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Luis Piedrahita, humorista y director de cine: “Mi perro Canoli es como un psiquiatra que cobra en lonchas de jamón. Llegó en un momento difícil, cuando mi chica y yo más lo necesitábamos”

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En una conversación llena de ternura y humor, Luis Piedrahita habla de Cannoli, el perro que le cambió los días grises y amenaza con robarle el protagonismo en el escenario

Luis Piedrahita, humorista y director de cine

Es un rostro habitual en El Hormiguero y uno de los humoristas más ingeniosos de nuestro país. Los monólogos con humor son uno de los platos fuertes de Luis Piedrahita, quien ha protagonizado varios con éxito. El último, Apocalípticamente correcto, vuelve al madrileño teatro de La Latina los viernes y los sábados. En este monólogo, “el mejor texto que he escrito hasta el momento” (en palabras del propio Piedrahita), el gallego habla sobre la libertad y el destino con su genuino sentido del humor. El mismo del que hace gala en su día a día con su familia y amigos y con Cannoli, su compañero de aventuras canino. Un galgo italiano por el que el humorista siente auténtica devoción.

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¿Podríamos decir que Cannoli es apocalípticamente correcto?

Cannoli es absolutamente apocalíptico y absolutamente correcto. Quien tiene un galgo italiano, lo sabe. Estos animales viven esos impetuosos momentos zoomie, en los que parece que se va a acabar el mundo: corren en círculo, saltan, van y vienen, y dan vueltas como peonzas, pero después paran de repente y posan con la corrección de esfinges egipcias. Es un perro que no se mete en líos, solo en sofás blanditos.

Luis Piedrahita, humorista y director de cine.

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Con esa hiperactividad espontánea, imagino que no te atreves a llevártelo al teatro.

Ja, ja, ja. Raras veces lo llevo conmigo, así que, después de la función, cuando regreso a casa por la noche, me recibe como si me hubiera ido a una expedición al Himalaya. Es el perro más dulce del mundo.

Su nombre, ¿es un homenaje a los famosos postres sicilianos?

Exacto. Se llama Cannoli porque es italiano, estrechito, dulce y color beige. También es delicado, frágil y quebradizo, igual que el pastel. Es café con leche por fuera y crema de amor por dentro. Además, tener un perro cuyo nombre empieza por Can- siempre es un homenaje a la etimología. La verdad es que lo ves y es para comérselo.

¿Recuerdas cómo llegó a tu vida? Descríbeme ese primer contacto.

Cannoli llegó en un momento difícil, cuando mi chica y yo más lo necesitábamos, y fue como si lo hubieran traído los Reyes Magos. Nos animó mucho Ernesto Sevilla, un buen amigo y colega, que tiene otro igual. Me dijo textualmente: “Luis, te va a cambiar la vida. Una vez que entre en tu casa, no vas a entender cómo has podido estar sin él”.

Cannoli es familia, no sé si primo o sobrino de Elvis, que es el perro de Ernesto Sevilla. Apareció en nuestra vida y, como dijo Ernesto, efectivamente todo cambió. De repente, la casa se llenó de pequeños peluches desmadejados, zapatillas divorciadas, calcetines huérfanos esparcidos al azar... Fue algo inesperado y un recordatorio de que, incluso en los momentos más complicados de tu vida, la solución puede entrar en tu casa a toda velocidad, corriendo a 50 km por hora.

Si algún día subo a mi perro al escenario, el público se olvidará de mí. Con su pose, su color Isabella y ese aire de estatua griega, se comería la escena... y el cable del micro

Luis PiedrahitaHumorista y director de cine

Vamos, que puso vuestra vida patas arriba, y la cambió.

¡Totalmente! Ahora mismo, desde que nos separamos de él, estamos deseando volver a verlo. A eso se suma la certeza de saber que el sentimiento es mutuo. Notas que a él le pasa lo mismo con nosotros. La verdad es que Cannoli es un perro un poco mimado. Si pudiera elegir, creo que preferiría ser mi perro antes que yo mismo, porque vive mejor.

¿Seguro?

Sí, sí. Yo pensaba que dormía mucho, pero luego conocí a Cannoli y descubrí que soy un insomne profesional. Mi perro duerme 23 horas al día y en la otra hora corre como un torpedo. La verdad es que, aunque nos ha cambiado por dentro, por fuera no es un perro dictatorial. Se adapta a nuestros horarios, a nuestras agendas, y lo hace sin dramas ni quejas. Él no manda en casa. Se adapta, pero nos gusta darle los caprichos que, por elegancia y modestia, nunca nos pide.

Luis Piedrahita, humorista y director de cine.

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Por tu descripción, parece el perro que cualquiera querría tener.

Sí. Es una mezcla entre amistad y contrato de alquiler. Yo le pago con comida y él nos da toneladas de cariño y amor absoluto, incondicional y elegante. No es nada baboso. Cuando camina, parece que mete tripa, como si supiera que el resto del mundo le está mirando. Cuando estoy escribiendo frente al ordenador, se acerca, se hace una rosquita y se duerme al lado. Duerme muchísimo, es fantástico. Me encanta dormir la siesta con él. Cuando no duerme, nos vamos a pasear por la Plaza de Oriente. También le gusta mucho meterse en el cuarto de baño y ver cómo me ducho. Se sienta y me mira, como diciendo: “Termina de una vez, que tenemos que ir a dormir la siesta”.

¿Cannoli te ha servido como inspiración para algún monólogo?

¡Sí, claro! Él es un monólogo andante. Es como un langostino de pelo. Su sola existencia es un chiste. Es tan elegante que podría ser un bolso. Si le pones un piercing en la nariz, otro en el culo y los atas con una cadena, puedes desfilar con él en una pasarela. Es tan delgado que, cuando se da la vuelta en el sofá, desaparece por un momento y reaparece en el mismo cojín. También es mago.

Nos animó mucho Ernesto Sevilla, quien tiene otro perro igual que Cannoli

Luis PiedrahitaHumorista y director de cine

¿Lo has subido al escenario?

No, y es mejor así. Porque, si algún día lo subo, el público se olvidará de mí. Con su pose, su color Isabella y ese aire de estatua griega, se comería la escena... y el cable del micro. Yo quedaría reducido a “ese señor de gafas que acompaña a Cannoli”.

Así que temes que Cannoli te haga perder popularidad. No imagino tus charlas con él.

Bueno, yo no soy muy de hablarle a los perros como se habla a las personas. Le digo solo cosas que sé que entiende. Si no, me da la sensación de que soy como esos señores mayores que le hablan a la televisión. Creo que, cuando un ser humano habla a un perro, es como cuando el perro ladra al ser humano. Algunas cosas se entienden, pero ambos preferimos el silencio. Con Cannoli nos entendemos más con la mirada que con las palabras.

Si fuera monologuista, ¿de qué hablaría tu galgo en su espectáculo?

Cannoli ya ha hecho sus pinitos en las redes sociales. En mi Instagram, puedes ver una sesuda reflexión que hizo sobre los ascensores o sobre las sombras. Son unas piezas muy bonitas. Ahí puedes ver su potencial. Es una especie de maniático, neurótico, divertidísimo. Cannoli es guapísimo... y lo sabe. De eso habla todo el rato.

Tal es vuestra complicidad que apuesto a que ensayas tus monólogos delante de él.

Apocalípticamente correcto es un show blindado, divertidísimo, pero me exige bastante ensayo. A veces, repaso texto con Cannoli mirando. Lo hace con paciencia infinita. A veces bosteza, lo que es muy humillante, porque justo coincide con los mejores chistes. Y en otras ocasiones, me mira fijo, como diciendo: “Ese chiste es bueno, pero podrías acortarlo un poco” o “Yo le daría otra vuelta”. Cannoli es el crítico más implacable que tengo: si no le gusta, se duerme. Y, si le gusta, también.

Cannoli llegó en un momento difícil, cuando mi chica y yo más lo necesitábamos, y fue como si lohubieran traído los Reyes Magos

Luis PiedrahitaHumorista y director de cine

Con esto interpreto que tu perro entiende el humor.

Al final, el humor es un juego de sorpresas intelectuales, y a Cannoli le encanta jugar, y se muere de risa. Lo pasa genial. Me hace bromas. Me trae un peluche y luego me lo quita, se esconde y me da sustos, y luego espera a que se lo haga yo. No sé si los perros entienden el humor humano, pero entienden la emoción.

De lo que no cabe duda es de que son muy intuitivos. ¿Cómo reacciona ante tus momentos de bajón?

Se acerca despacio, apoya su cabeza en mis rodillas y se queda inmóvil. Es como un psiquiatra que cobra en lonchas de jamón. Su receta es siempre la misma: “Tranquilo, humano, que yo me encargo de dormir por ti”. Tiene algo en su mirada, en su pelo y sobre todo, en su temperatura que, cuando te echas una siesta con él, te quita todos los males.

Luis Piedrahita, humorista y director de cine.

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Y al revés. ¿Tú detectas su estado emocional?

Yo creo que sí. Los galgos no saben fingir, son transparentes. Si está contento, lo ves en sus saltos. Si está asustado, lo ves en su temblor. Si está cansado, se duerme. Más de una cuarta parte de los hogares españoles tiene más de un perro, una tendencia que va al alza. Es una de las mejores decisiones de la vida, pero también una gran responsabilidad. En mi caso, Cannoli es un compañero, un maestro de la paciencia, un despertador sin botón de repetición, un pequeño calefactor para la siesta, un compañero de paseos... Pero un perro puede ser muchas cosas, depende de lo que necesite cada uno.

Además de estar liado con tu monólogo y con El Hormiguero, ¿tienes otros proyectos a la vista?

Sí, continúo en la radio, en la Cadena SER y sigo con aprendemagia.com, un curso de magia online para todo aquel que quiera aprender magia, empezando de cero. En el curso se explican algunos juegos que he hecho en televisión a estrellas internacionales.