"No se llevará a cabo ninguna reintroducción de lince” en Catalunya. Esta frase breve y rotunda se incluye en el Acord per la Pagesia Catalana firmado el pasado día 9 por el conseller de Agricultura, Óscar Ordeig, y el presidente del Gremi de la Pagesia, Joan Regolf, para atender las reivindicaciones (y la amenaza de cortes de carreteras) lideradas por la plataforma asamblearia Revolta Pagesa. Este punto del acuerdo entre la Generalitat y una parte del sector agrario cierra las expectativas de expertos en protección de la naturales y grupos ecologistas que durante dos décadas han estado planteando la posibilidad de recuperar en Catalunya a uno de los animales más emblemáticos de la fauna europea y mediterránea.
El lince fue durante siglos un felino relativamente común en varias zonas de Catalunya, en especial en el Pirineo y en comarcas del sur de Tarragona, pero también en otros puntos aislados como Salt (Gironés) de donde se tiene constancia de la última captura de uno de estos animales, en 1923.
Los expertos desconocen con precisión la distribución histórica y número de ejemplares de las dos especies de lince autóctonas de Catalunya (lince ibérico, Lynx pardinus, y lince boreal, Lynx lynx) y dan por supuesto que sus poblaciones disminuyeron drásticamente en los siglos XVIII y XIX, aunque su declive se habría iniciado en la Edad Media.

Los expertos en fauna y gestión de la naturaleza coinciden en que el lince ibérico beneficia al control de la plaga de conejos .
Los motivos de esta progresiva desaparición “se relacionan muy probablemente con la gran disminución de la cubierta forestal [expansión de la agricultura y utilización masiva de la madera], la gran actividad de los tramperos [cazadores de “alimañas”], la disminución de los ungulados salvajes [una de las fuentes de alimentación, en especial, del lince boreal] y la proliferación de armas”, según explican los expertos Jordi Ruiz-Olmo, Santiago Palazón y David Camps, autores del capítulo dedicado al lince en el libro enciclopédico Grans Mamífers de Catalunya i Andorra (ed. Lynx Nature Books, 2023).
En todo caso, “no hay actualmente ninguna duda de que en Catalunya, Andorra y la Catalunya del Nord vivió el lince hasta el siglo XX” aseguran estos expertos refiriéndose tanto al lince ibérico como al boreal o euroasiático.
Rumores y datos presuntamente secretos
Los datos sobre las poblaciones de lince en Catalunya antes del siglo XIX son escasos pero suficientes para considerar que la especie era relativamente común. “La profusión de nombres [comunes] atribuidos a estos animales en catalán y aranés demuestra que estaban bien distribuidos”. Se conservan documentos referidos al lince como llop cerval, llop cervir, llop cerver o gat cerver o gatillop. Se conocen también citas de la presencia de linces a finales del siglo XVIII en la Vall d'Aran, Pallars Sobirà, Pallars Jussà, Alt Urgell, Berguedà y Baix Ebre. “También existe una cita sorprendente de un ejemplar, probablemente de lince ibérico, cazado en Matadepera, en la zona del macizo de Sant Llorenç de Munt en 1790”, indican Ruiz-Olmo, Palazón y Camps.
En 1845, “tras hacer una encuesta a todos los municipios y pueblos pequeños de Catalunya”, Pascual Madoz (autor del Diccionario histórico geográfico de los pueblos de España) consideraba que el lince era todavía una especie común en el Pirineo", recuerdan Ruiz-Olmo, Palazón y Caps, aunque el relato histórico de Madoz no aportaba ninguna cita concreta del felino. Sí que se conservan del siglo XIX menciones de observaciones y capturas de linces en el Pirineo francés, en especial en el Carlit i el Canigó. En 1819, por ejemplo, fue cazado un lince en Ariege, y tras conocerse la noticia en París el rey Luis XVIII pidió que se capturase vivo un ejemplar de esta especie para mantenerlo como en sus jardines.
Del siglo XX también se guardan menciones bien documentadas de capturas de linces en la vertiente norte del Pirineo. Así, por ejemplo se conoce la muerte de un macho y una hembra de lince boreal en Roques de la Pena (Vernet dels Banys, Francia) en 1917. “El último lince capturado oficialmente en la Catalunya del Nord fue cazado en las montañas de Prades [Prada de Conflent, Francia] aproximadamente en 1930”, detallan los autores de este resumen histórico. En Aragón se conocen menciones y citas documentadas de capturas de linces hasta las décadas de 1960-70, el último de los cuales fue muerto en Biescas (Huesca) en 1973.

Un lince en el Cortijo Gato Clavo, a 8 de noviembre de 2024, en el Parque Natural de la Sierra de Andújar, Jaén,
“En Catalunya, el último lince capturado oficialmente data de 1923 en Salt (Gironès) y de este hecho se conserva el registro de pago de cinco pesetas como gratificación al cazador, 'por haber dado muerte a un animal nocivo denominado llop cerver', según indicaba el certificado del veterinario de la zona”, recuerda a La Vanguardia Jordi Ruiz-Olmo.
Posteriormente, se han recogido numerosos comentarios y referencias pero “no disponemos de ningún dato irrefutable” sobre la supervivencia de algún lince en Catalunya, indican los autores de este capítulo en Grans Mamífers de Catalunya i Andorra. La rumorología se ha mantenido durante décadas y en algunos casos se ha llegado a afirmar que los expertos o algunos vecinos escondían datos sobre la presencia secreta del lince en algunos lugares recónditos del Pirineo.
Para tratar de aclarar la situación, entre 1970 y 1984, un equipo de expertos en fauna del Departamento de Agricultura, Ramaderia i Pesca (DARP) de la Generalitat hizo encuestas sistemáticas llegando a la conclusión de que existían múltiples menciones y citas pero ninguna prueba confirmada de linces en Catalunya con posterioridad a 1923.
Entre 1985 y 1990, los también expertos en fauna Xavier Parellada, Jaume Orta y Jordi Ruiz-Olmo coordinaron un nuevo estudio en el que fueron encuestadas 274 personas que trabajaban como guardas forestales, agentes rurales, técnicos de parques naturales o similares en Catalunya y Aragón. De las respuestas recibidas, los autores de la encuesta consideraron creíbles o verosímiles un total de 13 citas de presencia de linces: 9 en Catalunya y 4 en Aragón, incluido un lince ibérico que habría sido cazado en 1955 en Ejulve (Teruel).
Las observaciones relatadas por las personas encuestadas indicaban la presencia de linces en la reserva nacional de Caza dels Ports de Tortosa-Beseit (el 1977), Les (Vall d'Aran, 1970-71), Reserva Nacional de Caza del Cadí (1976), Montellà (Cerdanya, 1975), Malniu (Cerdanya, 1978-79), Balandrau-Reserva Nacional de Caza de Freser-Setcases (sin fecha indicada), Tregurà (Ripollès, 1980), Queralbs (Ripollès, 1980) y una serie de observaciones dispersas en el Cadí, Pedraforca y Serra Cavallera.
De forma paralela, los autores de esta investigación faunística llevaron a cabo inspecciones a la búsqueda de rastros y huellas de posibles linces en un total de 121 transectos (recorridos establecidos en el medio natural). Ruiz-Olmo, Palazón y Camps detallan que se identificaron en esta parte del trabajo tres rastros que “estábamos convencidos” que pertenecían a linces, una consideración que fue ratificada por Miguel Delibes y Rafa Laffite, expertos en linces de la Estación Biológica de Doñana. Por otra parte, “Jordi Garcia Petit, director del Parque Natural de Cadí-Moixeró, acompañado de guardas de la Reserva, encontró también rastros verosímiles [de lince] en la vertiente norte del Cadí en 1987”, indican los autores.
A finales de la década de 1990, se realizó un nuevo estudio con la recogida de citas y la ayuda de cámaras automáticas (fototrampeo). En este caso, solo se consiguió una fotografía en la que se veía la parte trasera de la grupa de un animal que podría ser un lince; aunque sin que la imagen permitiera asegurarlo.
“Todos los datos acumulados nos hacen pensar que algunos linces podrían haber sobrevivido en el sur de Catalunya (sur de la Terres de l'Ebre) o haber llegado a esta zona [procedentes de otras regiones] hasta las décadas de 1960-1970; y que en los Pirineos habría pasado lo mismo hasta 1980-1990”, concluyen Jordi Ruiz-Olmo, Santiago Palazón y David Camps.

Litio, el lince localizado en Santa Coloma de Cervelló, en 2018
Litio, un ejemplar andaluz en Catalunya
El 29 de mayo de 2018 fue confirmada la presencia inesperada de un lince ibérico en Santa Coloma de Cervelló (Baix Llobregat), El animal había sido visto durante varios días por vecinos y payeses en una zona de frutales con gran presencia de conejos. El animal portaba un collar que permitió identificarlo como Litio, un lince macho nacido la primavera de 2014 en el centro de reproducción para esta especie en El Acebuche (Huelva) y liberado en el sur de Portugal en dos ocasiones, en mayo de 2015 y octubre de 2016.
Entre 2016 y 2018, Litio había hecho un recorrido de entre 1.000 y 1.500 kilómetros (contando que no se desplazaría en línea recta) hasta llegar a Catalunya, donde se había aclimatado perfectamente en el Baix Llobregat, como explicaba Antonio Cerrillo en estas mismas páginas de La Vanguardia el 7 de junio de 2018. El animal vivía en Catalunya en un entorno que satisfacía sus necesidades (aunque sin ningún congénere). El lugar elegido para establecerse era para él casi “un paraíso” según las descripciones de cuantos siguieron las andanzas del animal los últimos días antes de su captura (pacífica) y devolución a andalucía. En el Baix Llobregat, Litios fue visto en varias ocasiones con un conejo en la boca y, según los expertos, no hay ninguna duda de que linces este pueden ayudar a combatir la plaga que tanto preocupa a los agricultores. Pero ahora Revolta Pagesa no piensa lo mismo, y la Generalitat ha aceptado su exigencia sin rechistar..