Cuando la marca BMW estuvo controlada por la Unión Soviética: la historia de los coches rusos con denominación de origen alemana
Anécdotas
El experto en motor Máximo Sant cuenta cómo la Segunda Guerra Mundial provocó un plagio que acabó resolviéndose por la vía judicial
Metamorfosis eléctrica en el corazón alemán de BMW
Cuando la marca BMW estuvo controlada por la Unión Soviética: la historia de los coches rusos con denominación de origen alemana
Muchos países quieren tener una industria del automóvil potente. Es una señal de modernidad y riqueza que da prestigio en el mundo. Si hay una nación que sabe de esto es Alemania. El país teutón alberga varias de las marcas más exitosas de la historia del motor. No obstante, hubo un tiempo en el que una de ellas pasó a formar parte temporalmente del conglomerado industrial de la Unión Soviética. Todo fue gracias a un general ruso al que le encantaban los BMW.
Para conocer esta historia, contada por el experto del motor Máximo Sant en su canal de YouTube 'Garaje Hermético', hay que remontarse al final de la Segunda Guerra Mundial: “El azar ha querido que la fábrica original de automóviles de BMW, en Eisenach, caiga en la zona de ocupación soviética. Múnich, la sede central, está en el lado americano, pero devastada por los bombardeos y con la producción prohibida”.
La planta de Eisenach, localizada en el estado de Turingia, también estaba dañada “en un 60%”. No obstante, como cuenta Sant en su vídeo, “conserva lo crucial: maquinaria, planos y personal cualificado para fabricar los modelos de preguerra”. Aunque al principio los soviéticos querían acabar con todo en concepto de reparaciones de guerra, el general Gueorgui Zhúkov (héroe de la victoria de la URSS) fue el que hizo que todo cambiara.
El mariscal que salvó a BMW del desmantelamiento
“El Mariscal Gueorgui Zhúkov, héroe de la URSS, visita la planta. Le mostraron un BMW 321 de preguerra y quedó tan impresionado por su calidad que ordenó reanudar la producción de inmediato”. Así fue como nacieron los “BMW rojos”. La sede de Múnich carecía de permisos para fabricar nada. Eso hizo que los rusos pudieran sacar al mercado modelos como el 321, el 326 y hasta motos. Sin embargo, en 1948 la fábrica de Baviera pudo volver a producir motocicletas, lo que convirtió esta lucha en un pleito legal.
“Comenzó una batalla legal que terminó en 1952. Los tribunales dieron la razón a la empresa bávara. La fábrica de Eisenach, ya transferida a la RDA (República Democrática de Alemania), se vio obligada a cambiar de nombre”. Con este veredicto se produjo la creación de EMW (Eisenacher Motorenwerk). Con el logo no se complicaron demasiado. Reemplazaron el típico azul BMW por el color rojo, como muestra de “socialismo”. Esta marca incluso llegó a participar en el recientemente creado campeonato de Fórmula 1. Pero todo terminó a mediados de los 50.
“En la producción de calle, EMW se centró en el EMW 340 (derivado del BMW 326) y el descapotable EMW 327. Sin embargo, estos coches eran complejos y caros. La RDA necesitaba un vehículo popular. En 1955, la producción de EMW cesó y la fábrica de Eisenach se reconvirtió para fabricar los Wartburg, con motores de dos tiempos”. Básicamente los elevados costes de producción acabaron los los BMW de la Unión Soviética.
Recientemente Europa ha vivido una experiencia similar. Debido a la guerra de Ucrania, las fábricas de coches occidentales dejaron Rusia (en cuanto a empresas occidentales en general, el informe 'A Market in Decline: Why Business as Usual No Longer Works with Russia' publicado por Transatlantic Dialogue Center habla de “más de mil empresas” que han abandonado Rusia desde 2022). Eso hizo que el gobierno de Putin reiniciara la producción con vehículos como el Moskvich 3 o la marca Volga. No obstante, Sant aclara para finalizar este tema que ”los “BMW Rojos” de EMW fueron una continuación: usaron los planos y la ingeniería original de BMW. Los nuevos Moskvich son un reemplazo: coches chinos con emblema ruso”.