Ángeles Vega, veterinaria: “Los dueños de mascotas tienen una necesidad enorme de comunicación. El 90% de mis clientes son fijos y vienen buscando consejo, pero también que les escuches”

Testimonios 

La boticaria salmantina convirtió su amor por los animales en una forma de vida, en una filosofía ética y en una lección de coherencia

Ángeles Vega González

Ángeles Vega, veterinaria. 

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Dueña de una farmacia veterinaria en Salamanca, vegana y defensora incansable del bienestar animal, Ángeles Vega González ha convertido su vocación en una forma de vida. En Vega Pet Shop, su farmacia con alma, no solo se venden medicamentos, sino también empatía, escucha y conciencia. Vive rodeada de seis gatos y guarda en su memoria la huella de Tula, su perra y compañera durante casi quince años. Esta es su historia, contada con serenidad, emoción y una ética inquebrantable.

¿Quién es Ángeles Vega González?

Soy una mujer de 51 años que lleva toda la vida sintiendo una conexión muy especial con los animales. Vivo en Salamanca y tengo una farmacia veterinaria; llevo 25 años dedicada a esto y sigo con la misma ilusión del primer día.

Ángeles Vega González

Ángeles Vega González ha convertido su vocación en una forma de vida. 

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¿Cómo nació esa conexión con los animales?

Desde que era niña. No recuerdo un momento en el que no sintiera esa necesidad de protegerlos. Mi primer perro llegó cuando tenía quince años, pero antes ya recogía todo lo que encontraba: caracoles, pájaros, palomas… cualquier ser que necesitara ayuda.

¿Qué le movía a hacerlo?

Era algo instintivo. Con los años he comprendido que no podía mirar hacia otro lado. Creo que los humanos tratamos el mundo como si fuera nuestra propiedad exclusiva, y no lo es. Lo compartimos con millones de seres que sienten, y no tenemos derecho a explotarlos.

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¿Esa conciencia se ha ido fortaleciendo con el tiempo?

Sí. Practico yoga y meditación, y eso me ha ayudado a entender muchas cosas. He aprendido a vivir de forma más consciente, a escuchar lo que siento y a actuar en coherencia. Creo que el mundo es un sitio terrible cuando vivimos desconectados de nosotros mismos y de los demás.

¿Cómo se traduce esa filosofía en su trabajo?

Mi farmacia no es un comercio al uso. Aquí no se trata solo de vender productos, sino de cuidar. Si un animal no necesita algo, no lo vendo. Punto. El bienestar de los animales está por encima de cualquier beneficio económico. Prefiero dormir tranquila sabiendo que he hecho lo correcto.

¿Y eso cómo lo perciben sus clientes?

Con el tiempo, lo valoran mucho. El 90% de mis clientes son fijos. Vienen buscando consejo, pero también buscan que los escuches. Hay una necesidad enorme de comunicación. A veces me cuentan cosas personales, muy íntimas, y aprendes que la gente necesita alguien que los escuche sin juzgar.

¿Recuerda alguna anécdota curiosa de la tienda?

Muchas. Una clienta enseñó a su perrita a pedir una chuche cada vez que hacía pis. Un día la perra fingió que lo hacía, solo para conseguir la recompensa. Era listísima. Y luego está Coco, un perro al que su dueña enseñó a mostrar los dientes cuando estaba enfadado. Venía a la tienda y ella le decía: “Dile a Ángeles cómo estás de enfadado porque no te da la chuche”. Y el perro levantaba el belfo con una seriedad tremenda. Era divertidísimo.

Con los años he comprendido que no podía mirar hacia otro lado. Creo que los humanos tratamos el mundo como si fuera nuestra propiedad exclusiva, y no lo es

Ángeles Vega GonzálezVeterinaria

Además de la parte divertida, también hay historias duras.

Sí. Hay muchos duelos. La gente sufre muchísimo cuando pierde a su compañero animal. Son vínculos muy profundos. Quien no ha tenido esa relación no puede entenderlo, pero el dolor es real.

Usted también perdió a una compañera muy especial, Tula.

Tula fue mi perra durante catorce años y medio. Era mi compañera de vida. Venía conmigo a trabajar todos los días. Éramos siamesas separadas al nacer. Cuando murió, hace seis meses, me dejó un vacío enorme. Pero también me dejó una enseñanza: el amor incondicional.

Ángeles Vega González

Ángeles Vega: “La gente sufre muchísimo cuando pierde a su compañero animal. Son vínculos muy profundos”. 

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Actualmente vive con seis gatos. ¿Cómo es esa convivencia?

Es maravillosa. Cada uno tiene su carácter. Masqui es la lista; Botón, el divertido; Suka, la jefa; Berta, el amor; Cinco, la tímida; y Donete, el enfadica. Somos una familia peculiar, pero muy unida.

¿Su casa está adaptada a ellos?

Totalmente. La hicimos pensando en ellos. Tenemos mosquiteras en todas las ventanas, una gran jaula exterior para que puedan salir sin peligro y distintas alturas dentro de casa para que trepen y se estimulen. Compartir la vida con un animal no es solo tenerlo en casa; es entender sus necesidades y cubrirlas.

Además de sus animales, también cuida colonias felinas.

Sí. Llevo años ocupándome de varias colonias en mi barrio. He esterilizado decenas de gatos. Es un trabajo sin fin, pero necesario. Los de la calle también son un poco míos. No puedo ignorarlos.

Compartir la vida con un animal no es solo tenerlo en casa; es entender sus necesidades y cubrirlas

Ángeles Vega GonzálezVeterinaria

¿Nunca se ha sentido limitada por esa dedicación?

No, al contrario. Nadie me obliga a hacerlo. Lo hago porque quiero y porque me hace feliz. Creo que cada uno viene al mundo con una misión, y la mía es esta. Cuidar de ellos da sentido a mi vida.

Con el paso de los años, ¿ha cambiado su manera de ver este trabajo?

Mi cuerpo ya no responde igual que hace 25 años, y eso me da pena. Pero sigo con la misma pasión. Esto no es solo un trabajo, es una manera de vivir.

Usted es vegana. ¿Cómo influye eso en su filosofía de vida?

Es una extensión natural de lo que siento. No consumo nada que provenga del sufrimiento animal. Ni carne, ni leche, ni huevos. Lo hago por coherencia. Al principio fue difícil, la gente no entendía que dijera que no comía cadáveres, pero ahora hay más respeto y curiosidad.

Ángeles Vega González

Ángeles Vega junto a su perra. 

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¿Qué le enseñan los animales cada día?

Todo. Ellos no juzgan, no guardan rencor, no conocen la avaricia. Viven el presente. Nos enseñan a comunicarnos desde la autenticidad, sin palabras, solo con presencia. Si observáramos más, entenderíamos mejor no solo a los animales, sino también a nosotros mismos.

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¿Qué diferencia encuentra entre perros y gatos?

El perro busca agradar siempre, tiene esa necesidad de complacer. El gato conserva una parte salvaje que me fascina. Si lo llamas dos veces y no quiere venir, no viene. Es libre. Esa independencia me encanta. Yo siempre digo que trabajo para mis gatos, no ellos para mí.

¿Qué significa para usted abrir cada día su tienda?

Significa seguir apostando por la coherencia y la compasión. No voy a cambiar el mundo, lo sé, pero puedo hacerlo un poco más amable. Y eso, para mí, ya es suficiente.

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