Loading...

Clermont-Ferrand, un viaje sorprendente al universo Michelin

Escapada

El museo l'Aventure Michelin muestra la innovación y evolución a través de una puesta en escena interactiva que involucra a los visitantes en una ciudad que depara otras sorpresas a los foráneos

Bibendum, el mítico muñeco de Michelin nació en 1898

Jerome Cambier / Aventure Michelin

Hay ciudades que nos suenan solo de carteles en la autovía. Poblaciones por las que pasamos cerca en numerosas ocasiones, pero a las que nunca damos una oportunidad. Una de ellas es Clermont-Ferrand, capital del departamento Puy-de-Dôme, en el corazón de Francia, cuyo letrero vemos anunciado si viajamos a París. ¿Vale la pena tomar la salida y dedicar unas horas a esta ciudad? Rotundamente, sí.

Lo primero que asociamos a Clermont-Ferrand, si es que nos viene algo a la cabeza, es que es la ciudad que vio nacer la empresa de neumáticos Michelin, multinacional que gracias a su innovación constante se ha mantenido líder en su sector hasta el día de hoy. Como no podría ser de otra manera, tras salir de la autovía, la primera parada obligada es l’Aventure Michelin, un fantástico museo en el que descubriremos mucho más que ruedas.

L'Aventure Michelin es una caja de sorpresas

Jerome Cambier / Aventure Michelin

L’Aventure Michelin nos propone un viaje desde los inicios de la marca hasta la actualidad; un periplo que nos permitirá aprender de cubiertas, pero también de creatividad, diseño, innovación y espíritu de superación. En el museo hay auténticas joyas, como los primeros neumáticos de bici o coche, así como multitud de vídeos, fotos antiguas y reconstrucciones históricas que hacen la visita mucho más amena.

El origen de Michelin

El punto de partida es 1889, cuando dos hermanos, André Michelin y Édouard Michelin, que heredaron un negocio familiar de caucho, fundaron Michelin. Ya en nuevas manos, la revolución empieza a partir de 1891, cuando los hermanos pasan de fabricar bombas agrícolas a patentar el primer neumático desmontable para bicicletas, que permitía cambiarlo en apenas 15 minutos. Lo que hoy damos por hecho era entonces una auténtica revolución técnica, pues las gomas estaban adheridas a la llanta y su cambio requería de muchas horas y una noche de secado.

André y Édouard Michelin lanzaron en 1900 su guía, un pequeño librito de tapas rojas que incentivaba a viajar por placer 

Este fue el primer éxito empresarial de los hermanos Michelin, quienes también fueron pioneros en marketing, como se puede aprender a lo largo de la exposición. Un buen ejemplo de ello es cuando en 1891 decidieron patrocinar a Charles Terront, un ciclista que ganó la mítica carrera de larga distancia París-Brest usando los neumáticos desmontables Michelin. 

La picaresca de estos emprendedores les llevó a esparcir algunos clavos en el pavimento para provocar que Terront pinchara y pudiera arreglar rápido el reventón ante la atenta mirada del público congregado. Una picaresca que tenía como objetivo que los espectadores se quedaran alucinados con lo que acababa de ver y corriera la voz.

El Museo expone los primeros neumáticos de la historia

Jerome Cambier / Aventure Michelin

Los Michelin habían descubierto la gallina de los huevos de oro, y la escalabilidad de su invento no conocía techo. Pocos años más tarde, en 1895, presentaron los primeros neumáticos desmontables para coches, un sector en pleno auge. Y en 1946 patentaron el neumático radial con carcasa de acero que se acabó convirtiendo en el estándar de la industria automovilística.

En la exposición también hay varios coches expuestos, y uno de los más impactantes es el Citroën DS PLR Michelin Mille Pattes (Ciempiés). Se trata de un prototipo de pruebas de más de siete metros y once ruedas en total que usaron para probar la resistencia de los neumáticos de camión a alta velocidad.

Citroën DS PLR Michelin, conocido como el 'Cienpiés', un prototipo de once ruedas

Aventure Michelin

El mejor logo del siglo XX

Otro gran acierto de los hermanos fue encargar a un ilustrador un logo que definiera la marca. Así fue como de la mente y el lápiz de Marius Rossillon (conocido artísticamente como O’Galop) nació en 1898 el mítico Bibendum, el hombre de Michelin. El muñeco está formado por neumáticos y su nombre proviene de la frase en latín Nunc est bibendum (Ahora es el momento de beber).

Con esta denominación querían demostrar que estos resistentes neumáticos podían “devorar” clavos, cristales o cualquier objeto que se encontrase en la calzada. Los amantes del diseño gráfico disfrutarán de una sala dedicada en exclusiva al origen, evolución y aplicativo en mil objetos de este icónico logotipo, premiado por el Financial Times en el año 2000 como el mejor logo del siglo XX.

Lee también

El origen de las guías de viaje

La palabra Michelin no solo nos evoca a neumáticos, también a los mejores restaurantes del planeta. Y esto se lo debemos, de nuevo, a André y Édouard Michelin. En 1900 lanzaron su famosa guía: la Guía Michelin, un pequeño librito de tapas rojas que incentivaba a los automovilistas a viajar por placer y a descubrir nuevos destinos. En sus páginas daban instrucciones para reparar pinchazos, pero también había listados de hoteles y restaurantes. Y mientras estos viajeros pioneros empezaban a hacer escapadas en coche, los neumáticos se iban desgastando y la demanda de nuevas cubiertas, crecía. 

Es fascinante ver en diferentes vitrinas los primeros ejemplares de esta mítica guía que, aunque ha acabado siendo un listado de buenos restaurantes, fue durante muchos años el mejor aliado para los viajes por carretera.

Más allá del Museo Michelin

Catedral de Notre-Dame-de-l'Assomption, una de las joyas de Clermont-Ferrand

chromoprisme

Clermont-Ferrand ofrece mucho más que l’Aventure Michelin. Para empezar, tiene un casco histórico agradable con dos joyas remarcables: la catedral de Notre-Dame-de-l'Assomption y la basílica de Notre-Dame-du-Port. La primera, de estilo gótico, es negra debido a que se construyó con roca volcánica de Volvic. Además de su curiosa fachada, en su interior aguardan unas fantásticas vidrieras y pinturas murales. 

La segunda, la basílica de Notre-Dame-du-Port, es una obra maestra del románico que fue declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1998. Dos elementos la hacen especial: su ábside piramidal y los más de 250 capiteles románicos esculpidos que hay repartidos en su interior.

La capital del departamento de Puy-de-Dôme es asimismo la puerta de entrada del parque natural regional de los Volcanes de Auvernia, un paisaje verde volcánico en el que antiguos cráteres se cubren de bosques, praderas y pueblecitos encantadores. La excursión más habitual y rápida desde la ciudad es subir al famoso Puy-de-Dôme, emblema de la región y declarado sitio geológico excepcional por la Unesco. Para ascender a la cima (1.465 metros) se puede optar por un tren cremallera (que se coge desde un gran aparcamiento público) o hacer una excursión a pie de unas dos horas de duración.