Un tiburón blanco de tres metros apareció muerto por asfixia recientemente en las costas del sur de Australia. Es el efecto más visible de la proliferación de algas que, desde marzo afecta a las aguas del sur del país y que pone en riesgo a más de 200 especies de la zona.
El manto de algas ocupa ahora una extensión de 4.500 km², reporta la BBC, el equivalente a la extensión de Isla Canguro, en un fenómeno “sin precedentes”, explica Vanessa Pirotta, científica especializada en fauna marina. Estas algas acumuladas producen toxinas que “actúan como una manta tóxica que asfixia” a una amplia variedad de vida marina.
Las toxinas pueden causar “daños en las branquias y en los tejidos” al atacar los glóbulos rojos, explicaron desde OzFish, una ONG medioambiental marina, a la BBC. Además, estas plantas consumen una gran cantidad de oxígeno, convirtiendo el entorno en literalmente irrespirable para peces, rayas y tiburones.
Las especies de arrecife, como los cangrejos o los peces globo, han sido las más afectadas, ya que son menos móviles y no pueden alejarse del alga tóxica. Las algas no representan un peligro para los humanos, pero estar expuesto a grandes cantidades puede causar irritación en la piel y síntomas respiratorios, tos o dificultades para respirar.