Un informe destapa los riesgos ocultos de la carga rápida para la salud respiratoria

Electromovilidad

La Universidad de UCLA ha analizado 12 estaciones de carga rápida y detecta niveles elevados de partículas finas en suspensión

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(Foto de ARCHIVO)
Un vehículo en un punto de carga en una electrolinera

 Un vehículo en un punto de carga en una electrolinera de un centro comercial 

Carlos Castro / Europa Press

Uno de los mayores retos que la electromovilidad aún tiene por delante es el de la recarga de las baterías. La carga doméstica, lenta, obliga a planificar los tiempos y disponer de un punto de conexión fijo, mientras que la carga rápida, más cara y todavía poco desarrollada, permite recuperar gran parte de la batería en pocos minutos. Pero más allá del coste económico, esta rapidez no está exenta de inconvenientes, algunos de ellos inesperados, que comienzan a generar debate entre los expertos.

Un estudio reciente de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) ha detectado que las estaciones de carga rápida pueden generar niveles elevados de partículas finas en el aire. El texto cita específicamente dos tipos de partículas, las PM2,5 y las PM10, responsables de afectar la calidad del aire y con potencial impacto en la salud respiratoria de las personas que se encuentran cerca de estas instalaciones.

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La carga rápida acelera los trayectos, pero según el estudio de la Universidad de UCLA, eleva partículas finas en el aire alrededor de las estaciones 

Marti Gelabert

La investigación se llevó a cabo en seis estaciones de carga rápida distribuidas en tres zonas urbanas de Los Ángeles. En total, se evaluaron 12 áreas de recarga durante varias semanas de actividad intensa para medir la concentración de partículas en tiempo real. Durante las horas punta de actividad, los niveles de PM2,5 llegaron a 35-40 μg/m³, superando el límite diario recomendado por la OMS de 25 μg/m³. Las PM10 alcanzaron concentraciones de 50-55 μg/m³, cerca o por encima de los valores límite de referencia en muchos países.

Durante las horas punta, las partículas finas en el aire superan el límite diario recomendado por la OMS

El problema no proviene de la carga eléctrica en sí, sino de factores asociados que los autores del informe atribuyen a la concentración de vehículos en poco espacio, los sistemas de ventilación y refrigeración y el desgaste de neumáticos y frenos. Cuánto más intensa es la actividad, mayor es la cantidad de partículas, que permanecen elevadas durante un tiempo de entre 30 y 45 minutos después de la carga.

Electrolinera en la estación de servicio del Túnel del Cadí, en el Prepirineo catalán

Electrolinera en la estación de servicio del Túnel del Cadí, en el Prepirineo catalán 

Abertis

Estas partículas microscópicas pueden penetrar en los pulmones y afectar la salud respiratoria, especialmente en niños, personas mayores y personas con problemas respiratorios previos. Los investigadores alertan que la ubicación y el diseño de estas estaciones son clave para minimizar riesgos y proteger la calidad del aire urbano.

Partículas dispersas

Muchos puntos de carga rápida se instalan en aparcamientos de centros comerciales o cerca de zonas concurridas, a veces próximos a parques o colegios. Esto hace que la dispersión de partículas sea más problemática. Los expertos recomiendan emplazamientos más ventilados, separar las estaciones de zonas sensibles y utilizar materiales que no generen polvo adicional.

Los investigadores recomiendan ubicar las instalaciones en zonas ventiladas y mantener protocolos de diseño y mantenimiento para reducir riesgos

Los investigadores subrayan que estos hallazgos no deben interpretarse como un argumento contra la movilidad eléctrica. Al contrario, se trata de un toque de atención para mejorar la infraestructura. Así como se han estudiado los impactos ambientales en la fabricación de baterías o del consumo de electricidad, ahora es necesario contemplar los efectos locales de las estaciones de carga rápida.

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La comparación con las gasolineras tradicionales también es relevante. Aunque las estaciones de carga rápida generan partículas en suspensión, no emiten gases contaminantes directos ni CO2 durante la operación, lo que sigue representando una mejor global para la calidad del aire y la lucha contra el cambio climático.

Finalmente, los expertos coinciden en que la expansión de la infraestructura debe ir acompañada de protocolos de diseño, mantenimiento y ubicación que reduzcan los riesgos. Solo así se logrará que la movilidad eléctrica cumpla plenamente su promesa de ser limpia, eficiente y segura para todos, sin comprometer la salud de quienes conviven con estas instalaciones.

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