Ramon Grimalt, dermatólogo: “La radiación del sol que pasa por los cristales del coche puede empeorar algunas enfermedades cutáneas, aunque no está relacionada directamente con el cáncer de piel”
Entrevista
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El doctor Ramon Grimalt, dermatólogo, explica cómo el sol puede afectar nuestra piel incluso dentro del coche y la importancia de protegerse adecuadamente
Dice el refranero que solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Lo mismo pasa con el sol, que la mayoría solo piensa en protegerse cuando llegan las altas temperaturas y empieza el calor fuerte. Sin embargo, la exposición a las radiaciones solares no es cosa de unos días, sino que afecta todo el año. No solo cuando estamos en la calle o en la playa.
El sol también nos alcanza dentro del coche, un espacio en el que a menudo subestimamos el riesgo. Por eso es importante conocer qué tipos de radiación nos afectan dentro del vehículo y cómo proteger la piel más allá de la crema solar habitual, según explica el dermatólogo Ramon Grimalt (Terrassa, 1965), especialista en el tema, profesor de dermatología en la UIC y con más de 108.000 seguidores en Instagram.

¿Nos tenemos que proteger del sol dentro del coche?
No nos tenemos que proteger igual que cuando estamos al aire libre, pero sí, la mayoría de los cristales dejan pasar un poco de radiación solar. Por tanto, la protección no es total.
¿Qué tipos de radiaciones solares hay y cuáles nos llegan dentro del coche?
Hay tres tipos de radiación solar que nos afectan: la ultravioleta A (UVA), la B (UVB) y la infrarroja (IR). Hay una cuarta, la C (UVC), que es altamente nociva pero no llega a la superficie terrestre porque la atmósfera la detiene. Ahora bien, a 10.000 metros de altura, como en el caso de los pilotos de avión, sí puede atravesar los cristales de la cabina si estos no tienen la protección adecuada.
Los cristales del coche no protegen totalmente del sol; la radiación UVA puede atravesarlos sin avisar
¿Qué pasa con la radiación infrarroja? ¿Nos afecta?
La infrarroja es la que nos da calor y es evidente que atraviesa los cristales, porque todos hemos notado cómo quema el sol dentro del coche. Esta radiación no está relacionada directamente con el cáncer de piel, pero puede empeorar algunas enfermedades cutáneas. Por ejemplo, la rosácea empeora mucho con el calor de los infrarrojos.
¿Qué diferencia hay entre la UVA y la UVB?
La radiación UVA es la que nos broncea y la UVB es la que nos quema. La UVB tiene una función de alerta: cuando empieza a quemarnos, tendemos a protegernos o buscar sombra. El problema es que la UVA es la más relacionada con el cáncer de piel, y como no avisa, podemos exponernos durante más tiempo sin darnos cuenta.
¿Por qué se dice que antes las cremas solares podían ser contraproducentes?
Hace unos años se hizo un estudio con neerlandeses que pasaban el verano en Mallorca. Sorprendentemente, los que se ponían crema solar tenían más cáncer de piel que los que no se la ponían. Esto ocurría porque, en aquel momento, las cremas solo protegían de la UVB, pero dejaban pasar la UVA. Los que no usaban crema se quemaban pronto y se alejaban del sol. Los otros, protegidos contra la crema pero no contra la radiación realmente peligrosa, se quedaban más tiempo.

¿Hoy en día las cremas protegen mejor?
Sí, actualmente todas protegen tanto de la UVA como de la UVB y algunas incluso un poco de la radiación infrarroja. Pero igual no son la única opción ni la más eficaz en todos los casos.
¿Los cristales del coche protegen lo suficiente?
El parabrisas delantero suele proteger casi el 100% de la UVB y deja pasar una parte de la UVA. En cambio, los cristales laterales y traseros suelen dejar pasar más radiación. Por eso, muchos conductores habituales terminan con la piel más envejecida y dañada en la parte de la cara o del brazo más expuestos al sol.
¿Hay que ponerse crema si se conduce?
Depende. Si conduces media hora a las 8 de la mañana para ir al trabajo, quizás no sea necesario. Pero si atraviesas los Monegros a mediodía, en pleno verano, la cosa cambia. La exposición solar acumulada cuenta mucho, y por eso los profesionales del volante sí deberían tenerlo en cuenta.
La crema solar no es un escudo infalible; la mejor protección es evitar la radiación con ropa y sombra”
¿Los cristales tintados ayudan a protegernos de las radiaciones solares?
Sí, principalmente reducen la entrada de infrarrojos, es decir, de calor. Pero también filtran parte de la radiación UV. Aun así, muchas veces la gente los pone más por motivos estéticos o de privacidad que por salud.
¿Sirven de algo los parasoles o las gorras dentro del coche?
Sí, y mucho. Un parasol, una gorra, o incluso una manga larga pueden ser más útiles que la crema solar. Los dermatólogos reconocemos que hemos caído un poco en la trampa de promocionar demasiado las cremas y demasiado poco la protección física. El sol es peligroso, pero la mejor forma de evitarlo no es la crema, sino evitar directamente la radiación, y eso lo podemos hacer con prendas de ropa.
¿Qué ropa protege mejor?
La ropa técnica deportiva suele ser muy eficaz porque es muy densa y está hecha de materiales derivados del neopreno. Pero una camiseta de algodón grueso y bien tejido también puede filtrar entre un 80 y un 90% de la radiación. En cambio, una de lino muy fina deja pasar más luz. En general, la ropa opaca protege bien, no hace falta que sea específica si no eres especialmente vulnerable.

¿Existe ropa con filtro solar?
Sí. En Australia, por ejemplo, han desarrollado aditivos que se pueden añadir a la lavadora (como si fuera suavizante) y que incorporan filtros solares a la ropa. Aunque sea una prenda fina, después de lavarla con ese producto actúa como si tuviera una protección solar 50+.
¿Funcionan las cortinillas del coche?
Sí, todas las formas de tejido ayudan. Las cortinillas tipo store pueden dejar pasar un poco de radiación si son muy transparentes, pero en general hacen un buen trabajo. Los parasoles rígidos de los coches detienen toda la luz. Ahora bien, para que la diferencia sea relevante, habría que pasar muchas horas al coche cada día.
¿Podemos quemarnos bajo un parasol?
Sí. Aproximadamente un 30% de la radiación solar nos llega rebotada del suelo, del mar o de la arena. Si estás en una playa blanca o en un día de mar tranquilo, la luz solar rebotada te puede llegar a la cara aunque estés bajo un parasol. Es mucho menos si estás en una playa de guijarros o en un día de mar picado.
La piel recuerda toda la radiación acumulada durante años, aunque empieces a protegerte ahora”
¿También nos llega radiación rebotada en la calle?
Sí. El sol que rebota en el asfalto, en los coches o en los cristales de los edificios nos puede afectar incluso cuando caminamos por la sombra. Este es un error habitual: pensar que estar a la sombra nos protege del todo.
Antes hablaba de la radiación UVC, que a nivel del suelo no nos afecta pero sí a los pilotos de avión. ¿Tienen más riesgo de tener cáncer de piel?
Sí, empezamos a ver estadísticas preocupantes. Volar a 10.000 metros los expone a una radiación que no nos llega a nivel del suelo. Además, los cristales de las cabinas no siempre tienen la protección adecuada, y es un tema que se está empezando a regular, aunque es complejo dar una protección en UVA en un cristal y que siga teniendo las mismas propiedades de transparencia que necesita el piloto de avión.
¿Qué parte del cuerpo es más vulnerable?
El 90% de los cánceres de piel que vemos los dermatólogos aparecen en la cara. No es que la piel de la cara sea más vulnerable, sino que es la más expuesta. No son las quemaduras puntuales las que causan cáncer, sino la exposición acumulada a lo largo de los años.

¿La crema solar nos da una falsa sensación de seguridad?
Exacto. Mucha gente se pone crema y cree que ya puede estar tranquila bajo el sol. Pero la crema no es un escudo infalible. Es una opción útil cuando no tienes otra protección, pero si puedes elegir, mejor ropa, sombra y sentido común.
¿Cómo influye el pasado en la salud de nuestra piel aunque llevemos años cuidándola?
Los campesinos y pescadores, que prácticamente no se queman, son los que más cáncer de piel padecen porque acumulan radiación durante toda la vida. Es como un alcohólico que solo bebe mucho de golpe una vez al año, y otro que bebe poco pero cada día: es este último el que acaba con problemas graves. Con la piel pasa igual. La clave es la radiación acumulada. La piel tiene memoria. Todo lo que has acumulado no se puede restar nunca. Aunque a los 40 años empieces a cuidarte, la piel recordará todas las horas de sol que recibiste antes.
Por eso, hay personas que desarrollan cáncer de piel años después de empezar a protegerse, ¿no?
Así es, hay gente que desarrolla cáncer de piel después de años cuidándose. Esto pasa porque la radiación solar tiene un período de latencia de 25 a 30 años, un castigo que llega muy tarde, cuando ya no te lo esperas. Es como emborracharse pero notar los efectos una década después: nadie aprende porque no lo ve en el momento.