Uno podría preguntarse por qué la Siberia extremeña, a pesar de su riqueza natural, es todavía hoy una gran desconocida. Y es que la comarca atesora una de las mayores variedades de ecosistemas de nuestro país y magníficos espacios naturales enriquecidos por las aguas de sus cinco grandes embalses.
Catalogada como reserva de la biosfera -es tierra de montes, sierras, dehesas, humedales, pastos, lagos, manantiales y llanos-, goza de una rica reserva natural con una de las poblaciones de fauna más importantes de la Península. Asimismo, posee el mayor número de kilómetros de costa interior de nuestro país y guarda paisajes vírgenes de una belleza increíble. En otras palabras, es una auténtica joya medioambiental que, hasta hace muy poco tiempo, estuvo aislada del mundo.
Las merinas siberianas producen una inmejorable lana codiciada en todo el mundo
Una historia de aislamiento
Al noreste de Badajoz se encuentra este territorio de gentes hospitalarias y acogedoras que viven en un fecundo ecosistema que se ha protegido y engrandecido gracias, precisamente, a su aislamiento durante años. La Siberia es una comarca generosa de una tierra fértil en la que predomina el agua y donde sus cinco grandes pantanos han contribuido a que sea el hábitat natural para cientos de especies. Tanta riqueza no hace honor a su nombre que, al parecer, con gran desatino, le puso el duque de Osuna tras su estancia en Rusia como embajador.
La comarca fue un enclave de prioratos y encomiendas señoriales, donde la hidalguía labradora edificó casonas solariegas de las que perduran bellas fachadas y portadas. Pero las guerras de sucesión del reino de Portugal y las malas cosechas acabaron con la prosperidad.
Hoy es la meca de los amantes de la naturaleza. La reserva regional del Cíjara, con sus más de 25 000 hectáreas de monte, sus zonas de especial protección de aves, su abundante pesca, su exuberante naturaleza virgen, su fauna, su gastronomía, sus senderos y cómo no, sus poderosos embalses, la han convertido en un paraíso.
Desde el fértil Embalse del Cíjara
Desde el embalse del Cíjara hay que dirigirse al monte de Los Robledillos, en el término municipal de Helechosa de los Montes. Pero, antes, hay que tener un primer contacto con los impresionantes paisajes que nos esperan desde el mirador del Portillo, un púlpito desde el que contemplar la masa de agua del embalse y de sus islas, uno de los grandes lagos del Guadiana.
En la reserva del Cíjara es habitual observar grandes manadas de corzos
Los Robledillos es un monte vivo con una sensacional riqueza sostenible gracias a la producción de corcho, de madera, de su opulencia micológica, de sus pinos piñoneros y del significativo aprovechamiento apícola. Aquí se encuentra el centro de interpretación de los recursos del Cíjara, y es uno de los puntos clave para disfrutar de la berrea, el mágico ritual de los ciervos en celo.
Herrera del Duque, la capital de la Siberia extremeña
Desde Los Robledillos, a través de la sinuosa pista camino de Cabeza Rubia, y entre castaños, robles, encinas, brezo y jaras, se llega al término municipal de Herrera del Duque. Se ubica en un enclave privilegiado, en el linde de la reserva natural del Cíjara dominada por su castillo del siglo XIII, probablemente de origen árabe, construido sobre roca viva, y reconstruido por la orden de Alcántara. La fortaleza se alza esplendorosa sobre la cumbre de la sierra de Chamarro, de unos 800 metros de altitud, desde donde se domina una gran extensión de terreno de Córdoba y de Ciudad Real.
Uno de los mayores tesoros de la capital de la Siberia es su linde con la reserva regional del Cíjara
Además de remodelar el castillo, la orden fundó la casona de la antigua encomienda de Alcántara, cerca de su espléndida plaza porticada. En Herrera del Duque, más que interesantes son la iglesia de San Juan Bautista, del siglo XV, el abandonado convento de la Concepción, del XVI, y sus magníficas casas solariegas.
A las afueras, sobre el arroyo Peloche, encontramos el puente medieval de ocho arcos de medio punto y, un poco más allá, a unos cuatro kilómetros, entre alcornocales, se levanta el santuario de Nuestra Señora de la Consolación, la venerada patrona de la localidad.
El castillo de Herrera del Duque es una atalaya del siglo XIII
Herrera del Duque tiene menos de cuatro mil habitantes y se encuentra rodeada de huertas, dehesas y fincas que dan los mejores productos de la tierra. La riqueza y pureza del agua de la Siberia se palpa en la dehesa de Las Navas, donde hace años se instaló una fábrica de extracción y embotellado de agua mineral natural que proviene del manantial Fuente del Borbollón, de la que se obtiene una de las aguas de mayor calidad del mundo.
La dehesa de Herrera del Duque es virgen, rica, abundante, generosa y bravía. Es una campiña que ha permanecido intacta desde tiempos remotos y por la que campan las preciadas y mimadas ovejas merinas alimentadas con flores, bellotas, pastos, y hierba. Y es que, estas merinas siberianas son auténticas pata negra. A escasos 15 kilómetros de Herrera encontramos Fuenlabrada de los Montes, la mayor productora de miel de nuestro país, donde casi el 80 por ciento de sus habitantes se dedica a las colmenas.
Desde el gran tesoro al embalse de García Sola
La Siberia Extremeña es una explosión de naturaleza
Uno de los mayores tesoros de la capital de la Siberia es su linde con la reserva regional del Cíjara. Con 25.000 hectáreas de superficie y más de 130 kilómetros de perímetro, es uno de los espacios mejor conservados y más bellos de toda la Península. En este paraíso atravesado por el Guadiana, conviven ciervos, corzos, gamos, zorros, jabalíes, nutrias y tejones. Su cielo lo surca una valiosa fauna en peligro de extinción, con el águila imperial ibérica, buitres negro y leonado, cigüeñas negras, el águila real, alimoches, el búho real y las perdices la hacen inigualable como observatorio y estudio de aves.
El paisaje es espectacular y abundante, y en él reinan las encinas, los alcornoques, los quejigos, los castaños, los robles, los madroños, junto con las jaras pringosas, el tomillo, el brezo y el romero. Así que es el paraíso de las abejas que producen excelente miel y polen.
La repoblación llevada a cabo en la reserva hace casi 70 años ha hecho que las mantas de pino piñonero y resinero sean una fuente de recursos y riqueza. Aquí, cada estación tiene un color y sonido, sobre todo en otoño con el resonar de la berrea de los ciervos en celo, que se puede disfrutar desde el privilegiado observatorio. En la reserva, hay varios miradores y los de El Sotillo, Las Moralejas, El Robledillo y Collado de la Arena son imprescindibles.
Al oeste de este vergel, en la orilla del embalse de García Sola, se encuentra Peloche, un paraíso para los deportes acuáticos. Siguiendo el curso del agua, se llega al paraje natural Puerto Peña, rodeado de encrespadas rocas, donde anidan enormes los buitres leonados.
Hacia la llanura y los embalse de La Serena
En Talarrubias miles de cigüeñas que anidan en sus espadañas y en sus cúpulas
Más al sur se encuentra Talarrubias, donde las casas encaladas hacen juego con el plumaje de miles de cigüeñas que anidan en sus espadañas y en sus cúpulas, sobre todo en las de la iglesia de Santa Catalina de Alejandría. Su torre, de estilo gótico, mudéjar, renacentista y barroco, está coronada con una cúpula rococó que refleja a la perfección la mezcla de estilos que predomina en la comarca. En Talarrubias son muy interesantes la Casa del Patio, que fue convento de franciscanos hasta que se trasladaron al cercano monasterio de Guadalupe, y la capilla del Carmen.
Más al sur y atravesando fértiles dehesas entre los ríos Zújar y Guadiana, se llega a Puebla de Alcocer. Esta magnífica villa está coronada por su formidable castillo rodeado por los embalses de La Serena, el Zújar y Orellana. Desde la torre del homenaje, de más de 25 metros de altura, se vislumbra un horizonte infinito que se extiende en todas direcciones. Al parecer, la fortaleza mudéjar es del siglo XI y fue reconstruida por Gutiérrez de Sotomayor, maestre de la orden de Alcántara.
Puebla de Alcocer transporta a la edad media gracias a sus balconadas, arcos y pasadizos, palacios y casonas solariegas
Lo cierto es que Puebla de Alcocer transporta a la edad media gracias a sus balconadas, arcos y pasadizos, palacios y casonas solariegas. En la iglesia de Santiago, del siglo XV y de estilo gótico-mudéjar y pórtico plateresco, está enterrado el maestre de Alcántara y, según la tradición, también el rey Pedro el Cruel. En sus alrededores no hay que perderse el palacio del duque de Osuna con su arco colgante que unía entre sí las dependencias del palacio, la Casa de la Inquisición, o la Casona de San Juan de la Puebla. A la salida, hay que detenerse en las casi fantasmagóricas ruinas del convento de las Agustinas, hoy morada de centenares de cigüeñas.
Al sur: embalse del Zújar y humedales de Orellana
Hacia el sur, el embalse de Zújar resulta excelente para el avistamiento de grullas, alimoches águilas pescadoras y, sobre todo, aves esteparias. Muy cerca, entre humedales y regadíos, está Obando, con su privilegiado parque periurbano de conservación Dehesa Moheda Alta, una excelente representación de la dehesa extremeña con su centro de interpretación de la grulla, que en invierno ocupan miles de grullas procedentes de toda Europa.
La recomendación
El agua de la vida
Los ríos Guadiana y Zújar riegan estas generosas tierras, remarcan los paisajes y enlazan cinco grandes embalses con kilómetros de costa dulce. Es el hábitat perfecto para los cientos de aves que anidan en humedales, dehesas y pastos. Además, son abundantes en lucio, la carpa, el barbo, la anguila, la boga, la pardilla, el cangrejo rojo y el black-bass.
Para los amantes de la pesca, el embalse del Cíjara es una de las mejores reservas de nuestro país. Es imprescindible el pantano de La Serena, contruído sobre el río Zújar, es el mayor de España y uno de los más grandes de Europa. Además es zona de especial protección de aves, ya que en él viven grullas, avutardas y sisones.
Dónde dormir
La Huerta de los Nogales (Herrera del Duque). Es una casa rural con gran encanto y una decoración muy acogedora rodeada de huertas y con una panorámica del castillo y de los montes.
La Pajarona (Siruela). Es una casa rural de lujo de ocho habitacioes construida en un edificio centenario en plena naturaleza.
Dónde comer
En la cocina extremeña, el escarapuche, en su variedad de cerdo, pescado, liebre, perdiz o ciervo, es un plato emblemático, muy rica tanto en calderetas como en migas, escabeches, cordero, quesos y embutidos. Son exquisitos el cordero, con denominación específica Corderex, y los quesos de oveja de Castilblanco y Valdecaballeros. Es imprescindible también probar y comprar la miel de la zona.
Pichucho (Herrera del Duque). Tapas de ibéricos y en las brasas de su antigua forja preparan delicioso morro, secreto y magro a la brasa con jugo de limón.
Espolón Club (Peloche). En la orilla del embalse de García Sola, con preciosas vistas, ofrece un magnífico escarapuche mezclado con tomate, cebolla y pimiento, bien impregnado de ajo, sal, vinagre y aceite.
La barca del Tío Vito (Peloche). Regala increíbles vistas del pantano y sensacionales atardeceres. Destacan la morcilla y el magro a la brasa, el ajoblanco, las chuletas de cordero, el secreto y el chuletón.


