En un rincón tranquilo del Parque San Francisco, entre el murmullo del estanque y la sombra de sus árboles, una niña de mirada despierta observa a quienes pasan. Su flequillo negro, su lazo inconfundible y esa mezcla de picardía y reflexión la convierten en un imán para cualquiera que la reconoce.
Esa ciudad donde puedes sentarte junto a Mafalda es Oviedo. Fue el primer y único lugar de España donde la icónica niña de Quino permanecía de forma estable en un espacio público. Y la historia de cómo llegó allí está íntimamente ligada al cariño que Asturias siempre ha mostrado hacia su creador.
El banco más querido de Oviedo
La escultura se encuentra en pleno corazón de la capital asturiana, en el Parque San Francisco, sentada en un banco frente al estanque. Fue inaugurada en 2014, el mismo año en que Quino recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, y el propio autor pudo asistir a este momento tan significativo.
“Es la segunda ciudad del mundo después de Buenos Aires que cuenta con una escultura pública de Mafalda”, dijo Quino durante la inauguración de la estatua.
Quino, junto a una escultura de Mafalda en Oviedo
Desde entonces, la figura forma parte de las dos fotos más buscadas por los turistas que visitan Oviedo, junto a la popular escultura de Woody Allen situada a pocos metros. La presencia de Mafalda se ha integrado en la identidad afectiva del lugar.
“Es la segunda ciudad del mundo después de Buenos Aires que cuenta con una escultura pública de Mafalda”
Un homenaje a una forma de mirar el mundo
Oviedo incorporó a Mafalda porque el personaje refleja los valores que siempre acompañaron a Quino y que el público asocia a su obra: mirada crítica, sentido del humor y una clara vocación humanista.
En Asturias, ese espíritu ha encontrado un eco especial desde la concesión del premio al autor, y la escultura se ha convertido en un pequeño punto de encuentro intergeneracional. Sentarse junto a Mafalda invita a detenerse y reflexionar, una experiencia que muchos visitantes comparten de forma espontánea.
El escultor que tiene permiso para darle vida
Pablo Irrgang, artista argentino, es el único escultor autorizado por Quino para recrear a Mafalda y a los personajes de su universo. Así lo recoge la documentación oficial: únicamente él puede firmar estas esculturas.
La obra ovetense se realizó en arcilla y posteriormente se recubrió con resina y fibra de vidrio para resistir las inclemencias del tiempo. Es además una réplica de la Mafalda porteña del barrio de San Telmo, donde la niña también se sienta en un banco observando el mundo.
Un paseo entre árboles y memoria cultural
El entorno convierte la visita en una experiencia singular. El Parque San Francisco es uno de los pulmones verdes de Oviedo, repleto de rincones tan reconocibles como la Rosaleda o el monumento homenaje a Leopoldo Alas “Clarín”. El banco de Mafalda se integra en este paisaje cotidiano donde paseantes, familias y lectores se detienen para fotografiarse, acariciar el lazo de la niña o simplemente compartir un momento junto a ella.
Las otras Mafaldas: del Besòs a Matadero
Oviedo es la referencia principal, pero no la única. Santa Coloma de Gramenet instaló una escultura con Mafalda, Susanita y Manolito, también obra de Irrgang, a orillas del Besòs. Sin embargo, fue retirada tras sufrir actos vandálicos, según recoge la documentación oficial.
Madrid se sumó a la lista hace un año: el barrio de Matadero acogió una nueva Mafalda donada por Penguin Random House, también salida del taller de Irrgang. Será la tercera presencia del personaje en España y la duodécima en el mundo. La inauguración contará con la presencia de la familia de Quino, un gesto que refuerza el vínculo emocional con el legado del autor.
Un lugar al que volver
Pero ninguna de estas historias eclipsa a la Mafalda ovetense. Allí, en ese banco que mira al estanque, sigue sentada la niña que invita a mirar el mundo con preguntas. La ciudad ha incorporado ese gesto a su paisaje cultural: un homenaje a la sensibilidad, la ironía y el humanismo que Quino transmitió durante décadas.
Quien se sienta a su lado en Oviedo no solo se hace una foto: comparte un instante con un icono que sigue llamando a pensar, a mantener viva la curiosidad y a recordar que la ternura y la lucidez pueden ir siempre de la mano.

