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Pablo Navarro, violinista: “Mi primer coche me salió buenísimo; se lo compré a un amigo por 6.000 euros y no me dio ningún problema hasta los 265.000 kilómetros, hoy sigue rodando en perfecto estado”

VIP sobre ruedas

Pablohabla de su actitud cuando alguien se la juega circulando: “Freno y respiro tranquilo, esperando en total calma al siguiente ‘Fitipaldi' que me vuelva a hacer lo mismo”

Pablo Navarro es un reputado violinista que comenzó a tocar este instrumento cuando tenia siete años 

Pablo Navarro es un reputado violinista que comenzó a tocar este instrumento cuando tenia siete años 

Cedida

Pablo Navarro empezó a tocar el violín a los siete años y desde entonces no ha parado. Su formación en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, sumada a su paso por la Orquesta de RTVE y la Sinfónica de Madrid, lo posicionó muy pronto como un músico de gran proyección. No se conformó con el camino académico, sino que desarrolló una carrera paralela en la que combina el repertorio más clásico con el lenguaje contemporáneo, llevando su violín eléctrico a escenarios tan diversos como teatros, bodas, salas de conciertos o estadios deportivos.

Su espectáculo Feel The Difference, que incluye una brass band completa, sintetiza esa visión amplia donde caben desde Vivaldi hasta Rosalía sin que pierda sentido ni rigor artístico. Para que todo eso ocurra hay mucho más que talento y ensayo; hay movimiento. Pablo recorre kilómetros con su instrumento como compañero constante, viaja en coche, en avión, en tren o en cualquier medio que le permita llegar a tocar donde le llaman. Cada actuación está precedida por una carretera, una espera o un traslado. Hoy descubrimos su vida desde la movilidad, sin tópicos ni poses.

Pablo, ¿recuerdas la primera vez que fuiste tú quien llevó el violín en el coche, yendo solo, rumbo a una actuación?

Sí, justo me acababa de sacar el carnet. Tuve que ir de Madrid a Punta Umbría (Huelva) en un coche que me había dejado mi padre, y se quedó sin aire acondicionado en pleno mes de julio. Fíjate que la emoción que tenía por conducir y viajar solo que este contratiempo no tuvo importancia. Eso sí, me obligó a ir con la ventanilla bajada gran parte del trayecto, lo que dejó tanto en mi brazo como en el muslo izquierdo quemaduras solares tremendamente dolorosas.

¿En qué coche ibas?

Era un Peugeot 406 V6 de gasolina de 2002. Todo lo que ganaba me lo gastaba llenado su depósito de gasolina.

El violinista Pablo Navarro y su banda durante una actuación en el partido amistoso entre España y Alemania
El violinista Pablo Navarro y su banda durante una actuación en el partido amistoso entre España y AlemaniaCedida

¿Qué tipo de conductor eres cuando sabes que llegas justo al ensayo?

Pues una mezcla entre Colin McRae y Rayo McQueen. No voy a decir que “yo controlo” porque quienes abanderan esas palabras suelen confundir control con temeridad, pero, en según qué situaciones, activo mis sentidos al 100% y me esfuerzo por optimizar hasta las trazadas de las curvas, frenando lo menos posible.

¿Qué pensamientos te suelen venir a la cabeza cuando conduces solo durante horas?

De todo. Desde imaginar cómo hacer un nuevo tema hasta fijarme en la forma de la nube que tengo en el horizonte. Paso muchas horas al volante viajando; me encanta ir tranquilo, del punto A al punto B, sin depender de nadie. Son momentos de reflexión y calma, de estar conmigo aunque sea en silencio, casi con la mente en blanco, dejándome llevar, inmerso en la conducción. Siempre tengo cosas que hacer, por eso estos ratitos en los que mi única obligación es conducir los siento como un recreo para la mente. A veces, la excusa para parar es que tengo que conducir.

Mi primer coche fue un Mazda6 de segunda mano que me salió buenísimo: no me dio ni un solo problema hasta los 265.000 kilómetros, y ahora sigue rodando en perfecto estado, con más de 360.000 km, en manos de mi hermano”

Pablo Navarro

Pablo Navarro

Violinista

¿Recuerdas tu primer coche? ¿Qué fue de él?

Mi primer coche fue un Mazda6 2.2 diésel de 2009, blanco perlado. Se lo compré a un buen amigo por 6.000 euros. Me salió buenísimo, no me dio ni un solo problema hasta los 265.000 kilómetros. Tan bien me fue con él, que hoy sigue rodando en perfecto estado con más de 360.000 km en manos de mi hermano.

¿Tienes alguna superstición o costumbre fija antes de subir al coche hacia una actuación importante?

La verdad es que no soy muy supersticioso, pero sí suelo darle una palmadita al salpicadero cuando llego a destino, como gesto de agradecimiento. Soy de esos románticos que se vincula emocionalmente con los coches que conduce. Ellos nos cuidan y merecen ser tratados con cariño. Al menos, así lo siento.

Cuando no conduces tú, ¿eres de los que se duerme o de los que va dando conversación con quien te acompaña?

Sin duda, de los que da conversación y pone buena música. No llego al punto de ser un loco desconfiado con la mano en el freno de mano, pero sí estoy atento por si al conductor se le escapa algún detalle y puedo ayudar a evitar cualquier imprevisto. Además, me encanta hablar y discutir sobre cualquier tema. Disfruto conociendo a la gente en profundidad.

El primer coche que se compró fue un Mazda2 de segunda mano 
El primer coche que se compró fue un Mazda2 de segunda mano Propias

A día de hoy, ¿en qué te mueves?

Llevo 8 años con un Audi A6 del que estoy enamorado, pero como tocamos tanto en Madrid, decidí comprarme un coche con etiqueta Cero. Ahora conduzco un Volvo XC90 T8 híbrido enchufable con el que estoy encantado. Son dos estilos de conducción completamente distintos. El A6 tiene una conducción muy deportiva, además de todo lo que le he ido haciendo: suspensión rebajada, llantas OZ, latiguillos de acero, pinzas y discos que frenan de forma espectacular. Detalles que hacen que cada vez que me subo, me salga una sonrisa tras el volante. El otro, en cambio, es un coche mucho más familiar y cómodo. Es como un electrodoméstico, pero al menos lleva un motor de gasolina que, cuando lo necesitas, ahí está. Además, ruge como un león.

La carretera también educa, ¿qué te ha enseñado?

A ser muy paciente y a pensar que, quizá, el de enfrente ha tenido un día peor que el mío. Detesto a quien sale del garaje creyendo que todo el mundo le quiere fastidiar. Jamás pito, porque creo que no enseña nada; al contrario, enfada y saca lo peor de quien lo recibe. Así que cuando me hacen alguna jugarreta, freno y respiro tranquilo, esperando en total calma al siguiente “Fitipaldi” que me vuelva a hacer lo mismo.

Cuando me hacen alguna jugarreta, freno y respiro tranquilo, esperando en total calma al siguiente Fitipaldi que me vuelva a hacer lo mismo”

Pablo Navarro

Pablo Navarro

Violinista

¿Cuál ha sido el mayor susto que has tenido yendo en coche?

Recuerdo una vez que fui con un gran amigo al circuito de Motorland en Aragón con un BMW E30 325i. Tras varias vueltas, me quedé sin frenos justo después de la recta principal y me fui directo a la grava. La sensación de pisar el freno y que el coche no respondiera ni un ápice fue muy desagradable. Por suerte, en la vía pública, solo he tenido los típicos sustos; cuando voy por fincas, que es muy a menudo, suelo cruzarme con serpientes, conejos, pajaritos e incluso vacas en la carretera, y en mitad de la noche. Pero, afortunadamente, nunca he sufrido un accidente grave.

Como músico, ¿qué canciones te acompañan al volante?

Escucho sobre todo música clásica. Me encanta oír los Estudios de Chopin, las sinfonías de Beethoven y, cuando me pongo tierno, algo de romanticismo tardío. También disfruto de bandas sonoras de películas, temas country, música electrónica... y me gusta escuchar lo que he grabado con mi Brass Band. Asimismo, suelo buscar la inspiración en artistas emergentes o dejo que Spotify me sorprenda. Voy por épocas, pero en un viaje conmigo puedes escuchar desde J. Sebastian Bach hasta Sebastián Yatra.

¿Hay alguna carretera concreta que hayas recorrido tantas veces que ya la sientes tuya por familiaridad?

Pues te diría que la carretera A2 de Madrid a Zaragoza, porque soy zaragozano y mi familia vive allí. Además, le tengo un cariño especial a los torreznos del kilómetro 103, que son increíbles. También valoro mucho las carreteras de la Sierra Madrileña, que me han regalado tantas rutas de fin de semana. Incluso me gusta llegar hasta Segovia para visitar uno de mis pueblos favoritos, Valdeprados, y La Taberna Tomasa, pequeños placeres que le hacen muy feliz a uno.

El violinista admite que cuando conduce alguna vez va a ritmo rápido 
El violinista admite que cuando conduce alguna vez va a ritmo rápido Cedida

¿Qué no soportas de los demás conductores cuando vas a tocar con prisa o el tiempo justo?

Lo que más me molesta es la falta de educación. Por ejemplo, cuando alguien para en doble fila a pesar de tener un hueco para aparcar sin molestar al tráfico, pero no quiere maniobrar y decide quedarse bloqueando el carril. También me irrita la gente que no respeta la distancia de seguridad, porque si tienes que frenar por cualquier motivo, se te meten casi en los asientos traseros.

Lo que está claro es que has viajado en coche sentado al lado o atrás, en tren o en avión; ¿cuál ha sido el viaje de tu vida?

Sin duda, uno de los viajes más importantes, y que marcó un antes y un después en mi vida, fue el del día que mis padres me llevaron de Zaragoza a Madrid para hacer las pruebas de acceso al Real Conservatorio de Música. Tras aprobar, mi vida cambió de repente, mudándome de Zaragoza a Madrid en un solo día. Fue el viaje que dio paso a la etapa más divertida de mi vida, pasando de vivir en casa como Pablito a estar en un colegio mayor; ya te puedes imaginar…

Si tu coche hablara, ¿qué diría de ti?

“Pablo, frena un poco.” Se podría decir que siempre voy un poco por encima de lo debido, pero él sabe que, aunque sea en contadas ocasiones, soy un conductor prudente y muy consciente de lo que llevo entre manos. Cuido muchísimo el mantenimiento de gomas, aceites, líquidos y toda la mecánica del coche. Soy de los que revisan las presiones antes de cada viaje y disfrutan limpiando el coche, dejándolo impoluto para la próxima aventura.

Un viaje que marcó un antes y un después en mi vida, fue el del día que mis padres me llevaron de Zaragoza a Madrid para hacer las pruebas de acceso al Real Conservatorio de Música

Pablo Navarro

Pablo Navarro

Violinista

Ya que estamos: ¿Qué es lo más loco que has hecho en un coche?

Una vez, hace años, toqué sobre el techo de un BMW Compact muy tuneado con el maletero lleno de altavoces. Era para una marca y consistía en tocar en plena Puerta del Sol con el violín eléctrico conectado al equipo del coche. Apenas toqué unas notas, la gente empezó a juntarse alrededor. Fueron solo cinco minutos, pero se lió una muy divertida.

¿Cuál ha sido el trayecto más bonito que has hecho por trabajo y que recuerdas con más cariño?

Pues hubo un día que teníamos que estar en dos eventos casi al mismo tiempo, uno en Jerez y otro en Madrid, y la única forma de conseguirlo fue alquilando un jet privado con toda la banda. Fue una experiencia nueva para todos y muy divertida. Además, ¡descubrimos que hay otra vida mejor!

¿Qué charla con un taxista no olvidarás?

Me acuerdo de un día que iba del colegio mayor a Atocha, paré un taxi y, al ver el violín, el taxista me preguntó si era músico. Le dije que sí y no tardó ni un segundo en ponerse a cantar rancheras de Bertín Osborne a grito pelado, mientras yo sonreía por compromiso ante semejante situación.

Pablo Navarro admite que es más de campo que de playa 
Pablo Navarro admite que es más de campo que de playa Fran Calderón

¿Alguna vez, perderte en el camino ha sido una suerte inesperada?

Desde luego, sobre todo por la zona noroeste de España. Me he perdido muchas veces y, gracias a eso, he descubierto lugares increíbles. Hace ya bastante que no disfruto de un viaje tranquilo por puro placer... ¡Ojalá pueda escaparme pronto!

¿Cuáles han sido tus viajes inolvidables de infancia?

Los viajes en un Peugeot 405 Mi16 saliendo muy temprano de Zaragoza los fines de semana para recibir clase de violín en Madrid con quien terminó siendo mi catedrático años después. Era una locura ir, dar clase y volver en el mismo día después de comer. He de decir que no me gustaba nada esa paliza, pero ahora lo agradezco, y valoro muchísimo el esfuerzo de mi familia por sacrificar los sábados por mí. Fue una formación increíble.

¿En qué ciudad el sonido de tu violín ha conectado con el público de forma única?

En Madrid, sin ninguna duda. Fue la ciudad que me vio nacer artísticamente con el violín eléctrico y donde fui creciendo hasta llegar al proyecto que tengo hoy. Madrid acoge muy bien, y conmigo no hizo una excepción.

Una vez llegaba tarde al aeropuerto y pinchamos; no me quedó más remedio que tirarme al suelo, levantar la furgoneta como pude y, empapado de sudor, cambiar una rueda que llevaba más de 20 años sin quitar”

Pablo Navarro

Pablo Navarro

Violinista

Pablo, ¿cuáles son tus lugares favoritos?

El sofá de mi casa es uno de mis favoritos, y otro, la explanada que rodea al monasterio de El Escorial. Es un sitio en el que hasta el aire tiene un tono distinto. No sé por qué, pero tiene algo que me atrapa y no puedo explicar con palabras. También me encanta la playa de Sanxenxo, en Galicia. Es verdad que soy más de campo que de playa, pero Galicia me atrapa en todos los sentidos.

La vez que casi no llegas fue…

Una vez que, después de un concierto en unos viñedos preciosos de Mallorca con mi amigo y pianista Carlos González, pinchamos una rueda de camino al aeropuerto, a solo una hora de la salida del avión. No me quedó más remedio que tirarme al suelo, levantar la furgoneta como pude y, empapado de sudor, cambiar una rueda que llevaba más de 20 años sin quitar. Llegamos al aeropuerto con apenas 30 minutos de margen y, aun así, conseguimos llegar al embarque a tiempo. No he corrido tanto en mi vida.

Ya que estamos: ¿Cuál ha sido la situación más surrealista que te has encontrado durante un viaje?

Pues una situación bastante surrealista fue el día que hicimos un sold out en la mítica Sala Galileo Galilei y, justo al terminar el concierto, teníamos que ir directos a los Premios Forqué a tocar. Alquilamos un bus vintage de los años 70 y fuimos toda la banda dentro, cambiándonos de nuestras chaquetillas y ropa más sport a los smokings, porque el dress code de los premios lo exigía. Mientras tanto, íbamos grabando contenido y cenando pizzas por el camino. Fue un momentazo muy divertido y, visto desde fuera, debía de ser para morirse de risa: diez personas cenando pizza y cambiándose de ropa dentro de un autobús antiguo.

Madrid es la ciudad que vio nacer artísticamente a Pablo y donde fue creciendo hasta llegar al proyecto que tiene hoy
Madrid es la ciudad que vio nacer artísticamente a Pablo y donde fue creciendo hasta llegar al proyecto que tiene hoyCedida

¿Cuál es el lugar más remoto en el que has tocado durante tu carrera?

Pues el sitio más remoto donde he tocado fue en un evento privado en una de las islas del archipiélago de San Blas, en Panamá. Era una isla como la del Tricicle, con una palmera, dos cocos y un montón de estrellas de mar. Fue una boda con más de 1000 invitados en la que, entre otros, actuó Maná.

Cuando llegas a un sitio nuevo para actuar, ¿sueles explorar el entorno o prefieres aislarte para concentrarte?

Prefiero aislarme para concentrarme. Suelo preparar la música que voy a tocar, hacer pruebas de sonido, dejar lista la ropa... Ya después de actuar, me gusta hacer algo de turismo, descubrir sitios nuevos y probar la gastronomía local. Primero el deber y luego el placer. Haber estudiado tantos años música clásica me ha hecho muy metódico y disciplinado.

Muchos músicos tienen una rutina de viaje, ¿cuál es la tuya?

Hacer caso a la hoja de ruta. Desde mi oficina nos diseñan todo al detalle, minuto a minuto, desde que salimos de viaje hasta que regresamos: punto de partida, paradas para café, hora y lugar de la reserva en el restaurante, ubicación del hotel y hora para hacer el check-in... Nos tratan mejor que a un ministro. Esto hace que todo fluya y que no surjan imprevistos molestos. Gracias a estas hojas de ruta, no suelo tener rutinas muy específicas y me adapto a cualquier situación. Eso sí, siempre pido un par de horas para probar bien el sonido del evento, así todo sale a pedir de boca.

El sitio más remoto donde he tocado fue en una de las islas del archipiélago de San Blas, en Panamá; era una boda con más de 1000 invitados en la que, entre otros, actuó Maná”

Pablo Navarro

Pablo Navarro

Violinista

¿Cuál ha sido el viaje más movido que has tenido? ¿Luego tuviste que actuar?

Recuerdo un viaje a Barcelona con la banda en el que, a las cinco de la mañana del día de salida desde Madrid, me dio un cólico de riñón y no podía suspender la actuación. Cuando llegué al evento estaba bastante mal, y aunque intenté hacer todo lo posible para calmar el dolor, fue complicado. Justo un minuto antes de salir a tocar, mientras me colocaban el micrófono, vomité en la parte de atrás del escenario por el dolor que sentía. Aun así, salimos todos a tocar y el evento fue un éxito. Al regresar a Madrid, fui directo al hospital.

¿Dónde has tenido que improvisar por falta de equipo o condiciones técnicas imposibles?

Cuando empecé con el proyecto de la banda, tuve que improvisar y sacar adelante el evento muchas veces con los medios que teníamos. Me he encontrado de todo, pero siempre logré adaptarme a cada situación. Hoy en día, viajamos con nuestro propio equipo técnico, sonido y todo lo necesario para asegurarnos de que no haya fallos y que el show tenga la calidad que merece.

No tiene mucho tiempo para viajar por placer, pero siempre que puede visita a su familia en Zaragoza
No tiene mucho tiempo para viajar por placer, pero siempre que puede visita a su familia en ZaragozaFran Calderón

¿Cómo se vive el silencio en los viajes justo antes de subir al escenario?

En la banda somos ocho y uno de ellos es David, nuestro trompetista andaluz que habla por los codos. Te podrás imaginar que nunca hay silencio porque siempre tiene anécdotas, chistes y mil cosas que contar. Solo hay calma cuando viajamos muy temprano y el sueño gana a las ganas de hablar. Antes de actuar, siempre comprobamos que todo funcione como debe, recibimos órdenes del equipo de producción y nuestros técnicos nos envían indicaciones directamente a los in-ears, así que estamos todos muy atentos a lo que está por venir.

¿Recuerdas la primera vez que tomaste un avión por trabajo llevando el violín como único equipaje?

Perfectamente. Hace años tuve una residencia en un club del Líbano llamado “Seven Sisters”. Mi hoja de ruta era la siguiente: volaba por la mañana a El Líbano, me recogían en el aeropuerto sobre las ocho de la tarde, cenaba y tocaba en el club. Cuando terminaba la sesión, ya de madrugada, cogía el vuelo de vuelta a Madrid. Siempre iba con la ropa del día, un pequeño neceser dentro del violín y mi violín eléctrico.

¿Cuál ha sido el hotel más extraño en el que te has alojado?

Recuerdo una vez en Barcelona que me asignaron un hotel con una habitación de paredes rojas, un espejo enorme sobre la cama y un jacuzzi digno de Jesús Gil. Así que me vi obligado a dormir con los vaqueros puestos, por si acaso.

Cuando puedo viajar, me gusta quedarme por España; solemos salir fuera cuando tenemos días libres, olvidando que aquí hay rincones maravillosos para descansar y reconectar”

Pablo Navarro

Pablo Navarro

Violinista

¿Cómo equilibras el desgaste físico de los viajes con la exigencia emocional que requiere subir a tocar?

Con un buen fisio, un buen entrenador, mucho estudio, buena alimentación y algún que otro psicólogo, además de ingentes cantidades de café. De ahora a diciembre pasaré más tiempo fuera que en casa, por lo que, cuando llegue enero, será el momento de descansar unos días.

¿Dónde viaja Pablo por placer?

No tengo mucho tiempo para viajar por placer, pero siempre que encuentro un hueco lo aprovecho para ir a ver a mi familia en Zaragoza. Cuando puedo viajar, me gusta quedarme por España; solemos salir fuera cuando tenemos días libres, olvidando que aquí hay rincones maravillosos para descansar y reconectar. Este verano, por trabajo no pude hacer vacaciones, así que me quedé en Madrid. Disfrutar de la ciudad en agosto, aunque parezca mentira, es un placer: está tranquila pero sin perder vida, y aparcar en cualquier lugar de la Castellana en hora punta es un lujo. He aprovechado para estar en casa, en la piscina, conocer vecinos que ahora son amigos y descansar como nunca. A veces no hace falta salir para disfrutar de un buen descanso.

Hay una forma serena y profundamente honesta en la forma en la que Pablo recuerda los lugares, no por su fama, sino por cómo le hicieron sentir al tocar. Escucharlo hablar de un viaje, de una estación, de una ciudad perdida donde el público lo entendió sin palabras, es casi como oírlo tocar sin que tenga el violín en las manos. Al final, cada trayecto suyo es una nota más en su partitura vital y, lo más interesante es que, incluso después de tantos escenarios, la música sigue sonando.