Ni por celos ni por egoísmo: el motivo por el que tu perro esconde comida y juguetes
Perros
Ver a tu perro enterrando un hueso en el jardín o cubriendo una galleta con una manta refleja un mecanismo de supervivencia heredado y no anticipa hambre futura
Esto es lo que tu perro trata de decirte cuando se tumba boca arriba cerca tuyo (y no es que le acaricies)
Perro con un juguete
¿Alguna vez has pillado a tu perro colocando una golosina bajo una manta o escondiendo un juguete detrás del sofá? Podrías pensar que se está preparando para un desastre apocalíptico, pero en realidad, su conducta tiene raíces más profundas. Lo que estás viendo es un comportamiento ancestral que revela cómo su pasado salvaje aún influye en sus hábitos.
¿Por qué los perros esconden comida y juguetes?
Este comportamiento se conoce científicamente como caching, que consiste en almacenar alimentos u objetos en lugares ocultos para usarlos más tarde. Según explica Mia Cobb, investigadora asociada del Centro de Ciencias del Bienestar Animal (Universidad de Melbourne), este comportamiento no es exclusivo de los perros: ardillas, cuervos, lobos y muchos otros animales también lo practican.
Un perro esperando a que su dueño le ponga le plato de comida.
Dentro del caching, se reconocen dos estrategias principales: la acumulación de despensa, donde se guarda todo en uno o pocos lugares, y el acaparamiento disperso, que consiste en esconder pequeñas cantidades en distintos sitios para reducir riesgos y garantizar supervivencia.
Tal y como desvela el artículo "Your dog is not a doomsday prepper. Here’s why they hide food and toys" publicado en The Conversation, en los perros modernos, esconder golosinas o juguetes es una consecuencia derivada de sus ancestros cazadores, que vivían en entornos donde conseguir alimento era complicado e impredecible. Gracias a este instinto, desarrollaron memoria olfativa y espacial que les permite recordar dónde colocaron sus reservas, ya sea un hueso, una golosina o su juguete favorito.
No es ansiedad, es instinto
Ver a tu perro enterrando un hueso en el jardín o cubriendo una galleta con una manta no significa que esté preocupado por no volver a comer. Este comportamiento refleja un mecanismo de supervivencia heredado y no anticipa hambre futura. Sin embargo, perros que han pasado por escasez o estrés, como los callejeros, pueden mostrar un almacenamiento más intenso como respuesta a experiencias previas. También es más común en ciertas razas como terriers o perros de caza.
Esconder su comida y sus juguetes, todo un juego con raíces profundas
Si el caching comienza a resultar problemático en casa, puede ser útil comprender su motivación. Nuestro perro no “desobedece” cuando esconde cosas; está siguiendo sus instintos naturales. Para canalizar estos comportamientos, conviene brindarle oportunidades como actividad física y conexión social, gestos que lo mantendrán feliz. Asimismo, alfombrillas olfativas o juguetes interactivos de alimentación lenta permiten que el perro busque y “resuelva problemas” mientras obtiene su recompensa, satisfaciendo su necesidad natural de búsqueda.
Un Cavalier King Charles Spaniel con un juguete
Para perros que muestran conductas de protección de recursos, como gruñir al defender comida o juguetes, es importante reducir la competencia. Esto puede lograrse ofreciendo más juguetes que perros, zonas separadas para comer o barreras físicas para garantizar la seguridad de todos en casa. Consultar con un veterinario o especialista en comportamiento animal puede ser la mejor manera de manejar estas situaciones.
La próxima vez que observes a tu perro cuidadosamente escondiendo un objeto especial, puedes relajarte. No se trata de ansiedad ni de egoísmo: está mostrando un comportamiento totalmente natural que conecta con su pasado salvaje. Cada acción es un recordatorio de sus raíces y de cómo su instinto todavía guía muchos de sus movimientos.
Observar y acompañar estas conductas puede convertirse en una oportunidad para fortalecer el vínculo con tu perro, aprender sobre su mundo y proporcionarle actividades que estimulen su mente y su cuerpo. Al fin y al cabo, esos pequeños escondites no son más que ventanas a su forma de relacionarse con el entorno.