Loading...

“El momento más tenso fue en la frontera de Ghana: pasamos dos días atrapados por temas de corrupción, acampando en la aduana sin agua ni duchas”: cruzar África en moto, una historia solidaria

Un viaje único

Down to Africa es el gran viaje que están emprendiendo tres amigos para cruzar todo el continente en moto, desde Barcelona hasta Cape Town; una historia única llena de solidaridad y sueños

Proyecto de Down to África

Down to Africa es el nombre que han escogido Pablo Poch, Lucas Poch y Álex Costa para cumplir un sueño: cruzar la costa oeste de África en moto. Con ideas, compañerismo y mucha planificación, tal y como ellos mismos relatan, su objetivo es llegar desde Barcelona hasta Ciudad del Cabo, pasando por algunos de los lugares más recónditos del continente.

Hablamos con ellos para que nos cuenten su objetivo y cómo están siendo los más de 25 días de travesía -en total 3 meses-. Costa de Marfil o Ghana son algunos de los países que ya han visitado, dejando en ellos memorias y nuevas conexiones humanas.

Down to Africa

Cruzar África en moto

¿Cómo nació el proyecto y qué os impulsó a lanzaros a recorrer el continente en moto?

L: Pablo y yo somos primos, y Álex es un amigo que conocimos posteriormente. Todos compartíamos un pasado común: nuestros padres habían viajado mucho por África cuando éramos pequeños. Yo recuerdo ir al aeropuerto a recibir a mi padre, que venía y nos enseñaba unos vídeos muy cutres de hace veinte años, donde salían por las dunas y se veían los viajes que hacían. Desde entonces lo idolatré mucho. Y puedo decir esto hablando por los tres: el padre de Álex también había viajado por África, y el de Pablo había viajado con el mío. Creo que todos teníamos esa idea de cruzar África, ese continente aún por explorar y el reto que suponía hacerlo, mayor que cruzar cualquier otro.

Cuando conocí a Álex, me dijo que él también quería hacer lo mismo. Fue chocante ver que los tres compartíamos el mismo sueño, y no tardamos en decidir llevarlo a cabo.

A: Yo, de pequeño, viajé mucho a África con mi padre, haciendo trabajos de ONG durante los veranos. Nos instalábamos en poblados: la primera vez que fui tenía 10 años, y luego volví con 15, 16, 20 y 23. Viajamos por Costa de Marfil, Uganda, Congo, Ruanda, Gambia… muchos países. A los 16 o 17, en Costa de Marfil, alquilábamos motillos para movernos y pensé: “Ostras, qué bonito sería enlazar todo el continente y descubrirlo en moto”. Ahí nació la idea de querer cruzar África en moto.

Estuve a punto de hacerlo en 2019. Al terminar la universidad me fui a vivir a Francia para aprender francés y poder viajar por África en moto, pero no encontré equipo. Pasaron los años y, por casualidad, coincidimos los tres hablando del proyecto. Cada uno quería hacerlo con su grupo, pero nos dimos cuenta de que éramos quienes más tirábamos en nuestros grupos. Así que dijimos: “¿Por qué no unimos fuerzas y lo hacemos juntos?”.

Cedida por Down to Africa

¿Qué objetivos personales o colectivos buscáis con esta aventura? Entiendo que hay un componente personal, pero también solidario, ¿verdad?

A: Justo, tiene las dos patas. Para mí es un reto personal: descubrir sobre todo a la gente africana. En 2019 quería cruzar África y luego buscar qué negocios montar aquí. Ahora, en otra etapa, no busco montar negocios: quiero conocer a las personas. Cuando pienso en África, no pienso en animales o safaris; pienso en la gente. Eso conocí a través de las ONGs y es lo que quería venir a ver: sus culturas y paisajes. No vengo por turismo, sino por conocer a la gente.

Además, colaboramos con ADESCI, una ONG pequeñita de Barcelona con la que he trabajado años. El dinero que recaudamos de patrocinadores va a ADESCI y, además, vamos parando en ONGs de amigos o contactos para dar visibilidad a sus proyectos. La semana pasada, por ejemplo, estuvimos en una ONG y de ahí salieron voluntarios que irán el mes que viene gracias a que nos conocieron. Eso nos encanta.

Nos inspiró la Operación Impala, un proyecto catalán de 1962: cruzaron África desde Ciudad del Cabo hasta Barcelona

Lucas Poch, componente de Down to Africa

L: Todos estamos alineados en eso. Me atrae conocer el África auténtica, la menos turística. Como cruzamos el continente, veremos de todo; ahora estamos en África Occidental, en países que la gente no suele visitar. Nos adentramos en la África rural, que es lo que más estamos disfrutando. También, a nivel personal, salir de mi zona de confort, entender la manera de vivir aquí, tan distinta a Europa, y descubrir el continente que más me fascina.

También nos inspiró la Operación Impala, un proyecto catalán de hace muchos años: cruzaron África desde Ciudad del Cabo hasta Barcelona. Vimos el documental y nos reunimos con uno de los pilotos, que tiene más de 90 años. Nos contó su experiencia y nos inspiró muchísimo.

¿Seguisteis la misma ruta o la modificasteis?

P: Ellos hicieron la costa este subiendo y nosotros hacemos la costa oeste bajando. No había muchas opciones: el centro de África es peligroso; Etiopía y Sudán están en guerra, Somalia es complicada… La vía más “sencilla” es la ruta larga del oeste. Pasamos por un par de países algo conflictivos, como Nigeria o el Congo, pero nada que ver con el este. Por eso no pudimos recrear su ruta; hicimos la nuestra. Además, nos hacía ilusión la costa oeste: nos parece el África más auténtica, menos explotada.

Lee también

Macarena García, 37 años, actriz: “Esta profesión te agranda la empatía. Te obliga a imaginar otras realidades y te permite salir de ti misma para mirar el mundo desde otros ojos; eso siempre transforma”

Irene Marsal

¿Y las motos? ¿Cómo las elegisteis?

L: Teníamos dos opciones: comprar nuestras motos o conseguir un patrocinador. Empezamos a movernos, preguntar a contactos, buscar en LinkedIn. Fuimos a la feria de Milán, el salón mundial de la moto, y finalmente cerramos con Royal Enfield.

La marca nos dijo: “Nos encanta el proyecto; os cedemos tres motos del departamento de prensa en Inglaterra. Venid a recogerlas y llevadlas hasta Sudáfrica”. Así que fuimos con Royal Enfield, una marca perfecta para la aventura: motos pequeñas, sencillas y resistentes.

Mucha gente nos decía: “¿En serio vais a cruzar África con una moto tan pequeña?”. Pero son ideales: simples, manejables y fáciles de reparar. Las averías las gestionamos nosotros: pinchazos, piezas dobladas… Nada grave.

Cedida por Down to Africa

¿Qué le diríais a alguien que quisiera hacer esta misma ruta?

A: Primero, tener experiencia previa en moto. Es exigente física y técnicamente, sobre todo si vas por zonas rurales, donde casi no hay asfalto. Hay que estar preparado para salir de la zona de confort: dormir en tienda, comer lo que haya…

También es importante el material: lo que llevas en la moto es tu casa; mejor poco pero de calidad. Y elegir bien a los compañeros: pasarás muchos días con ellos y eso es clave.

Otra pieza clave es la planificación: no es un viaje de una semana. Estuvimos un año y medio preparándolo. No planificas cada detalle, pero sí lo general, porque todo cambia. Siempre decimos: un objetivo sin un plan es solo un sueño. Pedimos excedencias en el trabajo, planeamos mucho; con planificación se puede.

Y ayuda hablar con gente que ya lo haya hecho: te dan consejos útiles sobre fronteras, rutas, etc.

¿Habéis tenido algún momento peligroso o de tensión?

A: Con gente, no; aunque alguna vez nos metimos en sitios donde se enfadaban, pero nada serio. Sí hemos tenido caídas. Por ejemplo, Pablo se cayó al mar y le costó salir; yo me caí por un pequeño precipicio. A nivel personal nos sentimos seguros.

P: El momento más tenso fue en la frontera de Ghana: pasamos dos días atrapados por temas de corrupción, acampando en la aduana sin agua ni duchas. Fue durísimo.

¿Os habéis preparado de alguna forma para los países más peligrosos?

L: Sí. En Nigeria, por ejemplo, hemos hablado con gente que ya la cruzó. Iremos por las carreteras principales, sin desviarnos. La gente local también nos dice que no nos metamos por caminos raros: hay riesgo de robos o secuestros, sobre todo en el norte por Boko Haram. Manteniendo la ruta principal no debería haber problema, aunque siempre está esa incertidumbre.

Cedida por Down to Africa

¿Tenéis alguna anécdota especial con gente local?

P: Sí, la de la casa del jefe del pueblo. Un día, al caer la tarde, buscábamos dónde dormir. Nos metimos por un camino hasta llegar a un poblado de casas con techo de paja. Les preguntamos si podíamos acampar y todo el pueblo vino a ayudarnos. Nos dejaron dormir en la casa del jefe del pueblo; él se fue a dormir a otro sitio.

Mientras arreglábamos un pinchazo y nos duchábamos con cubos de agua, todo el pueblo nos observaba atentamente. Nos traían cacahuetes, nos ofrecían lo poco que tenían. Fue impactante: parecía que nunca habían visto a personas blancas. Hasta me tuve que duchar con bañador porque no se iban. Fue muy gracioso. Después bailamos con ellos, hicimos trucos de magia… Fue muy bonito; nos acogieron genial.

L: También destacaría cuando Álex volvió a Costa de Marfil doce años después.

A: Sí, fue muy emocionante. En 2012 ayudé a montar un pozo en un pueblo llamado Manaboué, y ahora, al pasar, la gente me reconoció. Nos abrazamos, nos quedamos a dormir… Fue de máxima felicidad. Ver que el pozo sigue funcionando tantos años después fue increíble.

Cedida por Down to Africa

¿Cuándo acabéis la ruta, ¿qué viene después? ¿Seguiréis con el proyecto o será el punto final?

L: Punto final, desde luego que no. A la gente le está gustando mucho lo que hacemos, y a nosotros todavía más.

A: Antes de salir dijimos: “Vamos a hacer un pódcast para grabar las historias que nos pasan”. Y parece que a la gente le encanta.

P: Tenemos más ideas: quizá nuevos viajes, competiciones de rally… Pero punto final no. Dejamos las puertas abiertas; algo haremos, seguro.