Santi Balmes, cantante de Love of Lesbian: “Mi primer coche fue el Ford Fiesta dorado de mi abuela, que se calaba mucho; se le calentaba tanto el motor que tenía que parar, el depósito burbujeaba”
VIP sobre ruedas
El vocalista recuerda algo que escribió en uno de sus libros: “Si Dios hubiera querido que camináramos, no habría creado los coches”

Santi Balmes, vocalista de Love of Lesbian, posa frente a su actual coche, un Mini Countryman

Santi Balmes no es solo el rostro visible de Love of Lesbian, sino también el tipo de persona que ha convertido los viajes en una de las grandes aventuras de su vida. Desde las primeras giras, cuando todo estaba por hacer, hasta ahora, con la banda consolidada como uno de los pilares del panorama musical, los kilómetros recorridos han sido una parte esencial de su día a día. Pero, más allá del ajetreo de los conciertos y el trabajo sobre el escenario, Santi establece una relación muy personal con todo lo que hace. Para él, cada trayecto tiene algo que ofrecer: una reflexión, una anécdota, un rincón nuevo por descubrir. Algo de lo que hemos podido disfrutar, no solo en las letras de sus canciones, sino también en la particular narrativa que nos deja como escritor.
Su inconfundible voz y su enorme capacidad para encontrar las palabras adecuadas para redefinir nuestro día a día con frases como “Llevo las cosas al día para dejar la noche vacía” han convertido al de Sant Vicenç dels Horts en una inspiración para muchos. En su vida, moverse no es solo cuestión de trasladarse de un lugar a otro, sino una forma de entender el mundo y de conectar con su propio ser.
A lo largo de los años, el paso por distintas ciudades, países y escenarios ha dejado una huella profunda en su vida. Es un viaje de transformación constante, no solo musical, sino también personal. Así que vamos a descubrir al creador de temas como El Poeta Halley en facetas de su vida mucho menos conocidas que la que implica estar bajo los focos, con un micrófono en la mano delante de decenas de miles de personas coreando las canciones de Love of Lesbian.
Santi Balmes, ¿cómo estás?
Estoy muy bien. Con la banda ahora estamos en una época en la que hacemos más reuniones que ensayos, y esto hace que acabemos con el carácter un poco agrio. Pero, cuando salimos al escenario, todo lo hablado adquiere su sentido.

Empezando por lo más básico, ¿cómo te trasladas cuando no estás en gira? ¿Tienes algún medio de transporte favorito o eres más bien de lo más práctico?
Recuerdo que lo dije en un libro: “Si Dios hubiera querido que camináramos, no habría creado los coches”. Me gusta mucho conducir. En mi caso el vehículo es el lugar ideal para escuchar música, aclarar ideas y calmarme. Cuando no estoy de gira, paso muchas horas en casa, trabajando, escribiendo, creando... Y a veces, simplemente salgo por la necesidad de cambiar de escenario y que me empiecen a venir nuevas ideas.
En una vida tan movida como la tuya, con giras constantes y compromisos de todo tipo, ¿cómo llevas conducir en tu día a día?
Cuando viajamos con la banda nos lleva nuestro road manager. A nivel personal me gusta llevar a mi familia en coche, no importa que sea de día o de noche. El vehículo me da un grado de independencia bestial. Aunque manejarlo supone una responsabilidad, conducir me da placer.
Unos ladrones intentaron robarnos la furgoneta, pero desistieron cuando vieron que estábamos dentro en un estado mucho más deplorable que el suyo”

¿Recuerdas alguna vez en la que un viaje en carretera fuera una experiencia particularmente única o memorable? Quizás por algo inesperado que ocurrió durante el trayecto.
Siempre recordaré lo que hicimos con la banda cuando no nos conocía nadie. Dábamos un concierto en Madrid y nos dimos cuenta de que no podíamos aparcar la furgoneta en la mayoría de los parkings de la ciudad porque era demasiado alta y no entraba. Así, a las dos de la mañana, decidimos regresar. Acabamos durmiendo dentro del vehículo en una estación de servicio en Zaragoza, y unos ladrones intentaron robarnos la furgoneta, pero desistieron cuando vieron que estábamos dentro en un estado mucho más deplorable que el suyo. Creo que todos volvimos con la sensación de que solo podíamos ir a mejor.
¿De qué viajes en coche, con la familia, cuando eras niño, guardas mejor recuerdo?
Me acuerdo de las salidas de que hacíamos los fines de semana y, sobre todo, de un viaje de vacaciones que hice en tren con mis padres a Madrid. Durante el trayecto leí casi mi primer libro: Els astronautes de la Nau Musol, dibujado por Pilarín Bayés. Estaba tan metido en él que apenas miraba por la ventana; el trayecto me pasó volando.

¿Cuál fue tu primer coche?
El Ford Fiesta dorado de mi abuela, que se calaba mucho. El motor se calentaba tanto que, en una curva de Molins de Rei, justo antes de girar en dirección Corbera de Llobregat o Vallirana, tuve que parar el coche. Al abrir el depósito de gasolina vi que burbujeaba; ¡parecía que iba a explotar! No sé bien qué pasaba, pero luego se enfriaba, tapaba el depósito, arrancaba otra vez y seguíamos adelante.
Las giras, por lo general, suelen ser intensas... ¿Cómo llevas el ir en furgoneta de ciudad en ciudad? ¿Es todo muy mecanizado o hay espacio para la improvisación en el camino?
No es tan divertido como antes, cuando éramos mucho más frívolos. Ahora, con mi edad y siendo ex fumador pienso: ¿cómo éramos capaces los fumadores de destrozar la psique y la tranquilidad de la gente sana casi tirándoles el tabaco a la cara? Los no fumadores de nuestra banda han sufrido muchísimo. Había momentos de mucha despreocupación, con gente durmiendo en el suelo como gusanos, entre colillas; era terrible. Ahora todos llevan su almohada cervical, sus superauriculares y viajan viendo su serie. Por eso, la comunicación solo aparece en las gasolineras cuando paramos, porque dentro del coche hay un silencio sepulcral, salvo el piloto y el copiloto, que sí hablan mientras escuchan a Led Zeppelin.
Nuestros viajes de gira han cambiado: antes incluso dormíamos en el suelo de la furgo lleno de colillas y ahora muchos llevan su almohada cervical, superauriculares y miran su serie”

¿Cuál fue el último lugar inesperado al que llegaste conduciendo?
Una vez me perdí y llegué al cementerio de Collserola. Era de noche y la sensación fue bastante The Walking Dead. Piensas que no pasa nada, pero entonces comprendes toda tu memoria cinematográfica. Nuestra generación tiene una memoria cinematográfica total; de hecho, conocemos la trama de espionaje del presidente Nixon por Todos los hombres del presidente, con Robert Redford y Dustin Hoffman. Nuestra memoria histórica viene del cine, y nuestra imaginación también ha estado ligada a eso. Cuando entré en el cementerio de Collserola, a las doce y media de la noche, pensé que no saldría vivo.
Sobre el escenario consigues que miles de personas sientan tu alma, pero, ¿dónde eres más apasionado?
Me considero disfrutón de las cosas que me gustan, es decir, soy intenso, pero en buen sentido de la palabra. Si juego un partido de fútbol, lo vivo con una intensidad de pasarlo bien. En realidad, soy bastante apasionado.
¿Qué coche tienes?
Tengo un Mini Countryman.

En cuanto a la logística de los tours, ¿en qué prefieres viajar?
Siempre prefiero el AVE; es mi medio de locomoción favorito, tanto que dimos un concierto en París y regresamos en tren. Me senté justo al lado de Jarvis Cocker, por pura casualidad, en uno de los 21 vagones, y estuve hablando con él. Cuando hablamos del viaje a Madrid con mis padres, puedo ver que yo era un chaval que salía por primera vez de Barcelona y se daba cuenta de las dimensiones del país, haciendo paradas en Ávila, Soria, Segovia y Toledo, hasta llegar a Madrid. Ahora, Madrid con el AVE está aquí al lado, y eso ha facilitado muchísimo el trabajo.
¿Lo más loco que has hecho en la furgoneta?
Pues estuve a punto de matar al resto de mis colegas por culpa de un conejo. Iban todos durmiendo y el animal se plantó en medio de la carretera. Di un volantazo y se acojonaron porque pensaban todos que íbamos a volcar. Claro, en la parte trasera de una furgoneta todo se ve desde una perspectiva mucho más grave e intensa, para mal, por un tema de estabilidad, suspensión… Yo en ningún momento temí por nuestras vidas, pero no me echaron del grupo porque no se puede echar al líder, aunque estuvieron a punto. Hace 30 años que pasó esto y todavía me lo recuerdan.
También recuerdo una vez cogí el coche de empresa para ir a hacer de teloneros de The Cure. Obviamente, mi empresa no lo sabía. Yo iba con ese coche, siguiendo a la furgoneta, que a su vez seguía el autobús de The Cure por toda España. Casi nos estrellamos contra la Pilarica. Nos fue de un pelo y nos salvamos porque hay unas escaleras que bajan hacia la plaza y justo ahí frené. Vimos a la Virgen de bien cerca.
Casi nos estrellamos con el coche contra la Pilarica; nos salvamos porque frené justo antes de unas escaleras que bajan a la plaza; vimos a la Virgen de bien cerca”

¿Hasta qué punto los viajes han influido en tu creatividad?
Los viajes influyen en mi creatividad a posteriori. Soy muy sugestionable. A veces estoy en México y me empiezan a venir canciones que se mimetizan con el entorno, con lo que suena en las radios de la furgoneta. Al final, soy capaz de componerte una ranchera. Pero luego el tiempo lo enfría todo. Todos los creativos tienen que dejar en la nevera lo que hacen, y ahí es cuando vuelves a Barcelona, escuchas las notas de voz y piensas: “¿Qué es esta ranchera tan mala que acabo de hacer, si no soy ni mexicano? ¿Qué hago?”. Me dejo llevar tanto, me mimetizo tanto con el ambiente, que a veces roza lo peligroso. Por eso realmente me sale mejor componer casi siempre desde Barcelona, muchísimas veces conduciendo. De hecho, conduciendo una moto o un coche me han venido nombres de disco.
¿La velocidad influye en tu manera de pensar?
Milan Kundera escribió el libro La lentitud, que combina dos situaciones: una transcurre en el siglo XVIII, en un carruaje, y la otra en una moto, a toda velocidad por París, a principios del siglo XXI. Lo interesante la obra es ver cómo contrasta la velocidad de cada uno, no solo física, sino mental: su estructura de pensamiento no tiene nada que ver. Desde que lo leí tengo clarísimo que la velocidad influye en tu manera de pensar.
Hay algo casi de trance cuando conduces. Llega un punto en que tu yo automático lleva las riendas del coche y el guardia del consciente se distrae. Entonces el inconsciente salta. Es ahí cuando te viene una melodía, un nombre. ¿Cuentos chinos para niños del Japón? es una de las muchas canciones que me han venido conduciendo. En su momento, tenía que llamar a casa y grabarlas en el contestador automático del teléfono fijo, pero ahora lo dejo en una nota de voz. Si miras mis notas, son infinitas: B10, B23, Plaça Catalunya… Les cambio un poco los nombres para saber de qué tema tratan, pero tengo decenas así.

¿Qué viaje de película has protagonizado en tu vida real?
Islandia, sin duda. Dar la vuelta entera, hasta la península del noroeste. Lo hicimos con la familia y creo que sigue siendo el viaje top; conducir mientras 50 caballos salvajes islandeses corren a tu lado y te adelantan va a ser algo muy difícil de superar. Un escenario fantástico en sus 360 grados: no hay nada feo. Puedes ver la Torre Eiffel, pero si giras, siempre aparece algo que rompe la magia. En Islandia no pasa. Allí sientes que entiendes cómo era el mundo antes de que existiera el ser humano. Solo ahí he podido vivir esa sensación.
Santi, ¿en qué lugar es más fácil encontrarnos contigo?
Si no es en Barcelona, es en Roma. Mi sueño sería cogerme dos años sabáticos para estudiar historia del arte con alguien que me explique todos los cuadros de algunas iglesias de la ciudad. Quiero un estudio detallado, no solo pasar entre una riada de gente que te empuja en el Museo del Vaticano, porque al final esa experiencia casi resulta perniciosa.
Mi sueño sería cogerme dos años sabáticos para estudiar historia del arte con alguien que me explique todos los cuadros de algunas iglesias de Roma”

¿Alguna vez te has metido en un lío durante un viaje?
En República Dominicana, con mi mujer. Cuando éramos jóvenes, alquilamos una excursión que no cumplía las normas de seguridad y nos metimos en un lío en medio de unas pequeñas cascadas. Tuvimos que nadar contra corriente y hubo gente del grupo que lo pasó fatal; terminamos todos medio heridos. Fue bastante sonado, pero también una de las experiencias más emocionantes que hemos vivido viajando por ahí.
Uno de los lugares a los que habéis viajado con la banda es México, ¿cómo llevas el estar alejado de tu zona de confort?
Siempre digo que México es como coger el mando de la televisión y subir el contraste, el color, el volumen, hasta los olores; es bestial. Solo aterrizar en un aeropuerto engullido por la metrópolis y pasar 40 minutos descendiendo casi por encima de edificaciones ya te produce una conmoción extraña. Es una mezcla de inseguridad, afecto, amor absoluto, emoción por la banda, conciertos inolvidables, bondad, pobreza y caos automovilístico. Ahí entiendes la importancia de las líneas ferroviarias, porque México no tiene. Siempre ha pasado algo que ha impedido que exista una red de trenes decente. Metros sí hay, pero no puedes desplazarte de una población a otra.

Santi, ¿qué ciudad sigues visitando siempre con cariño, por el significado que tiene para ti o por lo que representa en tu vida con Love of Lesbian?
Creo que hay una ciudad que siempre nos provoca una sensación extrañamente buena cada vez que vamos: Santiago de Compostela. Para mí, tiene algo mágico. En lo personal, me pasa con Roma. De todos modos, debo decir que estoy muy enamorado de Barcelona. Soy barcelonista y barcelonés, declarado, convencido, feligrés… y bastante enfadado con estos últimos años por toda esa propaganda capciosa que intenta colocar a Barcelona en la liga de las ciudades peligrosas. Claro que hay carteristas, como en todos lados, pero sigue siendo una de las ciudades más plácidas que conozco, más educadas, donde la gente respeta tu espacio personal aunque pueda parecer un poco fría. La urbe tiene unas dimensiones que para mí son ideales, pues está limitada por el mar y la montaña y no puede crecer descontroladamente como pasa con Madrid.
Si pudieras elegir un destino completamente alejado de la música y la vida de banda para un retiro, ¿cuál sería?
El otro día me quedé bastante prendado de la zona de Horta de Sant Joan y Miravet, donde hicimos la ruta Verde. Es un entorno precioso y lo tenemos un poco escondido, en el sentido de que si esto estuviera en Italia, ya le habrían sacado muchísimo más rédito turístico.
Santiago de Compostela es una ciudad que siempre nos provoca una sensación extrañamente buena cada vez que vamos, para mí tiene algo mágico”

Todo evoluciona a una velocidad de vértigo, ¿cómo imaginas los viajes de Love of Lesbian en el futuro?
No creo que vaya a cambiar nada en el futuro. Ojalá la red ferroviaria de este país funcionara de forma que el AVE llegara a todos lados. Por otro lado, a nivel profesional, espero que en el futuro hagamos algo más pausado, quizá más acorde con nuestra edad, de modo que estemos en un teatro una semana entera en cada ciudad. Cuando hacíamos Espejos y espejismos era precioso, tanto en el Teatro Español de Madrid como en el Teatro Victoria de Barcelona. Estar siete días seguidos y volver a hacer la función cada día creaba una rutina muy especial.
Santi, si pudieras escoger a una persona, esté o no entre nosotros, personaje histórico, de ficción o de a pie, para compartir un viaje de varios días, ¿quién sería y a dónde iríais?
Atila, no sé por qué medio Mongolia tiene todavía sus genes. Después, para hacer un viaje más largo: Óscar Wilde. Me reiría mucho con su ironía, su sarcasmo, su cinismo… Sería muy gracioso. Luego que cada uno por la noche haga lo que quiera.
¿Cuál sería el titular para esta entrevista?
Maniobras de escapismo o Viaje épico hacia la nada.
Hablar con Santi Balmes es como cruzarte con alguien que ha visto mucho, ha soñado todavía más y sigue, inexplicablemente, con los pies en el suelo. No solo es un músico que ha marcado a toda una generación, sino una persona que sabe cómo disfrutar del viaje, sin perderse en el ruido. Lo que más me queda de nuestra conversación es esa mezcla de intensidad, cariño, simpatía y calma que lo rodean, como si todo tuviera su propio ritmo. Santi tiene esa habilidad rara de hacer que las cosas más cotidianas se sientan especiales, y lo transmite de manera natural, sin forzar nada. Al final, te das cuenta de que su éxito no solo radica en su música o en su prosa, sino en cómo se toma la vida, con ese equilibrio entre la pasión y la serenidad que es todo un lujo.