se llega a tener la sensación de estar en un lugar que podría parecerse al interior de un gran torbellino.
Las experiencias ambientales, espaciales, futuristas y hasta turísticas también se combinan con grandes iconos del cine para los más pequeños como Artur y los minimoys o la Máquina del Tiempo de los Rabbids. Hay espacio también para las discotecas del siglo XXII: unos brazos gigantes robóticos (la atracción se llama Bailando con robots) te llevan arriba y abajo al ritmo de la música de Martin Solveig. Hay dos niveles: el principiante y el avanzado. Este último, no apto para los que se marean con facilidad.
Dónde dormir

Estética futurista del restaurante del hotel Station Cosmos II
Situado a 15 minutos en coche desde Poitiers, dos horas desde Nantes y una hora y veinte en tren desde Burdeos, es el lugar ideal para una escapada de fin de semana en familia o en pareja. Además, lo mejor está en los alojamientos. El hotel Station Cosmos simula una estación espacial en el planeta Marte y cuenta con unas habitaciones futuristas que dan la sensación de estar a años luz de la tierra. Su restaurante, además, cuenta con unas pantallas en las mesas a través de las que se piden los platos, que llegan a través de unos raíles suspendidos en el aire en un espectáculo que no deja a nadie indiferente.
En el otro extremo se encuentra el Ecolodgee, que representa una visión más amable y sostenible del futuro con pequeñas cabañas al borde de un lago artificial con una gran biodiversidad (el croar de las ranas se escucha desde todas las habitaciones). No cuenta con servicio de restaurante ni minibar, y lo único que se vende son algunos pocos productos ecológicos que pueden adquirirse en recepción para tomar en las habitaciones.

El hotel Ecolodgee es un establecimiento en el que se respira calma
Lo que otrora fue una idea casi visionaria de situar al público en un enorme abanico de futuros imaginables, sigue manteniendo hoy un aire de posteridad retro que hace que valga la pena visitarlo. Si la idea era reinventar el concepto de parque de atracciones hace ya casi 40 años, hoy se puede afirmar que lo siguen consiguiendo.
Ojos que no ven
A pesar de que solo atrae al 10% de los visitantes del parque, la atracción Ojos que no ven es una de las experiencias más fascinantes de Futuroscope. A través de un recorrido completamente a oscuras, los visitantes experimentan en sus propias carnes todo lo que implica no tener visión en el mundo de hoy y las dificultades a las que se enfrentan los videntes en su día a día.
Pasos de cebra abarrotados de coches, viajes en canoa por el sur del continente africano y hasta una expedición a los Himalayas completan un viaje realmente único y sorprendente. Todos los trabajadores tienen algún grado de deficiencia en la visión, pero eso no les impide guiar a los grupos a la perfección a través de todo el recorrido (y hasta salvar a más de uno de tropiezos y caídas fatídicas). La recaudación se destina a la investigación de enfermedades de los ojos.