Isla Clipperton, la singular posesión francesa en México

Mundo insólito

Situada a más de mil kilómetros de la costa de Acapulco, lleva deshabitada más de un siglo

Clipperton lleva deshabitada desde hace más de un siglo

En las playas de arena blanca de Clipperton se acumulan cientos de toneladas de residuos plásticos

SWFSC / Wikimedia Commons (Public domain)

Vista desde el aire, la isla Clipperton parece el paraíso tropical soñado por tantos habitantes del mundo rico: un anillo coralino que forma un círculo casi perfecto, una laguna interior, algunas palmeras cimbreándose al albur del viento, ausencia total de habitantes… Al acercarse por mar la visión es mucho menos idílica.

Clipperton es una posesión francesa de ultramar. Aunque a muchos se les olvida, París posee todavía retales del que fue su antiguo imperio, con territorios en América, África, el Pacífico y hasta la Antártida. Clipperton es una de ellas. Aunque los galos la bautizaron en su día Isla de la Pasión (pues pusieron pie en ella el Viernes Santo de 1711). Anteriormente, los españoles, en su conquista de México, la habían llamado Médanos. Y los británicos la bautizaron como al pirata que la usó como base y que ha permanecido, Clipperton.

Y es que todo lo relacionado con la isla es inverosímil. Lleva deshabitada desde hace más de un siglo, y sus últimos residentes fueron el farero y una pequeña colonia de mujeres y niños que estaban allí como consecuencia de la explotación del guano que se había realizado desde el siglo XIX. 

El caso es que el técnico de señales enloqueció, se proclamó rey de Clipperton y comenzó una gestión tiránica del territorio que incluyó maltratos y violaciones reiterados. Hasta que dos de las mujeres se pusieron de acuerdo para asesinarlo. Cuando fueron rescatadas del atolón por un barco estadounidense en 1917, las autoras del hecho fueron exoneradas por considerarse que habían actuado en defensa propia.

Isla Clipperton fotografiada por el satélite Sentinel-2

Isla Clipperton fotografiada por el satélite Sentinel-2

Agencia Espacial Europea

Antes de eso, muchos de los habitantes habían muerto de escorbuto. La única fuente de vitamina C de Clipperton son los cocos de las trece palmeras que se plantaron durante la explotación del guano y que permanecen en pie, pese a las violentas tormentas tropicales. Por lo demás, la proteína estaba garantizada con los abundantes cangrejos, aves y peces.

Ahora Clipperton es el espejo de lo que el mundo industrializado ha hecho con los océanos. En sus playas de arena blanca se acumulan cientos de toneladas de residuos plásticos que los piqueros –que conforman una de las mayores colonias del mundo en ese atolón– aprovechan para construir sus nidos.

Lee también

En diferentes etapas de los siglos XIX y XX, Gran Bretaña, Estados Unidos, México y Francia reclamaron la propiedad de la isla. Pero fue París la que se llevó el gato al agua, pues la mediación del papa Pío XI –que delegó en el rey de Italia la decisión– así lo determinó. México cometió el “error” de aceptar el laudo, borrando de su constitución la referencia a Clipperton, lo que anula cualquier posibilidad de reclamo posterior.

¿De qué le sirve a Francia esa posesión? Está a más de mil kilómetros de la costa de Acapulco (México) y a unos 6.000 de la Polinesia Francesa, provincia a la que, paradójicamente, pertenece. Pero ese anillo coralino que hoy es prácticamente un basurero le otorga a Francia unas aguas territoriales enormes de 425.000 km2, en una de las zonas de pesca más ricas del océano Pacífico. Lejos quedó la idea de convertirlo en centro de pruebas para explosiones atómicas. El “premio” se lo llevaron el atolón de Mururoa –en el archipiélago de Taumotu, otra posesión del Pacífico francés– y el desierto argelino cuando era una colonia gala.

A Clipperton solo se puede llegar con embarcación propia. Pero el clima no invita a una estancia prolongada. Durante la estación seca, los vientos huracanados hacen casi imposible permanecer en pie. Y en la lluviosa, la precipitación media es de 5.000 mm, mucho más que en las pluvisilvas centroamericanas. La marina francesa acude regularmente para repintar el rótulo que proclama su posesión.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...