La llamada cumbre del océano que comienza este lunes en Niza (Francia), auspiciada por Naciones Unidas y copatrocinada conjuntamente por el gobierno francés y de Costa Rica, llega en un momento de crisis con muchos frentes abiertos: faltan muchos países por suscribir el Tratado Global del Océano para regular la gestión y conservación del alta mar, no hay consenso para acabar con la contaminación plástica y el gobierno de Trump ha autorizado recientemente la minería en aguas profundas fuera de su jurisdicción, un desafío a la legislación internacional.
A esta Tercera Conferencia del Océano de la ONU (UNOC 3), evento que se celebra cada dos años, está previsto que acudan unos 70 líderes y más 30.000 participantes de todo el mundo, entre hoy y el próximo día 13 de junio. No se esperan grandes decisiones, pero si que se movilicen recursos para conservar una biodiversidad y unas condiciones físicas marinas de la que depende la vida en el planeta. En el caso de España, está previsto que presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, encabece la delegación española.
Protección: ¿Del 8% al 30% en tres años?
Un punto clave de la cumbre será convencer a más países que ratifiquen el Tratado Global del Océano o Tratado de Alta mar, adoptado por la ONU en 2023 y que requiere ser ratificado por un mínimo de 60 países para entrar en vigor. Su objetivo es proteger la biodiversidad marina en aguas internacionales. De momento, solo 28 países (también la UE, pero no se contabiliza) han cumplido este trámite, los últimos seis, europeos, hace unos días. De momento, solo en torno a un 8,3% del océano terrestre forma parte de áreas marinas protegidas, cuando el compromiso en la cumbre de la biodiversidad de 2022 fue lograr un 30% para 2030. En Niza, además, se presentará la iniciativa “Seamos amables con el océano”, apoyada por numerosas organizaciones, que promueve hacer de la protección la norma, y no la excepción, como ocurre ahora, antes de autorizar cualquier explotación.
Pesca de arrastre: compromiso pendiente
Científicos y oenegés señalan que esta protección de áreas marina será insuficiente mientras no se prohíba en ellas las prácticas pesqueras destructivas, como la pesca de arrastre de fondos marinos, a lo que se opone el sector pesquero en muchos países, incluido el del anfitrión de esta UNOC3. En el caso de España, hace tiempo que este tema enfrenta a los ministerios de Transición Ecológica y Agricultura y Pesca, que se opone a su eliminación total. Haciendo historia, hace ya 20 años que la Asamblea de la ONU firmó una resolución para frenar el arrastre en ecosistemas marinos vulnerables, pero no ha habido grandes avances al respecto. Para esta cumbre, científicos de todo el mundo, encabezados por la oceanógrafa Sylvia Earle, ya han firmado una carta dirigida en la que urgen a los estados a proteger los montes submarinos de esta práctica. «Es evidente que las promesas por sí solas no bastan. Es hora de actuar porque el destino de las profundidades oceánicas pende de un hilo”, asegura al respecto Mirella von Lindenfels, directora del Programa Internacional sobre el Estado del Océano (IPSO).
Minerales y petróleo en el fondo marino
Poner freno a la exploración minera, incluidos los hidrocarburos, en fondos marinos es otro tema que estará sobre la mesa. El abril, el presidente de EE.UU., Donald Trump, firmó una orden ejecutiva para permitir explotar minerales necesarios para la transición energética y la electrónica tanto en sus aguas nacionales como en las internacionales, amparándose en que ese país no ha firmado la Ley del Mar (UNCLO) y generando un conflicto. Hay países que quieren una moratoria a este tipo de minería, dado que esos fondos son poco conocidos. Es el caso de Portugal, el primero de la UE que la prohíbe por ley, pero la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), que debe regularla, sigue sin acordar un reglamento que podría incluirla o limitarla. Mientras, varias empresas mineras ya han hecho pruebas para iniciar esta actividad.
Respecto a los combustibles fósiles, que están detrás del cambio climático que calienta el mar, acidifica su composición y cambia las corrientes en el globo, cada vez son más voces las que exigen que se prohíba su explotación en el mar. Sólo en el Mediterráneo oriental, según la oenegé Ocean Care, Argelia tiene previsto abrir 5.000 km2 a la exploración de yacimientos costeros y Chipre ya ha concedido varias licencias a empresas americanas y de Qatar. A nivel mundial, la gran mayoría de los nuevos yacimientos de petróleo y gas (el 71%) precisamente se encuentran en el mar, algunos a grandes profundidades.
El transporte marítimo: ruido y colisiones
Un gran reto para la preservación de un océano saludable es el transporte marítimo, que supone hoy más de 220.000 viajes de buques al año. Al tema del combustible que usan se suman sus impactos directos en la biodiversidad, especialmente por colisiones con cetáceos como rorcuales y cachalotes, especie en peligro según la Lista Roja de la UICN. Una coalición de 10 oenegés (entre ellas, Ocean Care, Greenpeace, Oceana o WWF) tratan de lograr apoyos para que estos buques, cuando naveguen por zonas de paso -como el Corredor de Migración de Cetáceos del Mediterráneo-, bajen su velocidad a 10 nudos, lo que aseguran que evitaría muchas muertes.
El reto pendiente del residuo plástico
En Niza también saldrá a relucir el impacto plástico y, en concreto, el tratado que se negocia desde 2022, cuyas negociaciones se retomarán a comienzos de agosto en Ginebra. Van siete reuniones sin que los avances sean importantes entre dos posiciones enfrentadas: los que defienden que se considere todo el ciclo de los plásticos desde su producción (lo que implicaría reducir ésta) y los que abogan por centrarlo solo la gestión más adecuada de los residuos. Se calcula que cada año llegan al océano entre 8 y 13 millones de toneladas plásticas, que se acumulan en toda la columna de agua causando graves impactos en la vida marina y en la humana, dado que llega a todos los organismos a través de la alimentación. En humanos, ya se ha detectado en el cerebro, los pulmones, la sangre e incluso la placenta.
El mapeo de lo desconocido
Uno de los puntos en los que la Unesco quiere poner el foco en Niza es en la necesidad de apoyar económicamente a los países con menos recursos para mapear sus fondos marinos. Se ha avanzado en este tema -en 2017 apenas se conocía el 6%- si bien a fecha de hoy solo hay cartografías del 26%, aun cuando se reconoce que es fundamental conocer cómo es y qué hay ahí abajo para cualquier explotación de los recursos. “Si sumamos el otro 25% que conocen las empresas, información que deben compartir, aún nos faltaría conocer la mitad y para eso se requiere colaboración internacional a quienes no tienen financiación para ello”, destacaba en una rueda de prensa on line Julian Barberié, responsable mundial de la Comisión Oceanográfica Internacional (COI) de la Unesco.