Así era la descomunal bestia de la nieve que la URSS creó en los años 50 para explorar la Antártida

Historias curiosas

La Unión Soviética quiso consolidar su condición de superpotencia instalando bases permanentes en la Antártida, pero para hacerlo necesitaba un vehículo que pudiera circular en condiciones extremas 

Kharkovchanka: la bestia de la nieve

El vehículo medía 8'5 metros de largo y casi 4 metros de ancho

A mediados de los años 50, el Kremlin inició un ambicioso programa de expansión con el que buscaba ampliar el área de influencia soviética más allá de los límites posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Una expansión que incluía tanto una vertiente científica -se acababa de iniciar una carrera espacial cuyo punto culminante sería el lanzamiento del Sputnik en 1957- como geopolítica.

La presencia de bases de las potencias occidentales en la salvaje e inexplorada Antártida era todavía escasa y Moscú no estaba dispuesta a ceder ni un milímetro de terreno por helado que fuera este.

Para explorar el lugar más inhóspito del planeta, con temperaturas de hasta -80 grados, se necesitaba un vehículo adecuado

Claro que para eso primero había que llegar hasta allí y explorar a fondo un infierno blanco considerado el lugar más inhóspito del planeta; un continente helado de 14.000.000 de kilómetros cuadrados con temperaturas extremas que podían alcanzar los -80 grados y unas condiciones climatológicas terroríficas.

Kharkovchanka: la bestia de la nieve

El Kharkovchanka se desarrolló en la década de los años 50 

Las órdenes del Kremlin fueron muy claras al respecto: diseñar y construir en el menor tiempo posible un vehículo que permitiera a un grupo de científicos y analistas soviéticos recorrer la Antártida con garantías. Y las especificaciones eran igualmente claras: debía ser maniobrable para adaptarse a las condiciones cambiantes del terreno, tener una capacidad para 8-10 personas y seguir funcionando a temperaturas de hasta -80 grados centígrados.

El “Tractor de Nieve”

En 1958, un año después de recibir el encargo, salía por la gran puerta de la “Planta de Ingeniería del Transporte” de Kharkov el primer Kharkovchanka, el “tractor de nieve” o como lo llamaron rápidamente “la Bestia de la Nieve”. El desarrollo final corrió a cargo de la Malyshev, la misma compañía que durante la guerra había fabricado los legendarios carros de combate T-34.

Los genes militares del diseño eran indisimulables; la Bestia de la Nieve era un monstruo montado sobre el chasis y planta rodante de un tractor de artillería A-TT que a su vez derivaba del usado por el carro de combate T-55. Pese a eso no equipaba ningún tipo de armamento más allá de unos rifles de caza como protección contra el ataque de algún animal.

El Kharkovchanka medía 8'5 metros de largo y casi 4 metros de ancho y alto. Pesaba 35 toneladas, alcanzaba una velocidad máxima de 55 km/h y podía arrastrar un trineo con una carga de hasta 70 toneladas gracias a un motor diésel de doce cilindros que entregaba 520 CV.

Esta potencia podía llegar a los 990 CV si se empleaba un turbocompresor pero lógicamente, en este caso, el consumo se penalizaba tanto que se reservaba únicamente para circunstancias excepcionales.

La potencia podía llegar a los 990 CV con un turbocompresor, pero esto penalizaba mucho el consumo 

Su carrocería rectangular estaba totalmente construida en duraluminio aerospacial con un aislamiento térmico de ocho capas de lana de nylon y en los 30 m2 del interior -con calefacción- se ubicaban la sala de control del vehículo, una cabina con ocho literas plegables, una estación de radio, una sala de oficiales, un espacio común con laboratorio, horno y cocina y hasta una letrina.

Dos generaciones y media

Se construyeron tres unidades idénticas y todas funcionaron casi a la perfección desde el primer día de su llegada a la Antártida recorriendo 2.500 kilómetros sólo en su primer año.

Kharkovchanka: la bestia de la nieve

En el interior del vehículo podían viajar hasta una decena de personas 

El único problema destacable fueron el ruido y el humo que se colaban en el interior. Esto se debió a que los ingenieros, con la intención de que el mantenimiento del motor se pudiera hacer sin salir al exterior, no lo aislaron lo suficiente del espacio habitable.

En cualquier caso, casi dos décadas ininterrumpidas recorrieron la Antártida los científicos de la URSS con un vehículo diseñado en 1957. Hubo que esperar hasta 1974 para ver la segunda generación del Kharkovchanka en la cual, por cierto, ya se corrigió el fallo de diseño que propiciaba los ruidos y humos cambiando la ubicación del motor al frontal.

La caída del régimen soviético impidió la entrada en producción de la tercera generación de la Bestia de la Nieve

La caída del régimen soviético impidió la entrada en producción de la tercera generación de la Bestia de la Nieve, cuyo desarrollo estaba prácticamente finalizado dando el punto final a la vida operativa de uno de los vehículos de exploración más fascinantes creados por el ansia humana de ir siempre un poco más allá. Con todo, algunos vehículos de la segunda generación continuaron en uso hasta hace una década, demostrando su durabilidad y eficacia en uno de los entornos más extremos del planeta.

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