Educar a un animal no es tarea fácil. El grado de dificultad depende de varios factores como la raza, la edad del perro, el tiempo y la dedicación que se invierta, y el método de entrenamiento utilizado.
La consistencia y el refuerzo positivo son claves para el éxito, y también se debe tener en cuenta el estado emocional del cuidador o tutor del peludo. Así lo asegura en su última publicación Paula Calvo, experta en antrozoología.
La experta lanza un mensaje para todas aquellas personas que se estén formando como educadores caninos o tengan un perro en casa: “Hay un aspecto clave que todavía se menciona poco en los cursos y libros… y que puede marcar la diferencia entre una sesión fluida o una llena de bloqueos: tu estado emocional afecta directamente al aprendizaje del otro animal con el que trabajas”.
Según varios estudios recientes, el perro con el que tratamos no solo responde a nuestro tono de voz, gestos o postura corporal, también puede oler nuestro estrés: “Y ese estrés —aunque intentes disimularlo— puede alterar su toma de decisiones, bloquear su capacidad de concentración y generar inseguridad” asegura Calvo.
Finalmente, la experta en antrozoología asegura que cuando lidiamos con nuestra mascota no solo estamos educando al perro, “también estás educándote a ti misma en la presencia, la regulación emocional y la coherencia energética. Cuanto más consciente seas de tu impacto invisible, mejores serán tus resultados visibles.”

