Daniela Wick es una ciudadana del mundo de origen alemán que desde 2001 vive en Valldoreix, cerca de Barcelona. Con 53 años y una voz inconfundible que ha dado vida a personajes en películas, series y audiolibros, acumula más de tres décadas de trayectoria como actriz de voz multilingüe, trabajando en alemán, inglés y español. También ha participado en producciones tan emblemáticas como Blade Runner o en la reciente locución de 100 cuentos de Disney en alemán, así como en plataformas como Netflix.
Pero Daniela es mucho más que una voz reconocible. Desde hace unos quince años, transita lo que llama “su camino del alma” como terapeuta, atendiendo a mujeres y hombres que buscan sanar traumas transgeneracionales, resolver conflictos en sus relaciones y recuperar el equilibrio vital. Para ello, ha desarrollado su propia metodología, en la que incluso sus “gatos sabios” juegan un papel especial, ayudando a restablecer la paz interior y la armonía. Su trabajo combina sensibilidad, experiencia y un enfoque profundamente personal, fruto de una vida dedicada tanto al arte como al acompañamiento humano.
¿En qué consiste el hecho de ser un canal y un puente intuitivo para frecuencias y energía en movimiento?
La verdad es que he desarrollado mi propia metodología. Me comunico con mis pacientes, y les realizo una amnesis para guiarlos. Mis sesiones individuales tienen una duración de 90 minutos, y el objetivo de cada sesión es que cada persona que visito alcance su propio equilibrio, paz y bienestar.
¿Cada sesión y cada persona que llega a la consulta, es distinta? ¿Se trata de universos diferentes?
Exacto. Toda mi aportación de valor se fundamenta en mi presencia como canal intuitivo y puente a través de diversas energías y frecuencias en movimiento. Soy terapeuta y trabajo con personas. Pero los gatos han llegado a ser esenciales en mi consulta, a nivel de práctica diaria.
Mi gato Sambar fue mi maestro, cuidaba de mí y me limpiaba energéticamente posándose sobre mi cuerpo
¿Desde cuando experimenta una conexión y comprensión profunda con los gatos?
Desde que era una niña. Pero mi vínculo felino verdadero empezó con Sambar, que estuvo compartiendo mi vida a lo largo de 17 años. Sambar fue mi maestro energético, porque era un gran alquimista. Me enseñó grandes aprendizajes de vida, de cuál es el propio hecho de estar vivos y de fluir con los demás seres. Era él el que me cuidaba a mí, me limpiaba energéticamente posándose sobre mi cuerpo, transmutaba las energías, y era capaz de limpiar lugares a nivel energético. Fue mi gran maestro. Pero llegó un día empezó a vomitar y, de repente, dejó de comer. Interpreté que había llegado su momento. Lo cierto es que dejó de comer poco a poco, progresivamente, y en una semana decidió marcharse.
¿Cómo logró acompañar a Sambar en su tránsito vital?
Conseguí acompañarlo de manera amorosa, no desde la tristeza. Cuando me acercaba a Sambar llorando, él interpretaba que tenía que ayudarme y sostenerme. Y era yo la que tenía que acompañarlo a él para afrontar su viaje final. Logré transformar mi energía y pasé de la tristeza al amor. Sambar quería irse en paz, y mi actitud amorosa le permitió hacerlo así.
¿Cómo se comunicaba con él?
Compartíamos grandes conversaciones, me emociono profundamente ahora que vuelvo a recordarlo. Recuerdo que le estuve agradeciendo todo lo que hizo por mí, en mis momentos más difíciles, separaciones sentimentales, mudanzas, en los momentos de tránsito.
¿Cuánto muere Sambar, Shanti, su hermano, pasa de ser el aprendiz a convertirse también en un maestro?
Así fue. Shanti sigue a mi lado hoy, y se ha convertido en mi maestro de las energías sutiles, sabe transmutarlas. En mi consulta trabajo con personas que vienen presencialmente. Antes de cada cita, Shanti se pone sobre la camilla y limpia energéticamente aquel espacio, y cuando acaba cada sesión también vuelve a limpiar cada rincón. A menudo, entra en la consulta cuando estoy trabajando. Sé que mi gato me hace de espejo, me da señales, y yo sé interpretarlas. Me ayuda a detectar los problemas de las personas a las que visito y ayudo.
Sé que mi gato me hace de espejo, me da señales, y yo sé interpretarlas

Daniela Wick y Shanti.
¿De alguna manera, también ejerce su función de canal y puente de energías?
Indudablemente. A veces entra mientras hago una consulta, se sube a la camilla y se acuesta al lado de un paciente. Sé perfectamente que, de alguna manera, también influye en la sesión con su presencia y sus intenciones.
¿En una sola sesión de 90 minutos se consiguen grandes transformaciones?
Casi siempre depende de la apertura que tiene cada persona. Podemos incluso llegar a liberar traumas transgeneracionales. Las necesidades más habituales de mis pacientes se fundamentan en la incomprensión en sus relaciones, dificultades con familia, pareja o compañeros de trabajo.
¿Le pide permiso a cada paciente para conectarse con su yo superior?
Exacto, así funcionan las sesiones. Me conecto con cada persona para liberar a cada ser humano de sus creencias limitantes, aliviarlo de todo aquello que le impide avanzar en su camino. Yo tan solo ejerzo de canal.
¿Los gatos son seres sagrados?
Absolutamente. Lo son desde tantas tradiciones culturales. Yo hago de puente, pero mis gatos también lo hacen. Sé que son ellos los que me han elegido a mí.