Sandra Martínez, nutricionista de mascotas, sobre su longevidad: “Los perros mayores pueden vivir dos años más si mantienen un peso y musculatura óptima”
Nutrición
La ciencia animal empieza a confirmar lo que los tutores ya intuían: la dieta y un buen estilo de vida no solo previene enfermedades, sino que también puede ralentizar el envejecimiento
Sandra Martínez, nutricionista canina
La esperanza de vida de nuestras mascotas no ha dejado de aumentar en las últimas décadas. Igual que los humanos hemos pasado de vivir una media de 40 años a rozar los 84, perros y gatos también están llegando a edades cada vez más avanzadas gracias a los cuidados, la prevención y una mejor comprensión de sus necesidades.
Eso sí, esta realidad no es igual para todos. Mientras que los animales sin contacto humano— como gatos ferales o perros que viven en la calle— apenas alcanzan los 3 a 6 años de vida, los domésticos superan con facilidad los 10 y cada vez son más los que se acercan a los 18 o incluso 20. Las grandes ciudades, la falta de zonas verdes o el estrés urbano no siempre ayudan, pero una sociedad cada vez más concienciada con el bienestar animal ha marcado la diferencia. Como explica la nutricionista Sandra Martínez para Guayana Guardian, comprender qué necesitan realmente, respetar sus instintos y cuidar su salud física y emocional ha sido clave para que vivan más y mejor.
¿Qué papel juega la nutrición?
La nutrición es fundamental, tanto en perros como en gatos, para prevenir problemas como alergias, artrosis, alteraciones digestivas e incluso para favorecer su longevidad. Es clave adaptar la alimentación a la especie. Por ejemplo, los humanos tenemos muchas más enzimas para digerir hidratos de carbono, algo que no ocurre en perros y gatos. Hoy en día se utiliza sobre todo el pienso, y se suele decir que “es lo que siempre han comido”, cuando en realidad los piensos existen desde hace unos 170 o 180 años. Pero durante miles de años antes de eso, se han alimentado con comida natural adecuada a su especie, ya fuera cruda o cocinada. Y esa es una alimentación que ahora también podemos ofrecerles.
La nutrición es fundamental, tanto en perros como en gatos, para prevenir problemas como alergias, artrosis, alteraciones digestivas e incluso para favorecer su longevidad.
Entonces no basta solo con el pienso.
El problema es que el pienso contiene una cantidad muy elevada de hidratos de carbono que ellos no necesitan y que no digieren bien. A largo plazo, ese exceso de carbohidratos afecta tanto a la microbiota como al sistema inmunitario, deteriorándolos. De ahí derivan muchas alergias, problemas de piel, dermatitis y trastornos digestivos, como diarreas crónicas. Si un animal lleva años comiendo un pienso inapropiado, es cierto que al cambiar su dieta pueden mejorar esos problemas, pero ya habrá habido un daño prolongado en su sistema digestivo y en sus defensas. Por eso es tan importante ofrecer desde el principio una alimentación adaptada a su naturaleza.
¿Hay algún otro alimento que también acelere ese envejecimiento o problemas de salud como el pienso?
Más que alimento en sí, lo importante es cómo se lo proporcionamos. Por ejemplo, hay personas que deciden no dar pienso y otras que, además del pienso, añaden comida casera— lo que se conoce como dieta mixta. El problema es que son composiciones muy distintas, con procesos digestivos diferentes, y eso puede repercutir tanto a nivel físico como emocional. Por ese motivo yo siempre recomiendo consultar con un profesional para ajustar las cantidades y proporciones de cada alimento. Quienes elaboran piensos o dietas cocinadas conocen bien las fórmulas: saben que, a ciertas temperaturas, se necesita un multivitamínico, o que al cocer determinados ingredientes se pierden minerales. Si en casa hacemos lo mismo sin supervisión, es fácil que falte suplementación y aparezcan déficits vitamínicos.
Diversos estudios de longevidad han demostrado que los animales que mantienen una dieta equilibrada, estimulación diaria y bajos niveles de estrés, viven más años y con mayor calidad de vida
¿Cómo influye la microbiota esa inflamación crónica que puede provocar una mala alimentación?
La microbiota está directamente relacionada con el sistema inmunitario. Por eso, cuando está dañada, este también se ve afectado, y ahí empiezan a aparecer alergias, dermatitis, picores y otros problemas inflamatorios. La mayoría de veces solo se tratan los síntomas, pero si no vemos la raíz del problema, siempre volverá a aparecer. Hay que revisar qué está comiendo el perro o el gato y comenzar una dieta “desde cero”, ya sea cruda o cocinada, según las necesidades, patología y preferencias de la familia.
¿Podemos “alimentar” esa microbiota para mantener al animal con mejor energía?
Sí. Por ejemplo, el kéfir o el yogur natural son probióticos que repercuten muy positivamente en la microbiota, especialmente en animales que se alimentan principalmente de pienso, un alimento muy seco que requiere un extra de hidratación. También va muy bien el caldo de huesos o el huevo, un ingrediente esencial para la parte física como emocional, y que se puede añadir tanto crudo como cocinado.
¿Qué consecuencias tiene la deshidratación?
Tiene un impacto en el sistema renal. El pienso contiene al rededor de un 90% de materia seca y apenas un 10% de humedad, mientras que una dieta natural aporta entre un 60 y un 70% de agua. Eso significa que, cuando el animal come comida natural, se hidrata a la vez que se alimenta. En cambio, con una dieta baja en humedad, los riñones tienen que trabajar más para compensar esa falta de hidratación. A largo plazo, esto puede aumentar la predisposición a cálculos renales. Para tratarlos, lo primero que se necesita es diluirlos, algo que se consigue más fácilmente con dietas húmedas, añadiendo caldo de huesos o aumentando la ingesta de agua.
La nutrición es fundamental, tanto en perros como en gatos, para prevenir problemas como alergias, artrosis, alteraciones digestivas e incluso para favorecer su longevidad
¿Cambia la necesidad de agua según la edad?
Bueno, los animales mayores tienen más predisposición a ciertos problemas renales porque los órganos se van desgastando, entonces es importantísimo tener en cuenta la hidratación. Es esencial en cualquier etapa de la vida, pero desde fuera tenemos que ayudar como podamos a que sus órganos trabajen bien. Podemos ayudarles con fuentes de agua o teniendo diferentes tipos de comederos o bebederos por la casa.
¿Por qué envejecen más rápido los perros grandes? ¿Puede la nutrición y la hidratación compensar esa diferencia?
Tiene que ver con el peso y las articulaciones. Los perros grandes suelen tener más predisposición a desarrollar problemas articulares, por eso es fundamental mantener una buena composición corporal. De hecho, varios estudios demuestran que los perros mayores pueden vivir entre un año y medio y dos años más si conservan un peso óptimo y una musculatura adecuada. También es clave que sigan haciendo ejercicio incluso cuando están enfermos: levantarse con facilidad, subir escaleras, correr o moverse con normalidad depende en gran medida de esa masa muscular. Si la pierden, su calidad de vida se reduce de forma notable, especialmente en determinadas razas.
¿Influye el tipo de vida (urbano, sedentario, activo) en cómo envejecen por dentro?
Los perros se adaptan fácil a una vida en la ciudad, pero por norma general siempre van a estar mejor en un entorno más libre. Estar en contacto con la naturaleza, tener jardines cerca, poder pasear por la montaña o estar en contacto con otros seres les hará desarrollar ese instinto propio. Hay que puntualizar que también depende de cada raza, pero la mayoría necesitan ese contacto. Además, en la ciudad van casi siempre atados, se encuentran de golpe en una esquina con otro perro o no tienen ganas de interactuar, y casi lo hacen por obligación. En un entorno más amplio, como en una montaña, no tienen esa obligación y pueden rastrear tranquilamente.
Ver cómo tu perro se hace mayor es una experiencia tan dura como bonita.
¿Qué consecuencias tiene no respetar ese “propósito natural”?
Puede generar una falta de estímulos que derive en frustración y estrés crónico, elevando los niveles de cortisol y afectando al sistema inmune, digestivo y nervioso. Esto suele traducirse en problemas de comportamiento, apatía y enfermedades psicosomáticas como dermatitis o trastornos gastrointestinales. A veces los tutores consultan por diarreas persistentes y, aun teniendo una dieta adecuada, el problema aparece siempre en situaciones de estrés, como paseos con reactividad. En esos casos, la causa no es nutricional, sino emocional.
Además de respetar su propósito natural y evitar el estrés crónico, ¿qué influye en el equilibrio emocional de perros y gatos?
Cerca del 90% de la serotonina y la mitad de la dopamina se producen en el intestino, así que una microbiota equilibrada ayuda a gestionar mejor el estrés, mejorar el sueño y estabilizar la conducta. Cuando el sistema digestivo funciona bien —gracias a una dieta adecuada, buena hidratación y hábitos saludables— el animal afronta mejor las situaciones que le generan tensión y recupera antes su estabilidad emocional.
Los perros grandes suelen tener más predisposición a desarrollar problemas articulares, por eso es fundamental mantener una buena composición corporal
Has mencionado tu interés por las zonas azules y su relación con la longevidad humana. ¿Qué paralelismos ves entre esos hábitos y los que podrían alargar la vida de perros y gatos?
Las zonas azules se asocian a tres pilares fundamentales: alimentación natural, movimiento y vínculos sociales. Pues en perros y gatos es exactamente igual y diversos estudios de longevidad han demostrado que los animales que mantienen una dieta equilibrada, estimulación diaria y bajos niveles de estrés, viven más años y con mayor calidad de vida.
¿Qué “entorno azul” podríamos crear en casa para favorecer esa salud y la longevidad de nuestros animales?
Es esencial respetar los ritmos naturales, empezando por una buena exposición a luz natural y una iluminación más tenue al anochecer. También ayudan unas rutinas estables, un ambiente tranquilo sin estrés crónico y un buen descanso. Los perros necesitan ejercicio diario y juegos de olfato o masticación natural, mientras que los gatos requieren enriquecimiento ambiental: rascadores verticales, juguetes que estimulen la caza, escondites y zonas de exploración. Por último, los vínculos estables con la familia reducen el cortisol y favorecen el sistema inmune.
Sandra Martínez, nutricionista canina
En redes también has mencionado el ikigai como propósito de vida. ¿Cómo podríamos reconocer o fomentarlo?
En los animales se relaciona con esa motivación innata que les impulsa a comportase según las especie. No es lo mismo un podenco que un galgo, y si no entendemos eso pueden aparecer problemas emocionales. Debemos conocer qué mascota tenemos en casa, mantener su cerebro activo y darles compañía y protección. En el caso de los gatos, sobre todo tener en cuenta la caza y su fe de observación. Fomentar esos propósitos implica ofrecer oportunidades para que expresen sus comportamientos naturales.
Si pudieras resumirlo, ¿cuál sería la “fórmula” del bienestar y longevidad en animales?
Una buena alimentación, un entorno emocional equilibrado y la posibilidad de expresar sus comportamientos intistivos.