María García Ramajo, profesora de autoescuela: “Algunas veces llego a casa acojonada; hay situaciones que dan miedo de verdad”
Entrevista
Comenzó a dar clases a finales del año pasado y ha tenido que enfrentarse a momentos de tensión
Miguel Sanz, profesor de Formación Profesional: “No se cubren todos los puestos ofertados en las autoescuelas”

María García Ramajo es profesora de autoescuela en Coria, Cáceres
Ser profesora de autoescuela no es fácil. María García Ramajo lo sabe bien. Empezó trabajando en la oficina de la Autoescuela Placentina, en Coria (Cáceres), como administrativa, pero cuando un compañero dejó su puesto, vio la oportunidad de dar un salto profesional. “Me gustan los retos”, dice tras estrenarse como instructora en diciembre de 2024 y dejar atrás un largo periplo de cuatro años motivado por el lento proceso de formación que lleva a cabo la DGT.
¿Cómo decidiste convertirte en profesora de autoescuela?
Empecé en 2020, pero no fue hasta 2024 cuando terminé todo el proceso de formación. La DGT solo convoca las pruebas una vez al año, lo que hace que todo se alargue mucho. Fue en septiembre de 2024 cuando finalmente comencé la fase presencial. El curso no es barato. Para inscribirme, tuve que abonar 1.533 euros, y en mi caso pude quedarme en casa de un familiar en Madrid, pero otros alumnos deben costearse alojamiento y transporte durante todo el proceso, ya que en muchos casos implica trasladarte a otra ciudad. Y dejar el trabajo, claro. Yo me pedí una excedencia para no perder la antigüedad.

¿Cómo fue tu primer día como instructora?
El primer día fue de pura ansiedad. No quería que mis alumnos notaran que era nueva. Pensaba constantemente: “¿Seré capaz de reaccionar si algo sale mal?”. Afortunadamente, la experiencia me ha enseñado a mantener la calma, pero aún recuerdo que, estando en pleno invierno, acababa empapada de sudor por los nervios. Encima yo que soy tan friolera...
Me habían advertido de que a los alumnos les cuesta asimilar la información, pero no me imaginaba que tanto”
¿Qué aspectos de la enseñanza te resultan más difíciles al principio?
Uno de los mayores retos es la paciencia. En el curso en Madrid, nos avisaron que los alumnos tendrían dificultades para asimilar la información, pero no me imaginaba que fuera a ser tan complicado. A veces, lo explicas diez veces y siguen sin entenderlo. La frustración está presente, pero hay que mantener la calma, aunque, sinceramente, algunas veces llego a casa y le digo a mi marido: “llego acojonada”. Es una sensación de inseguridad porque hay momentos que realmente dan miedo.
¿Cómo gestionas los momentos de tensión al volante con los alumnos?
Al principio, algunos cometen errores básicos, no giran bien el volante o sueltan el embrague de repente. Si no intervienes, puedes acabar chocando contra un coche estacionado o un contenedor. La intervención es clave y necesitas reaccionar con rapidez. Es un constante aprendizaje, también para mí como profesora, ya que cada día aprendes algo nuevo con cada alumno.

¿Cuáles son las situaciones más complicadas que has tenido en el coche de prácticas?
Los giros mal hechos, los volantazos a destiempo y las distracciones. Hubo una vez en la que casi nos llevamos por delante un contenedor. Ahí se me paró el corazón. Pero con el tiempo he aprendido a controlar la ansiedad y a guiar a los alumnos con más confianza.
¿Qué momentos de la enseñanza te resultan más gratificantes?
Cuando veo que un alumno ha logrado aprender algo gracias a mí, eso me llena de satisfacción. La primera vez que un alumno consigue aparcar bien o hacer un giro correcto, ahí es cuando sientes que todo el esfuerzo tiene sentido. Ver cómo avanzan me hace sentir que estoy cumpliendo mi labor.
¿Cuál es el perfil de tus alumnos?
La mayoría de mis alumnos tienen entre 18 y 20 años. En general, los jóvenes tienden a ser muy dependientes a la hora de aprender, esperan que les digas exactamente qué hacer en cada momento, sin esforzarse mucho por pensar por sí mismos. He notado que muchos lo hacen por obligación, presionados por sus padres. Por ejemplo, en Madrid vi cómo muchos jóvenes se sacaban el carnet solo porque sus padres los empujaban a hacerlo. En las grandes ciudades, donde hay una buena red de transporte público, el coche no es una necesidad. En cambio, en pueblos como el mío -Coria-, sí lo es.

¿El uso del móvil es uno de los mayores peligros para los conductores?
Totalmente. La distracción por el móvil es una de las principales causas de accidentes. Yo misma soy muy estricta con ellos en este sentido. Siempre les pido que guarden el móvil en la chaqueta o en el bolso, que es lo que yo hago. No quiero darles mal ejemplo.
¿Cuál es tu consejo para los futuros profesores de autoescuela?
Lo más importante es tener paciencia. Los alumnos no aprenden todos al mismo ritmo, y algunos van a necesitar más tiempo. Si eres un futuro profesor, necesitas aceptar que no todos van a aprender rápido. Estar allí para enseñarles, sin frustrarse, es esencial. Además, hay que ser flexible y adaptarse al alumno, porque no todos son iguales.
“Cuando ves que un alumno ha aprendido algo gracias a ti te, es cuando sientes que tu trabajo tiene sentido”
¿Cómo ves la relación entre los alumnos y los exámenes?
Los exámenes siempre son un tema delicado. De hecho, la primera vez que llevé a un alumno a examen, suspendió. Se saltó un ceda el paso y un paso de peatones. No es raro que suspendan en el primer intento. La mayoría de los alumnos aprueban en la segunda o tercera vez. Los exámenes generan mucha presión, tanto para ellos como para nosotros como profesores, porque si se comete una infracción y no intervienes, el examinador puede multarte a ti. Es una responsabilidad enorme.
¿Alguna anécdota curiosa de tus clases?
Sí, hay momentos muy divertidos. Muchos de mis alumnos, sobre todo los más jóvenes, son muy habladores. A veces se ponen a saludar a la gente en plena clase, y no puedes evitar reírte. Eso hace que el ambiente en las clases sea más relajado y cercano. También hay alumnos que, al principio, no entienden por qué se les tiene que explicar lo que parece evidente, como girar bien el volante o mirar los espejos.
¿Qué mensaje final le darías a los futuros conductores que están aprendiendo a conducir?
Que sean responsables. Aprender a conducir no es solo saber manejar un coche, sino entender que la seguridad es lo primero. No se trata solo de aprobar el examen, sino de ser un buen conductor en la carretera. Tener respeto por las normas y por los demás conductores es esencial para evitar accidentes.