Cafés, viñas, tabernas y más: recorriendo Viena con todos los sentidos
Escapada gastro
La ciudad, un estilo culinario propio, alberga templos gastronómicos que van desde restaurantes con estrella Michelin hasta puestos de salchichas que marcan el auténtico pulso de la ciudad
Uno de los locales al aire libre de Naschmarkt
Viena ha sido clasificada como la mejor ciudad para vivir del mundo en un total de cinco ocasiones según el índice de The Economist, específicamente en los años 2018, 2019, 2022, 2023 y 2024. Esta posición le ha sido reconocida por diversos factores, como su estabilidad, infraestructuras, asistencia sanitaria, seguridad y oferta cultural y gastronómica.
Es en este último en el que nos vamos a fijar a la hora de hacer un recorrido por la ciudad. Porque Viena es la única ciudad que da nombre a un estilo de cocina autónomo: la cocina vienesa. Ésta se ha desarrollado a lo largo de siglos y está influenciada por la herencia cultural de los países que formaron parte del imperio austro-húngaro.
La cultura de los cafés vieneses es un componente muy importante de su identidad culinaria
Os vamos a enseñar algunos de los típicos beisl, donde os podréis deleitar con los platos tradicionales, como el wiener schnitzel. Pero Viena también es conocida por su alta gastronomía y restaurantes galardonados con estrellas Michelin que modernizan las recetas clásicas, así como por sus conocidos puestos de salchicha, unos doscientos distribuidos por los 23 distritos de la ciudad, y cada uno con una característica propia; y, como no, sus cafeterías y pastelerías. La cultura de los cafés vieneses es un componente muy importante de su identidad culinaria y fue declarada patrimonio cultural inmaterial por la Unesco en 2011.
Viena en el plato: tradición, sofisticación y comida callejera
Porque más allá de los rankings y los datos, la verdadera esencia de Viena se saborea cada día en sus calles. A primera hora de la mañana, el aroma del café recién molido se desliza por los ventanales de las cafeterías históricas, donde el tiempo parece detenerse entre cucharillas que chocan con la porcelana y vitrinas repletas de tartas apetecibles.
Leo, el primer puesto fijo de Viena
Al mediodía, los beisl se llenan de conversaciones y de platos humeantes que combinan tradición y memoria, mientras que, al caer la tarde, los puestos de salchichas iluminan las esquinas con su inconfundible olor ahumado, convirtiéndose en punto de encuentro para locales de todas las edades. Viena no solo se visita: se vive bocado a bocado, en un continuo ir y venir de sabores que revelan su pasado imperial y su presente cosmopolita.
Desde las históricas tabernas hasta los restaurantes de alta cocina, cada espacio gastronómico de Viena refleja tanto su identidad cultural como su evolución. Los puestos de salchichas son quizá el ejemplo más evidente: Zum Scharfen René, conocido por su amplia oferta de salchichas y salsas picantes, combina tradición y modernidad, y su clientela es tan variada como la tipología de perritos que sirve. La käsekrainer, la burenwurst o la frankfurter son clásicos obligatorios, y el bosna original, con su mezcla de cebolla, ketchup, mostaza y curry, demuestra cómo un plato simple puede convertirse en símbolo urbano.
Estos puestos, reconocidos como patrimonio cultural inmaterial por la Unesco, tienen su origen tras la Primera Guerra Mundial, cuando los soldados con amputaciones recibieron la oportunidad de vender salchichas ambulantes. El primer puesto fijo, Leo, todavía activo en el distrito 19, mantiene viva esa tradición los siete días de la semana, abriendo los laborales hasta las cuatro de la mañana. Otro ejemplo popular es el Wiener Würstelstand en Pfeilgasse, que combina carne ecológica con opciones veganas y adapta su oferta a la diversidad de la ciudad, desde perritos de cordero para clientes musulmanes hasta las recetas tradicionales de cerdo y ternera.
Si el objetivo es comer como los vieneses, nada mejor que un Gmoakeller, un beisl acogedor donde los platos clásicos como el escalope o el tafelspitz se sirven en un ambiente genuino y alejado del turismo masivo. Para los amantes del Wiener Schnitzel, Meissl & Schadn, restaurante histórico reabierto en 2017, ofrece una experiencia emblemática: aquí se cocinan entre 300 y 500 unidades al día, preparadas por el chef Zivko Jovanovic en un espectáculo de precisión que combina tradición y eficiencia.
El mejor local para degustar la wiener schnitz es el Meissl & Schadn
La cocina contemporánea también tiene su espacio. Meinklang, a pocos pasos del Naschmarkt, apuesta por productos de proximidad, provenientes de su granja familiar en Seewinkel, y propone platos innovadores, ensaladas y verduras de temporada, acompañados de su propio vino -muy recomendable el Meinklang Vulkán-. La sostenibilidad forma parte del proyecto, como ejemplo, los restos de comida se reutilizan para alimentar a los animales en la granja.
En la cumbre de la sofisticación culinaria se encuentra Steirereck, en el Stadtpark, con tres estrellas Michelin. Este espacio vanguardista combina arquitectura que se integra en el parque con menús que reinterpretan la cocina austriaca, tanto de carne como de pescado, a partir de productos locales y de temporada. Para quienes buscan una alternativa más accesible, la Meierei im Stadtpark, en la planta baja del mismo edificio, ofrece platos de calidad y productos de proximidad a precios más moderados.
El distrito 4, Karlsplatz y su entorno, refleja la autenticidad de la ciudad: vida de barrio, historia romana y barroca, y proximidad a lugares como el Naschmarkt, donde se mezclan puestos de dulces y gastronomía internacional. NENI, en este mercado, combina la cocina de Oriente Medio con productos locales, con terraza y ambiente animado, especialmente los sábados. Muy cerca, el restaurante Z’som y el Café Anzengruber completan la oferta de la zona, con propuestas de alta cocina y platos tradicionales cocinados con maestría, siempre en un entorno local y auténtico.
Cafeum nostrum
Porque Viena no solo se vive a través de sus platos, sino también sorbo a sorbo, recorrer sus cafés es adentrarse en la historia, la creatividad y la conciencia sostenible de la ciudad. Los cafés históricos y las pastelerías más emblemáticas combinan tradición, arquitectura y dulces de alta gama, mientras que las nuevas hornadas apuestan por café de calidad, producto local y prácticas responsables.
Las vitrinas de Demel están repletas de delicatessen
Demel (Kohlmarkt 14) y el Café Sacher (Philharmoniker Str. 4) son visitas ineludibles para los amantes de la repostería vienesa. Demel, fundada en 1786 cerca del palacio imperial de Hofburg, permite pasear entre vitrinas repletas de pasteles, bombones y dulces, y también ver cómo se prepara el Kaiserschmarrn, la torta favorita del emperador Francisco José I. Por su parte, el Café Sacher, en el hotel Sacher, conserva la receta oficial de la tarta homónima, y suele atraer largas colas de turistas deseosos de probar este ícono de chocolate.
Entre la tradición y la innovación, Vollpension Generationencafé (Schleifmühlgasse 16) rescata recetas originales de las abuelas austriacas, combinando repostería artesanal con un proyecto social que integra a personas excluidas. Desde 2012 ha abierto un segundo local en el distrito 1 y participa en ferias y festivales, llevando su propuesta de café y dulces a toda la ciudad.
La cafetería-bar de la primera planta del Gerstner K.u.K. Hofzuckerbäcker permite disfrutar de vistas a la ópera
Gerstner K.u.K. Hofzuckerbäcker, en el palacio Todesco (Kärntner Straße 51), ofrece casi doscientos años de historia. Sus chocolates, strudels y pasteles decorados son auténticas obras de arte. La cafetería-bar en la primera planta permite disfrutar de vistas a la ópera, mientras que la planta superior acoge un restaurante-café ideal para almuerzos o cenas relajadas. Los domingos, el brunch gourmet entre las once y las dos de la tarde convierte el espacio en un templo de la tradición vienesa y el buen gusto.
Cafés que marcan tendencia
Destaca GOTA Coffee (Mariahilfer Straße 192), inaugurado en 2017 por los hermanos Markus y Katharina Brun. Su secreto: tostado propio y selección meticulosa de granos. Con más de 25 tipos de café en rotación, tienda, floristería y un interiorismo escandinavo minimalista, se ha convertido en referencia. De hecho, ha sido escogida como mejor tienda de café de Europa y tercera del mundo, en el marco del Coffee Fest celebrado en Madrid este año. Por su parte, J. Hornig Kaffeebar (Siebensterngasse 29), con una larga tradición cafetera que se remonta a 1913, combina en su establecimiento vienés tradición y métodos alternativos, como el cold brew, ofreciendo cafés de extracción lenta con sabor suave y notas naturales del grano.
El strudel de manzana es otra de las especialidades más internacionales de Viena
El café Prückel, junto al Stadtpark y Doktor-Karl-Lueger-Platz, conserva su estilo art déco y combina opciones saladas y dulces, incluido el clásico apfelstrudel, con música de piano en directo. La Frauenhuber, fundada en 1824, es la cafetería más antigua de Viena, frecuentada por Mozart y Beethoven, y mantiene un interior fiel a su época, ofreciendo desayunos, comidas y cenas con clásicos de la cocina austriaca.
En Viena, cada café es un microcosmos: de la tradición a la innovación, de la historia a la sostenibilidad, cada sorbo y cada dulce permiten recorrer la ciudad, sentir su espíritu y entender que la cultura del café es tanto un ritual diario como un viaje por la memoria y la creatividad vienesa.
Más allá de los espirituales
En Viena, la gastronomía va de la mano de la bebida, y descubrirla supone adentrarse en un universo de sabores que puede ir más allá del vino y la cerveza. Últimamente también emerge un territorio hasta ahora menos conocido: las bebidas sin alcohol. Kein&Low, en Kaiserstraße 86, es el espacio que explora este mundo alternativo. Fundado por la sumiller abstemia Friederike Duhme y su socio Lucas Matthies, propone vinos proxy, tés espumosos, kombucha, kéfir y otras fermentaciones ligeras. Sus degustaciones y talleres permiten entender cómo estas alternativas pueden ofrecer experiencias gastronómicas tan complejas como un buen vino.
Si lo que buscas es una experiencia inesperada, visitar las viñas del distrito 19 es tu destino
Si lo que buscas es una experiencia inesperada, visitar las viñas del distrito 19 es tu destino. Allí, entre 600 hectáreas de viñedos y unos 150 productores, se produce el Wiener Gemischter Satz, un vino blanco único obtenido de hasta 20 variedades de uva plantadas y fermentadas juntas, una tradición local reconocida como denominación de origen protegida desde 2013.
Esta ruta puede iniciarse en Kahlenberg, a tan solo 50 minutos en transporte público desde el centro, y permite pasear entre viñas y bosques, disfrutar de panorámicas de la ciudad y seguir los senderos hasta las casetas heurigen, donde probar el vino joven de cada cosecha acompañado de panes, quesos y platos típicos. Mayer am Pfarrplatz, en Eroicagasse con Probusgasse, combina vinos frescos con comida tradicional y una visita a una de las casas de Beethoven —se dice que vivió en 36 casas diferentes a lo largo de su vida—, mostrando cómo la historia y la cultura vinícola se entrelazan. En el histórico pueblo vinícola Neustift am Walde, la bodega Fuhrgassl-Huber ofrece catas y platos locales en un entorno rústico, con música folclórica y un interior que parece detenido en el tiempo.
Las comidas campestres entre viñedos, una original propuesta gastronómica local
El peso de la cerveza en Viena
Ottakringer, en el distrito 16, lleva produciendo cerveza desde 1837 y se mantiene independiente en un mercado dominado por multinacionales. Su historia refleja la ciudad misma: fundada extramuros para pagar menos impuestos, sobrevivió a expropiaciones y crisis hasta consolidarse como referente local.
Las visitas a su fábrica permiten conocer el proceso completo y descubrir, entre otras cosas, cómo usan cebada autóctona para conferir a la cerveza su sabor característico. Al final, podrás disfrutar de una cata con la que degustar las diferentes cervezas disponibles. Por cierto, el complejo también ofrece el Otta Office, un espacio para eventos y conciertos, donde la cerveza se convierte en catalizador social.
Dentro de la revolución craft, Muschicraft destaca por su filosofía y origen: una pale ale orgánica 100% feminista creada por Sophie Tschannett, activista de la escena DYS y riot grrrl, que ha convertido la cerveza en símbolo de empoderamiento. En apenas tres años ha logrado abrirse camino en Austria y Alemania, demostrando que incluso un mundo tradicionalmente tan masculino como la cerveza puede ser reinterpretado.
En Viena, la gastronomía no es solo comida: es cultura, historia y convivencia. Cada beisl, cada cafetería, cada cervecería, cada puesto de salchichas y cada restaurante Michelin es una pieza fundamental, invitando a recorrerla bocado a bocado y a descubrir su identidad en cada plato. Los rituales de maridaje, los heurigen con vistas a los viñedos y los cafés de fermentación consciente muestran que esta ciudad no solo se come y se bebe: se vive, se comparte y se celebra en cada plato y en cada copa.