Una mezcla de sorpresa y admiración invade a los huéspedes que cruzan por primera vez el umbral del Párisi Udvar Budapest. ¡Wow!; ¡Guau!, ¡Oh là là!, ¡Uau!, los vocablos son tan diversos como la procedencia de la selecta clientela que frecuenta uno de los establecimientos más singulares de la capital húngara. Su corta vida como hotel -abrió las puertas en 2019 de la mano de Hyatt- encarna la última etapa de la apasionante historia de un edificio que nació bajo el hechizo del París de principios del siglo XIX y que, durante más de 200 años, ha mantenido un especial vínculo emocional con la ciudad.
¿Quién no ha tenido en el pasado algún recuerdo relacionado con Párisi Udvar? Y es que su historia ha transcurrido en paralelo a la historia de Pest -en aquellos momentos bajo el imperio austríaco- hasta la efervescente y vanguardista Budapest actual.
 
            Interior del Párisi Udvar
La inauguración en 1817 de las primeras galerías comerciales de la ciudad entre la actual plaza Ferenciek y la calle Petőfi Sándor se convirtió en todo un acontecimiento. Inspirándose en el Passage des Panoramas, el primer pasaje comercial cubierto de la capital francesa, el prestigioso arquitecto austríaco Mihály Pollack -autor también del Museo Nacional Húngaro- hizo realidad el sueño del barón József Brudern; construir un palacio singular cuya arquitectura y decoración no dejaran indiferentes.
El propio aristócrata, un bon vivant conocido en los círculos sociales de la época, instaló su vivienda en la planta superior, mientras que en la planta baja se abrían 32 elegantes tiendas de muebles, calzado o lencería. Iluminadas por la luz natural que entraba a través de una gran cúpula de cristal, los arcos y columnas, vidrieras y mosaicos no pasaron desapercibidos. Por entonces, la gente ya había empezado a llamarlo Casa Párisi o Párisi Udvar (en húngaro patio o pasaje de París), una denominación que ha sobrevivido hasta hoy.
En 1914 se inauguraba un impresionante edificio art nouveau con elementos árabes, moriscos y góticos
Casi un siglo más tarde, en horas bajas, la Belvárosi Takarékpénzár, la Caja Central de Ahorros de Budapest, adquiría la propiedad y tras una profunda remodelación la convertía en 1914 en su nueva sede. En los trabajos no se reparó en gastos. El arquitecto responsable, Henrik Schmahl, se rodeó de los maestros, firmas y materiales más renombrados de la época: cerámica Zsolnay, vidrieras Miksa Róth, Villeroy & Boch, Haas y Somogyi Luxfer, el taller de Gyula Jungfer para el hierro forjado que decoraba partes del edificio…
El resultado no podía haber sido mejor: un impresionante edificio art nouveau con elementos árabes, moriscos y góticos de gran belleza que respetaba en su planta baja el uso comercial, Las dos primeras plantas las ocupaba la entidad bancaria y las superiores pasaban a ser lujosos apartamentos de alquiler.
 
            El Párisi Udvar en los primeros años dels siglo XX
Después llegaría la guerra y la dura posguerra. La ocupación alemana primero y la instauración del régimen socialista después dejaron huella en el edificio, que fue nacionalizado, y despojado de algunos elementos del estilo original, para adaptarlo a sus nuevos usos: oficinas gubernamentales.
La agencia de viajes IBUSZ y la confitería y heladería Jégbüfé fueron dos de los negocios que pasaron a ocupar sus bajos, este último hasta 2014. En sus más de sesenta años, se había convertido en uno de los locales más populares de Budapest: las mesas, ubicadas a lo largo de los amplios ventanales, permitían disfrutar de una tarta Dobos mientras la gente observaba el ir y venir de la bulliciosa ciudad, que evocaba una atmósfera de “verdadero mundo occidental”, incluso en los años más oscuros del socialismo.
Con la caída del régimen, la falta de mantenimiento acentuó un deterioro que parecía imparable. Poco quedaba del Párisi Udvar que en otros tiempos había sido el epicentro del lujo y la distinción.
El hotel
Cuando la situación parecía casi irreversible, el edificio renació de nuevo de sus cenizas. Ahora en forma de hotel. Tras cuatro años de profundas reformas, en 2019 abría sus puertas el Párisi Udvar Budapest como parte de The Unbound Collection by Hyatt, un establecimiento que ha recuperado fielmente el esplendor y la belleza art nouveau de principios del siglo XX.
 
            La cúpula del edificio ha sido totalmente restaurada
La fachada original, las escaleras y los azulejos decorativos se han conservado cuidadosamente. Las 110 habitaciones, entre ellas 18 suites de lujo y dos exclusivas residencias con terraza y vistas sobre la ciudad en lo más alto de la propiedad, cuentan con muebles hechos a medida por artesanos húngaros y camas de lujo con sábanas de 300 hilos.
La galería comercial -la pieza central-, con su cúpula hexagonal que parece bañada en oro, ha sido reconvertida en vestíbulo y las baldosas del piso originales, restauradas. Son las mismas baldosas sobre las que un hombre es asesinado en Tinker, Tailor, Soldier, Spy -estrenada en España como El Topo-, una película protagonizada por Gary Oldman, Colin Firth y Tom Hardy en 2011.
 
            Habitación de la suite presidencial del Lobby del hotel Párisi Udvar Budapest
Junto a él, el restaurante principal, el Párisi Passage Cafe and Brasserie, con cocina abierta, sirve cocina internacional junto a una selecta propuesta de vinos locales y extranjeros, mientras que el Café Párisi Passage deleita a los comensales con especialidades de repostería húngara, con el Párisi Kocka, un pastel de chocolate amargo, como estrella.
El protagonista de la noche es el Étoile Champagne Bar, en el que saborear una copa del mejor champán o un original cóctel. Complementa la oferta del hotel el Spa Zafir. Abierto a la ciudad, la nueva propiedad ofrece visitas guiadas tres tardes por semana que permiten contemplar detalles desconocidos por el gran público, como pequeños dibujos de abejas en distintos rincones -insectos que aludían al pequeño ahorrador-, la gran lámpara de araña o el histórico ascensor original.
Budapest: cuaderno de viaje
Budapest es una urbe efervescente con una destacada propuesta cultural, artística y gastronómica que atrae a un gran número de viajeros internacionales. En este redescubrimiento de la capital húngara, historia, tradición y vanguardia caminan firmemente de la mano.
Danubio: alma líquida
 
            'Promenade' del pintor húngaro Vaszary János
Más que un río, el Danubio encarna la esencia de la ciudad. Durante siglos ha ejercido de arteria económica, estratégica y cultural. La construcción en 1849 del puente de las Cadenas, el primero permanente que unió Buda y Pest, facilitó la unificación de las dos ciudades un cuarto de siglo más tarde. En la orilla derecha, el barrio del castillo, en la colina de Buda —hoy patrimonio de la humanidad— se erige salpicada de edificios de visita obligada. En el margen izquierdo, el espectacular Parlamento es la cara visible de la urbana y vibrante Pest. Recorrer el Danubio a bordo de una embarcación, preferiblemente de noche —hay propuestas de cena gourmet muy interesantes—; pasear a orillas del río, o sentarse con la vista puesta en sus aguas en la mesa de alguna cafetería o restaurante —la oferta gastronómica de la ciudad está en la cima de su popularidad— son un must al visitar Budapest.
Müpa. el palacio de las artes escénicas
 
            La compañía Recirquel, dirigida por Bence Vági, actúa este otoño en la ciudad
Situado junto al puente Rákóczi, Müpa, una de las instituciones culturales más modernas de la capital, es el gran referente de la danza, el teatro, la música y las artes plásticas. Su programación incluye conciertos de música actual, ópera y jazz, danza, producciones literarias y cinematográficas y circo contemporáneo, entre otras disciplinas. Uno de los montajes más destacados de la temporada lo protagoniza Recirquel, la compañía de circo-danza dirigida por Bence Vági, el reconocido director y coreógrafo húngaro.
Unicum: la historia en una botella
         
            Unicum se ha convertido en un icono
La bebida nacional húngara, un licor elaborado con más de 40 hierbas y de sabor amargo que se remonta a finales del siglo XVIII, personifica una historia de resistencia y renovación. La destilería fue destruida durante la II Guerra Mundial y sus propietarios, la familia Zwack, de origen judío, fue perseguida por los nazis primero y despojados de su propiedad después, al ser nacionalizada por el régimen comunista. János Zwack huyó al exilio con la receta original, lo que obligó a las autoridades a producir el brebaje con una fórmula sucedánea. La caída del comunismo permitió recuperar la fábrica y el sabor auténtico. El Zwack Museum abre la puerta a conocer de cerca una historia apasionante.
Vibe Budapest: la revolución del ocio nocturno 
         
            Vibe Budapest combina gastronomía y ocio nocturno
Esta especie de restaurante-cabaret abrió sus puertas el año pasado con una propuesta rompedora que combina gastronomía, música y artes escénicas, y en pocos meses se ha convertido en uno de los locales más espectaculares y más de moda de Budapest. Ofrece platos de cocina nikkei —una fusión de sabores japoneses y peruanos— y actuaciones en vivo de bailarines, músicos y acróbatas junto a la mesa. Sus originales cócteles llevan la firma del catalán Marc Álvarez.

 
            

