Para algunas personas, entre las que me incluyo, nuestros animales lo son todo. Son seres que, a cambio de tan poco, nos dan un amor inmenso. Las sociedades modernas han integrado a los animales en su día a día, y aquellos tiempos en los que se los usaba como fuerza de trabajo parecen haber quedado atrás. Sin embargo, la triste realidad es que en España existe una gran cantidad de peludos abandonados, y muchos refugios están completamente desbordados. Entre estas almas, hay una enorme cantidad de perros considerados potencialmente peligrosos (PPP), criaturas que están bajo el yugo de una ley injusta y cruel que los estigmatiza, haciéndolos invisibles para muchos. Al final, son animales que, en la mayoría de los casos, son peluches amorosos que solo buscan cariño y atención.
Por eso, adoptar a un PPP no debe ser visto como un hándicap, sino como una oportunidad de darles una vida mejor, un hogar lleno de cariño. Para comprender mejor esta problemática y conocer de primera mano las dificultades a las que se enfrentan estos perros, tengo el placer de hablar con Cristina del Arco, presidenta de la Asociación para la Protección de los PPP en Cataluña, una organización que lleva años luchando por la adopción responsable y la desestigmatización de estos peludos. Cristina, con su amplia experiencia y su pasión por los animales, se ha convertido en una voz clave en la lucha por cambiar las percepciones y políticas que afectan a los PPP.

Cristina del Arco, presidenta de la Asociación para la protección de los PPP
Durante nuestra charla, Cristina insiste en que la clave está en la información y la educación. Explica que los PPP no son perros “agresivos” por naturaleza, sino que, como cualquier otro peludo, pueden tener comportamientos que necesitan ser entendidos y gestionados de forma adecuada. “Si decidimos adoptar uno, no debemos dejarnos llevar por el miedo o los prejuicios. Con paciencia, amor y dedicación, cualquier perro, sin importar su raza o estatus, puede ser un compañero leal y amoroso”, afirma.
Una ley que se limite a sancionar o etiquetar sin un enfoque integral no traerá cambios significativos
Cristina lo tiene claro: “Lo que se necesita son personas responsables que estén dispuestas a comprender sus necesidades y a lograr una buena convivencia para todos. Los perros no son robots, son seres vivos con emociones, y como cualquier otro ser vivo, también tienen momentos de aprendizaje y adaptación”, apunta con convicción.
Ley PPP
Una ley injusta
Sin embargo, Cristina también es muy realista respecto a la situación actual y a un posible Real Decreto que podría pedir pruebas de comportamiento para quedar exentos de restricciones: “Es que, ahora mismo, hay una masificación tal en los refugios que es urgente buscar soluciones a una situación que ya se ha desbordado. No se puede esperar más. Se requieren actuaciones complementarias, serias, ajustadas al bienestar animal y resolutivas, pero a la mayor brevedad. Lo que se debería haber hecho es evitar que el problema llegara a unos niveles tan altos. Faltan medidas mucho más rigurosas por parte de los que tienen la competencia para ello, las administraciones y las autoridades.”
Es por eso que Cristina advierte que no se puede seguir gestionando la situación como un problema aislado de los perros. Las administraciones deben implicarse más en la prevención, no solo en la regulación. “Si la nueva ley sigue estigmatizando a los perros llamados PPP, no aportará ningún cambio significativo al respecto. La clave está en actuar a tiempo, no en llegar a un escenario dramático, porque hablamos de seres vivos que acaban pagando esa incompetencia.”
Al final, el problema de fondo es de la sociedad en su conjunto y las administraciones tienen un papel fundamental. “Lo que hace falta son políticas reales de bienestar animal. No basta con intentar solucionar el problema del abandono una vez que ya ha sucedido. Es necesario un enfoque preventivo, que evite que se lleguen a abandonar tantos animales.” Para Cristina, la concienciación debe comenzar desde abajo, y las administraciones deben involucrarse activamente, no solo pidiendo ayuda a voluntarios y asociaciones, sino también siendo responsables de implementar acciones concretas para reducir el abandono. “Es necesario que se entienda que el bienestar animal debe ser un compromiso social y político”, concluye.
Dificultades en el proceso de adopción
Perros invisibles
Volviendo a las adopciones de estos perros invisibles, la presidenta menciona que un gran escollo son los prejuicios que tienen los adoptantes al acoger a un PPP, pensamientos que a menudo les hacen dudar de su decisión. “A veces, la familia ideal para adoptar un PPP acaba no haciéndolo por el estigma social y las trabas burocráticas o administrativas. Pero lo que realmente importa es su verdadera predisposición a integrar al perro a la familia y respetar su período de adaptación”, resalta Cristina. Los gestores de refugios y asociaciones también sufren la presión de luchar contra las ideas preconcebidas y erróneas sobre la tenencia de un perro etiquetado como PPP, porque a veces se juzga su comportamiento de forma más estricta que el de otras razas. “Un perro que ha pasado por experiencias traumáticas puede exteriorizarlo en su comportamiento, independientemente de si es considerado o no un PPP. Y todos ellos, sean de la raza que sean, necesitan la oportunidad de recibir ayuda para superar esos traumas”, explica.
Es necesario un enfoque preventivo, que evite que se lleguen a abandonar tantos animales
A pesar de todas las dificultades y barreras, estos perros merecen una oportunidad de conocer el amor, Cristina es firme en su mensaje de esperanza y perseverancia: “Las adopciones responsables pueden cambiar la vida de estos perros y de las personas que deciden darles una oportunidad. Pero es esencial que no nos dejemos llevar por el miedo. Si tienes la oportunidad de adoptar un PPP, hazlo con el corazón y la mente abiertos, y verás lo que realmente significa tener a un perro que solo quiere dar amor.”

Cristina es una firme defensora de los derechos de los animales
Hablando con ella tengo todavía más claro que, si bien los PPP han sido etiquetados injustamente por la sociedad, hay muchas oportunidades de cambiar esa narrativa. A través de la información, la educación y un enfoque más flexible y empático, podemos crear un entorno donde estos perros tengan la oportunidad de vivir una vida digna, llena de cariño y respeto. Porque como bien dice Cristina: “Al final, un perro es solo un perro, y lo único que necesita es alguien que le dé la oportunidad de demostrarlo”.