Valle de Aosta, el delicioso encanto de los Alpes italianos

De montaña

La región, un pequeño rincón rodeado de colosos entre Francia y Suiza, cuenta con infinitas rutas de bicicleta y senderismo en verano y algunas de las mejores pistas de esquí de Europa

Arnad, uno de los pueblos más pintorescos del Valle de Aosta

Arnad, uno de los pueblos más pintorescos del Valle de Aosta

Getty Images

Cuando amigos y familiares me preguntan acerca de mi último viaje, muchos de ellos lanzan preguntas y reflexiones como: “¿Habéis traído algún queso francés, no?”, “Es que Suiza es tan caro…”, “Ya, qué bien, es que Francia es siempre un acierto”. Cuando les respondo que he estado en Italia, me miran con cara de estupefacción y sueltan: «¿Pero no has estado en los Alpes?».

Sí, en efecto, he estado en los Alpes, pero los italianos, que nada tienen que envidiar a los franceses, suizos o austríacos. Y, más concretamente, en lo que hoy se conoce como el Valle de Aosta (Val d'Outa, en valdostano, la variante local del idioma francoprovenzal), uno de los rincones más bonitos de la mayor cordillera montañosa de la Europa Occidental.

Parque nacional del Gran Paradiso, a caballo entre el Valle de Aosta y el Piamonte

Parque nacional del Gran Paradiso, a caballo entre el Valle de Aosta y el Piamonte

Orietta Gaspari

Aunque este enclave forma parte de la República Italiana, gran parte de los pueblos tienen nombres que nos hacen pensar que todavía no se ha cruzado la frontera: Pré-Saint-Didier, Champoluc, La Salle, Valpelline… Y es que la influencia del país vecino ha sido muy fuerte a lo largo de la historia reciente. Aosta fue ocupada por Francia a mitades del siglo XVI, formó parte del primer imperio francés entre 1800 y 1814, y estuvo bajo dominio de la casa de Saboya desde la edad media, que utilizaban mayoritariamente el francoprovenzal y el francés.

Aosta, la capital de la región, cuenta con apenas 35.000 habitantes, mientras que en el conjunto del territorio apenas se superan los 125.000. A pesar de ello, el Valle de Aosta cuenta con uno de los PIB per cápita más altos del país, que llega a triplicar el de algunas zonas del sur del país, como la provincia siciliana de Agrigento.

Los precios, al igual que la afluencia de turistas, no son desproporcionados. Más aún, si se compara con gran parte de los valles de los países vecinos, Francia y Suiza, donde las vacaciones salen mucho más caras, especialmente en el segundo caso.

Courmayeur es uno de los puntos más visitados del valle. No solo por ser el primer pueblo que uno se encuentra si se llega a través del espectacular túnel del Montblanc, de casi 12 kilómetros de largo (el precio es de 68,40 euros ida y vuelta), sino porque es el centro neurálgico de muchas de las actividades al aire libre que pueden practicarse en Aosta. La alternativa es acceder a través del Col du Peit Saint-Bernard. Aunque la ruta lleva más tiempo, es gratuita y merece mucho la pena por las increíbles vistas.

Bard, con su emblemático castillo

Bard, con su emblemático castillo

Getty Images/iStockphoto

Además, desde allí se tiene una vista espectacular del Monte Bianco (así es como se refieren a él los italianos), que se eleva hasta los 4.806 metros de altura, y está justo al lado de Val Ferret, uno de los valles menos transitados y más tranquilos de toda la región. Desde allí parten infinitas rutas de senderismo en las que se goza de unas vistas privilegiadas del mayor coloso de la sierra alpina y su increíble glaciar.

Además, actividades como el rafting y las rutas en bicicleta de montaña son algunas de las alternativas si no solo se quiere caminar. Hay opciones para todos los gustos y niveles. Morgeux y La Thuille son dos de los pueblos con más variedad de empresas y guías que se dedican a ello.

Entre sus cimas más conocidas sobresale el Gran Paradiso, un espectacular macizo que supera los 4.000 metros de altura

Los verdaderos locos de la alta montaña también encontrarán verdaderas delicias del alpinismo. Entre sus cimas más conocidas se encuentra el Gran Paradiso, un espectacular macizo que supera los 4.000 metros de altura y es una de las opciones más asequibles para aquellos que empiezan o llevan poco tiempo en el mundo de las ascensiones.

“Es una montaña relativamente fácil, pero no por ello hay que confiarse. Se requiere preparación, experiencia y la contratación de un guía”, cuenta Gianluca, actual gerente del camping del mismo nombre. Para ello, eso sí, hacen falta un par de días como mínimo, ya que la cima se ataca desde el refugio Vittorio Emanuele II o el Federico Chabod (la vía más difícil).

Val Veny en el valle de Courmayeur, en la ruta de senderismo del Montblanc

Val Veny, en el valle de Courmayeur, en la ruta de senderismo del Montblanc

YuliiaYurasova

Además de desconectar unos días en el parque nacional del Gran Paradiso (la paz y la tranquilidad que se respira aquí son realmente sorprendentes pese a encontrarse en un país tan turístico como Italia), otro de los tesoros para aquellos que buscan temperaturas suaves en verano y nieve abundante en invierno es Breuil-Cervinia.

En este caso ya hablamos de un centro turístico como tal, y la afluencia de turistas es mayor que en los valles mencionados antes, pero las vistas del Cervino (4.478 metros) dejan sin aliento nada más llegar. Todos los paseos andando y en bicicleta que se pueden hacer en los alrededores cuentan con una panorámica sin igual de esta cima tan magnética, que comparten Italia y Suiza (donde se le llama Matterhorn).

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Fuera de la pura montaña, también hay muchos pueblos con encanto que vale la pena visitar. Bard, con un castillo de película, Cogne, en el parque del Gran Paradiso y Arnad, muy local, son algunos de ellos. Además de la capital, Aosta, apodada como la Roma de los Alpes y que todavía conserva gran parte de su patrimonio histórico en muy buen estado. Por cierto, nunca hay que irse de allí sin probar un auténtico helado italiano (las mejores heladerías, según los locales, son las que no los tienen a la vista, porque así evitan que se oxiden y pierdan cualidades).

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