Josep y Rosa, 16 años dedicados al submarinismo en Maldivas: “Lo mejor es no tener una vida cuadriculada y sentir que no perteneces a ningún sitio”

16 AÑOS VIVIENDO EN MALDIVAS

Esta pareja de catalanes dieron un giro a su vida y en 1999 se mudaron a Maldivas para trabajar como instructores de buceo

Josep Clota y Rosa Brau, en una actividad de submarinismo en Maldivas (cedida)

Josep Clota y Rosa Brau, en una actividad de submarinismo en Maldivas (cedida)

Hay decisiones que marcan irremediablemente el ritmo de las cosas y más cuando suponen un giro de 180 grados a tu vida. Josep Clota (61) y Rosa Brau (57) se conocieron en un curso de buceo en 1992 y desde entonces sus caminos no se han vuelto a separar. Solo tres años más tarde ya tenían el nivel de instructor y fundaron una escuela de submarinismo en Sabadell. “La escuela funcionó muy bien porque eran buenos años y era el boom del submarinismo”, cuentan en una conversación con Guyana Guardian.

Maldivas es un auténtico paraíso tropical situado en el océano Índico, al sudoeste de Sri Lanka y a 450 quilómetros de la India, y es considerado un microestado. Es el país menos poblado de Asia y está constituido por 1200 islas. Actualmente, con las redes sociales, es muy sencillo hacerse una idea de como es Maldivas, pese a que no es un destino para todos los bolsillos. Sin embargo, hace 25 años, era complicado encontrar a mucha gente que supiera situarlo en el mapa.

Josep i Rosa, 15 años en Maldivas (5)

Josep Clota y Rosa Brau, en una actividad de submarinismo en Maldivas (cedida)

“En aquellos años era muy chulo porque era muy básico. Vivíamos con mínimos, no teníamos agua caliente, ni internet, ni televisión”, explica Josep. “Era mucha gente trabajando, conocías gente de muchas nacionalidades y eso era muy bonito. La dirección del resort era muy enrollada. Teníamos muy buena vida. O sea, estábamos trabajando, pero en algo que te gusta y que te apasiona”, cuenta. A pesar de que no cobraban excesivamente bien, eran muy felices con ese estilo de vida. “Era como estar cada día de vacaciones y hacer lo que te gusta y te pagaban. Vivíamos sin muchos lujos ni modernidades, pero tampoco nos hacía falta”.

La tecnología también fue llegando paulatinamente a Maldivas y la vida empezó a cambiar. “El país ha cambiado mucho, todo era bastante sencillo, pero lo que es el alojamiento, los clientes y demás, se han ido volviendo más lujosos”. 

Josep Clota y Rosa Brau, en una actividad de submarinismo en Maldivas (cedida)

Josep Clota y Rosa Brau, en una actividad de submarinismo en Maldivas (cedida)

Durante los 16 años que estuvieron en Maldivas, trabajaron en tres islas diferentes y siempre tuvieron máxima libertad. “Podíamos comer en el restaurante de los clientes, que la comida era mucho mejor”, relata. “Comer es muy importante porque estás todo el año allí, y si tienes buena fruta, verdura y cosas al final lo notas. Ahora nos comentan que el staff no puede ir a los restaurantes de los clientes y así te queda muy reducido a estar en la zona del equipo y en nuestro caso no fue así”, cuenta Rosa. 

En solo 2 meses, tuvieron que tomar la decisión de dejarlo todo y empezar una nueva vida en la otra parte del mundo. Según relatan, su adaptación fue muy sencilla. “Estaba muy claro que queríamos irnos, y además nos encantaba el destino. Aquí tienes cine, teatro y muchas cosas. Allí no teníamos nada de esto, pero teníamos ganas de esta aventura y de hacer los que nos apasiona”, explica Rosa.

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Todo lo que se encontraron a llegada fue positivo. “Comienzas la aventura con un poco de nerviosismo, pero en el momento en el que te sumerges en ese ambiente, con el staff, entras en una vorágine increíble”, cuenta Josep. “Te mantienes en forma mentalmente y físicamente”. Cuando llegaron a Maldivas hace 25 años, la comunicación no era instantánea como lo es ahora y la distancia con la familia pesaba más. “Escribíamos cartas y llamábamos una vez al mes. Todo era chulísimo y fue una experiencia buenísima. Cada tarde, cada puesta de sol, pensábamos lo bonito que sería explicárselo a los amigos y a la familia. Es un lugar muy especial”.

Tomar una decisión de este calibre, no siempre es comprendida por el entorno más cercano. Sin embargo, Rosa explica que sus padres les apoyaron mucho y les animaron a cumplir su sueño. “Nos encontramos más gente joven que nos preguntaba si estábamos seguros de esta decisión. Hubo mucha gente que se alegró de que tomáramos esta decisión si eso nos hacía felices”.

Josep i Rosa, 15 años en Maldivas (3)

Josep Clota y Rosa Brau, en una actividad de submarinismo en Maldivas (cedida)

Lo más duro era el momento de volver a Maldivas y dejar a la familia en casa

Staff Writer

Ambos consideran que adaptarse a un paraíso así no es difícil, aunque reconocen que hay “gente más urbanita que se les hace más cuesta arriba”. Este estilo de vida no está hecho para todo el mundo “había gente que no duraba ni 3 meses. A algunos se les hacía muy pequeña la isla”. Estar tan lejos de casa también tiene aspectos negativos. Para Josep y Rosa lo más complicado fue que sus padres se iban haciendo mayores. “Veníamos una vez al año y no podías evitar pensar si sería la última vez que los verías. Lo único que era duro era el momento de volver a Maldivas desde casa y dejar a la familia aquí”, confiesan. 

La calma y la paz con la que vivían en Maldivas ha marcado su manera de ser y de vivir. A nivel personal, esta experiencia les ha servido para vivir con más libertad “y no tener una vida cuadriculada”. Rosa relata que esta experiencia le ha permitido “entender que cada cultura es diferente y el hecho de sentir que no perteneces a ningún sitio”. Además, de todos estos años guardan grandes amigos y se reúnen puntualmente en diferentes puntos del mundo. 

Josep Clota y Rosa Brau, en una actividad de submarinismo en Maldivas (cedida)

Josep Clota y Rosa Brau, en una actividad de submarinismo en Maldivas (cedida)

Las circunstancias familiares les obligaron a volver a Sabadell en 2015

Hace 10 años, la vida de Josep y Rosa volvió a dar un gran giro, y por cuestiones personales, tuvieron que volver a Sabadell. Les ofrecieron volver a una isla del resort que era más grande. “Esto era una cosa que nos echaba para atrás, porque tal y como se estaba transformando Maldivas tampoco era nuestra manera de ser”, explica Rosa. Antes, de tomar una decisión definitiva, se tomaron un año sabático y estuvieron viajando por Estados Unidos. Durante este período de tiempo, el padre de Rosa falleció y su madre se quedó sola y a cargo de una tía. “Así que por circunstancias de la vida no volvimos a Maldivas”.

Pese a llevar ya una década en Sabadell, Rosa confiesa que sigue sin estar adaptada. “Una cosa que se me ha quedado es que allí todo era abierto y al aire libre y aquí tengo problemas con los espacios cerrados donde hay mucho ruido, como un restaurante”. La diferencia en el ritmo de vida también es lo que más anhela Josep: “A la manera de vivir de aquí no te acostumbras, es de locos, aquí sobrevives. En cambio, allí, vivíamos muy tranquilos, todo era muy zen”.

Josep Clota y Rosa Brau en Maldivas (cedida)

Josep Clota y Rosa Brau en Maldivas (cedida)

Josep y Rosa dejaron atrás la vida bajo el mar en Maldivas para tener un trabajo más convencional en España. Rosa trabaja en una empresa que se dedica a la robótica organizando los viajes, la logística y el mantenimiento de las naves, y Josep se encarga de la comunicación de una asociación cultural en Sant Cugat. A pesar de que durante 16 años fue su casa, no han vuelto a Maldivas desde que decidieron volver. El primero de los motivos, es que hay mucho mundo por explorar, y han viajado por muchos otros lugares. Además, Rosa confiesa que ahora está preparada para volver. “Como no fue una cosa premeditada, tenía la sensación de que necesitaba espacio y no volver allí”. 

El futuro siempre es incierto, pero esta pareja de submarinistas experimentados prefiere no hacer planes “la vida te enseña que todo cambia y más vale vivir el momento”. Aun así, si la economía y la salud lo permite “continuaremos viajando, vivimos en un planeta no muy grande y que menos que intentar ver lo máximo”. 

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