De cantera de marés a oasis cultural: Lithica, el tesoro escondido de Menorca que no esperabas
Con historia
La antigua pedrera es hoy un jardín, laberinto y escenario cultural situada en el oeste de la isla

Laberinto en Lithica, un espectacular espacio de piedras talladas
Menorca es mundialmente conocida por sus playas de aguas cristalinas. Las del sur, de arena blanca y agua turquesa, nada tienen que envidiar a las del Caribe. Mientras que las del norte, rocosas y agrestes, ofrecen una belleza lunar única. Pero más allá de la costa, este pequeño paraíso del Mediterráneo, que tan bien ha sabido preservar su esencia de la vorágine del turismo, esconde un tesoro bastante desconocido: las Pedreres de s’Hostal.
Si alguna vez has ido a Menorca, seguramente te habrán encandilado las casas y palacetes de marés que hay en Ciutadella, Maó o es Mercadal. La procedencia de este material lo debemos buscar, precisamente, en las Pedreres de s’Hostal, unas antiguas canteras situadas a un par de kilómetros al este de Ciutadella. Hoy en día este espacio es mucho más que un enorme agujero en la tierra que deja boquiabierto a todo el que lo visita; es un testigo del pasado, un escenario ideal para eventos culturales y musicales y, sobre todo, un paraíso para los amantes de la fotografía.

Origen e historia
Remontémonos a finales del siglo XIX. Las ciudades más importantes de la isla, Ciutadella y Maó a la cabeza, demandaban cada vez más un tipo de piedra arenisca blanca para construir sus casas y edificios. La Pedrera de s’Hostal fue la respuesta perfecta a esa demanda, pues se trataba de una cantera kilómetro cero que permitía extraer y manipular muy fácilmente este tipo de material.
Las piedras blancas empezaron a viajar por toda la isla dando forma a construcciones nobles y edificios gubernamentales. El apogeo de la cantera llegó a mediados del siglo XX, cuando los operarios, conocidos como trencadors (un tipo de picapedrero), tallaban sin descanso la piedra a mano, bloque a bloque, en busca de la mejor veta de extracción.
El trabajo de trencador era físicamente muy exigente, ya que requería gran habilidad para cortar las piedras con una herramienta de hierro larga y robusta. Debía realizar cortes precisos, y es por ello que tenían conocimientos de la geología de cada cantera. En una parte de las Pedreres de s’Hostal la extracción era artesanal, y eso se nota por el tipo de corte irregular visible todavía hoy.
El trencador marcaba el tamaño deseado del bloque, cortaba la piedra y luego la separaba (la ‘trenaba’). Una vez extraídos estos bloques, se pulían para que tuvieran las dimensiones deseadas, y luego se izaban hasta la superficie para que camiones las transportaran a su destino final. En otra parte de la cantera, sin embargo, las huellas en la piedra son mucho más geométricas, pues la extracción ya se hizo de manera automatizada, con cortes limpios y horizontales.

Pero como todo en la vida, nada es para siempre. Las Pedreres de s’Hostal tuvieron su ocaso a finales del siglo XX, y la fecha concreta de su defunción como cantera fue en 1994, cuando cerró oficialmente. El principal motivo fue la caída de la demanda de marés, motivada por la aparición de nuevos materiales para la construcción. Por suerte para todos, este enorme hueco en la tierra no se convirtió en un vertedero, sino que fue recuperado y reconvertido en un espacio cultural y natural que se bautizó con el nombre de Lithica.
El objetivo de Lithica, la fundación que tomó las riendas de la gestión de la Pedrera de s’Hostal, estaba muy claro: no destruir el pasado, sino reinterpretarlo. Para ello, lo adecuó y empezó a organizar visitas guiadas, eventos y conciertos, hasta conseguir que este paisaje esculpido por la acción humana se convirtiera en uno de los sitios más interesantes a visitar en Menorca.

Jardines vegetales y laberintos de piedra
En la actualidad, las Pedreres de s’Hostal, o Lithica, conforman un conjunto de espacios bellísimos que van más allá de un enorme socavón de piedra blanca. Se trata de un gran espacio visitable de casi siete hectáreas en el que se puede pasear por un precioso jardín vegetal repleto de árboles, matorrales y plantas aromáticas, y continuar por un laberinto mineral de piedra cuyo recorrido transcurre entre enormes bloques de marés tallado.
El laberint dels Vergers es una trama que incluye diferentes espacios y está formada por 18 especies vegetales autóctonas y plantas aromáticas. Un hábitat que evoluciona al ritmo de las estaciones cuyo objetivo es ofrecer un paseo sensorial y consciente. Sus bajos setos permiten la vista a todo el espacio, un recorrido de 140 metros. Luego encontramos el jardín Medieval, un huerto secreto, paradisíaco y geométrico inspirado en los huertos de los conventos, cuya fuente central, rodeada de rosas, simboliza la vida. A continuación, está el circuito botánico, un paseo lineal que bordea las paredes de la cantera y muestra cómo la flora local se adapta a cada recoveco.
Entre las piedras talladas y la vegetación, el entorno invita a detenerse, a mirar, a fotografiar desde todos los ángulos posible
Finalmente, se llega al laberinto mineral, situado a los pies del tótem de piedra y creado por la artista Laetitia Lara, quien se inspiró en el Minotauro. Se trata de un entramado de planta cuadrada de 600 m2 cuyos múltiples caminos retan al visitante a llegar al centro. Para su construcción se necesitaron más de 3.000 piedras de marés con las que elevaron muros de 1,6 metros de altura.
La visita a Lithica dura cerca de dos horas. Puede parecer mucho tiempo, pero la verdad es que se pasa volando. Entre las piedras talladas y la vegetación, el entorno invita a detenerse, a mirar, a fotografiar desde todos los ángulos posibles.

Más allá de la visita turística
En Lithica se pueden hacer visitas durante todo el año (8€ la entrada, 20€ el pase anual), pero aquí pasan muchas otras cosas. Regularmente se organizan talleres en familia (adulto 30€, adulto más infante 35€) para conocer esta emblemática piedra y poder llevarte a casa tu propia escultura de marés. También hay talleres de marés para adultos, donde se aprende a esculpir desde cero usando herramientas y técnicas básicas para construir tu propia figura. Y en verano se celebra el Festival Fosquets de Lithica, en el que se puede disfrutar de conciertos de flamenco, de cantautores y de música instrumental en un marco incomparable.
Lithica no es solo un precioso jardín, ni una cantera de piedra. Tampoco es únicamente un espacio para conciertos ni un reclamo turístico. Es todo eso y mucho más. Es historia de la isla transformada en uno de los enclaves más singulares que se puedan visitar; un lugar lleno de historia, belleza y en el que, además, a menudo se celebran bellos eventos culturales. En definitiva, una experiencia que merece un hueco incluso en el primer viaje a Menorca.

