Sara Hervás, azafata de jets privados: “En un vuelo con jeques aterrizamos en las Vegas y me pidieron para dentro de 8 horas unos plátanos de una marca en concreto; estuve de tienda en tienda búscándolos y los encontré”

Profesiones únicas

Sara Hervás, azafata de jets privados, relata para el pódcast de Sr.Wolf su experiencia con algunos de los clientes más exclusivos y poderosos

Sara Hervás, azafata de jets privados

Sara Hervás, azafata de jets privados

“Recuerdo, por ejemplo, un vuelo con jeques árabes que alquilaron un avión entero solo para transportar halcones. Cada uno tenía su asiento, su cuidador y todo estaba forrado con plástico, porque evidentemente no saben usar el baño”, relata Sara Hervás, azafata de jets privados, en el pódcast de Sr.Wolf. Todos conocemos el trabajo de las azafatas y azafatos comerciales, pero existe un micromundo más exclusivo en el mudo de la aviación encargado de desplazar a importantes y poderosos clientes al rededor del mundo.

Aviación privada

Aviación privada

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Según una azafata

La exigencia de la aviación privada

“En la aviación privada: tú despides al pasaje y no te vas a tu habitación a dormir y descansar. El propietario puede seguir necesitando cualquier cosa y tú tienes que estar ahí”, destaca en la entrevista.

Esto fue justo lo que le sucedió durante un vuelo con jeques con dirección a Las Vegas. “Después de un vuelo larguísimo, yo ya estaba muy cansada y, nada más aterrizar, la persona en cuestión me pidió unas bananas de una marca determinada y que las quería dentro de ocho horas a bordo”, sorprende.

En la aviación privada no te puedes ir a descansar como pasa en la comercial

Sara Hervás, azafata de jets privados

Así, la profesional comenzó a buscar los plátanos por toda la ciudad para satisfacer los gustos del cliente, algo que consiguió con éxito. “No te puedes ir a tu cuarto a descansar; tienes que conseguir esas bananas en Las Vegas, una ciudad completamente nueva a la que acabas de llegar. Y, en un tiempo récord, debes calcular tu descanso, que las bananas estén, que se suban a bordo… Entonces, claro, no se para”, explica.

Pero, ¿cómo lo hizo? La respuesta es sencilla: prestando atención hasta el mínimo detalle. “De tienda en tienda, llamando con el teléfono en una mano y con el otro teléfono -el de la empresa- en la otra, buscando en Google dónde podía conseguir las bananas de la marca determinada. Afortunadamente, también esto salió bien. Pero hoy pueden ser unas bananas y mañana será otra cosa”, concluye.

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