Los mira con ternura, admiración y cariño. Son su tribu, su familia y su refugio. Se percibe a primera vista y se nota al escuchar a Goyo Jiménez hablar de sus animales. Todos le reclaman atención y mimos, y el popular humorista no se resiste a dárselos. Y eso que no hablamos de uno ni de dos, sino de cuatro (tres perros y un gato), aunque hasta hace no tanto, le acompañaban en su aventura vital seis animales (cinco perros y un gato).
Semejante manada nos da una dimensión de lo que representan en su vida Lola y Mecha (dos preciosas border collies), Archie (un pinscher toy muy gracioso al que Goyo compara con un “dóberman comprimido”) y Pancho (un gato de ascendencia siamesa de pelo suave y con unos impresionantes ojos azules). Mientras se prepara para una temporada llena de proyectos profesionales “con los que no me voy a aburrir”, sigue atendiendo a su divertida tribu.
Hay que adorar mucho a los animales para convivir con tantos. Más allá de tu evidente pasión por ellos, ¿alguno te ha ayudado a superar algún miedo o inseguridad?
Todos me han ayudado. Y me ayudan. Ellos no me regalan solamente compañía y cariño, sino que también me recuerdan que se puede ver el mundo desde perspectivas muy diferentes a la tuya, la famosa Teoría de la Mente. Eso, en nuestros días, vale su peso en oro. O en pienso, según ellos, ja, ja, ja.
Archie tiene nombre de personaje de novela. ¿Me equivoco?
Vas bien encaminada, ja, ja, ja. Su verdadero nombre es Sir Archibald Pembroke (así aparece en su cartilla), y realmente Archie me recuerda a uno de esos personajes de novela de misterio de Agatha Christie, que se ponen un esmoquin de chaqueta blanca para bajar a cenar y fuman cigarrillos finísimos, casi tanto como su bigote, que extraen de una pitillera dorada. La gente pensará que estoy grillado (y probablemente lo esté), porque también estoy convencido de que, cuanto más pequeño es un animal, más poderoso debe ser su nombre, para reafirmarse en la manada. El resto tienen nombres más comunes, y Mecha responde al carácter de esta perra, que se mueve como una mecha encendida y no para.
El verdadero nombre de Archie es es Sir Archibald Pembroke, y realmente me recuerda a uno de esos personajes de novela de misterio de Agatha Christie
Dicen que los animales eligen a sus dueños. En tu caso, parece haber sido así.
Yo también lo creo. La llegada de cada uno ha tenido sentido. La primera fue Lola. Yo ayudo a una asociación de bomberos que entrena perros para el rescate y ellos, sabiendo que quería tener uno, en un maravilloso gesto, me la regalaron. A Lola le siguió Sella, otra preciosa border collie blue merle, que nos dejó tristemente hace unos meses, y a quien recogimos en Asturias. Capítulo aparte merece Trapo, un anciano rough collie al que rescató Paloma, mi expareja (que tiene un corazón que no le cabe en el pecho), y que fue el perro más cariñoso y fiel hasta su último suspiro. Le pusimos Trapo por el aspecto tan terrible con el que llegó. Mecha fue un regalo de una entrenadora canina; Archie, que ya es un poco viejito, era el perro de mi padre y, tras su fallecimiento, vino a vivir a nuestra casa, y Pancho, que es una mezcla entre Hannibal Lecter y el osito Mimosín, entró en nuestras vidas también por esas fechas.
Uy, qué comparación.
Sí, es que, dependiendo de la hora del día, Pancho puede ser muy loco o muy cariñoso; es de extremos. Lola, en cambio, es una hippie, inteligente hasta el hartazgo. Le encanta ponerte a prueba para saber hasta dónde estás dispuesto a llegar antes de obedecer. Y Mecha, aunque muy cariñosa, está como una cabra. De hecho, habría que mirar si no tiene un poco de cabra en sus ancestros, ja, ja.
Goyo Jiménez con sus perros.
Has llegado a tener gallinas, una urraca, gorriones y patos. ¡Podrías montar una granja!
La verdad es que sí, aunque todos los animales que han formado parte de mi vida lo han hecho en distintos momentos. Si no, ¡imagínate! Reconozco que, fundamentalmente, fue cosa de mi expareja.
Entonces, en cierta manera, a ella le debes tu afición por los animales.
Me han gustado desde siempre, pero Paloma es una especie de reencarnación de Noé y San Francisco de Asís, que recogía todo bicho en apuros que encontrábamos, ja, ja, ja. Y se lo agradezco, porque eso me ha hecho intentar ser más empático con toda forma de vida.
Siempre hemos adoptado animales, porque lo necesitaban, y eso supone una gran responsabilidad
Además de los animales, ¿tienes alguna otra afición a este nivel?
Para mí, esto va más allá de una simple afición. Es otro tipo de núcleo familiar. Siempre hemos adoptado animales, porque lo necesitaban. Y eso supone una gran responsabilidad. Si no pudiese encargarme de ellos, no lo haría.
Incluso das un espacio a los animales en muchos de tus espectáculos.
Sí. Son perfectos para utilizarlos como analogía humorística de nuestro comportamiento. A los espectadores les encantan esas comparaciones porque, aunque resultan un poco reduccionistas, muestran con claridad meridiana la cantidad de complicaciones que asumimos y lo ridículo de la mayor parte de ellas.
¿Alguna vez los has subido al escenario?
Sí. A Lola y a Sella, en actuaciones relacionadas con recogida de fondos para objetivos benéficos. Se portaron de lujo, como profesionales. De hecho, hacían más gracia que yo.
Se nota que tienes un cariño muy especial a Lola. Imagino que por ser tu primera perra.
A todos los quiero mucho, pero con Lola he vivido momentos muy divertidos y curiosos. Por ejemplo, cuando era cachorra, no le gustaba la oscuridad, así que aprendió a encender la luz por sí misma, observando el movimiento de mi mano al darle al interruptor y asociándolo a la iluminación que aparecía. Es más de lo que hacen muchos humanos. Y, en otra ocasión, la pillé cocinando.
A todos los quiero mucho, pero con Lola he vivido momentos muy divertidos y curiosos
Ja, ja, ja. Explícame esto.
A Lola no le gustaba el pienso seco, así que yo le añadía agua o caldo de carne para empaparlo, y así se lo comía. Hasta que me advirtieron de que no era conveniente para la limpieza de la dentadura y dejé de hacerlo. Pocos días después, escuchamos ruidos sospechosos en la cocina y, al ir a comprobar qué sucedía, la vimos volcando el cuenco de agua sobre el de pienso. Lo dicho: cocinando.
Madera de artista, sin duda. Aprovechando esta anécdota, si alguno de tus animales fuera monologuista, ¿a quién se parecería?
Más que monologuistas, serían pareja cómica: Mecha y Sella podrían haber sido las inseparables Virtudes. ¡Qué tías tan graciosas! Aunque el monologuista de la casa, sin duda, sería Pancho: no calla. Está todo el rato quejándose y es muy gracioso cuando lo hace. Con gafas, podría ser perfectamente Leo Harlem, ja, ja, ja.
Demos la vuelta a la pregunta. Si pudieras ser un animal, ¿cuál serías?
Por pura estética, un pingüino: para ir desnudo, pero, al mismo tiempo, de etiqueta a todos los eventos a los que me invitan. Por pragmatismo, un tardígrado: va a ser de lo poco que sobreviva a lo que parece avecinarse.
¿Se te ha pasado por la cabeza abrirles un perfil de Instagram?
En alguna ocasión, pero requiere un tiempo que no tengo. Además, ¿te imaginas que se hicieran más famosos que yo? Bastante narcisismo hay conmigo ya en esa madriguera… Digo, casa.






