El robo de casi un centenar de cabras en Alpicat (Lleida) ha tenido un desenlace inesperado. Durante la madrugada del 30 al 31 de enero, un grupo de desconocidos sustrajo un rebaño entero, dejando a su propietario sumido en la desesperación. Sin embargo, apenas dos días después, ochenta de estos animales fueron encontrados en una masía abandonada de Vilaverd (Tarragona), en un estado deplorable y sin rastro de los responsables.
Las cabras, las víctimas
Animales expuestos a sufrimiento y peligro
El hallazgo de las cabras se produjo el 2 de febrero, cuando las autoridades localizaron a los animales en un entorno insalubre y en condiciones preocupantes. La identificación de algunas cabras preñadas, gracias a los crotales que portaban, permitió confirmar su procedencia. Junto a los animales, la policía encontró una furgoneta robada, presuntamente utilizada para transportarlos. A pesar de estos indicios, por el momento no hay detenidos ni sospechosos identificados.
El misterio rodea este caso: ¿por qué fueron abandonadas allí?¿Se trataba de un escondite temporal antes de venderlas o sacrificarlas? Lo que está claro es que los animales han sufrido una situación de estrés extremo, algo que podría haber tenido consecuencias fatales.

Los animales fueron encontrados en condiciones insalubres y sin rastro de los responsables
No se ha localizado a los responsables
Explotación, mafias y una impunidad alarmante
El Gremi de la Pagesia Catalana ha denunciado que estos robos son cada vez más frecuentes y que las mafias dedicadas a este delito comercializan la carne de estos animales sin ningún tipo de control sanitario. Según la organización, es urgente que estos actos sean considerados delitos graves y que se refuercen las medidas para castigar a los responsables.
Pero más allá de las implicaciones legales y económicas, la realidad más dolorosa es que los grandes perjudicados son, como siempre, los animales. Primero, son sometidos a un acto violento como el robo; luego, sufren abandono, hacinamiento y maltrato; y, finalmente, la mayoría acaba en mataderos. El ciclo de explotación y sufrimiento es implacable, y los animales siguen siendo las víctimas invisibles de un sistema que los considera simples productos.
Este caso nos recuerda la urgencia de un cambio de conciencia y de acciones que pongan en el centro a los verdaderos afectados: los animales. No podemos seguir siendo cómplices de un sistema que los condena a la invisibilidad y al sufrimiento.
Ellos no tienen voz, pero juntos podemos hablar por ellos. @tribuanimalistaubuntu
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Tribu Animalista Ubuntu (TAU).
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*Este artículo es una colaboración de Peludos con Tribu Animalista Ubuntu (TAU). Los contenidos aquí publicados son proporcionados por TAU, y La Vanguardia actúa como mero portavoz. Los periodistas de Peludos no han intervenido en la verificación de los hechos narrados, que son responsabilidad exclusiva de la organización colaboradora.