El planeta está sufriendo una pérdida de agua dulce sin precedentes

Cambio climático

El 75% de la población mundial vive en países que han estado perdiendo reservas durante los últimos 22 años. “Este hallazgo transmite quizás el mensaje más alarmante hasta la fecha sobre el impacto del cambio climático en nuestros recursos hídricos”, advierten los científicos

El planeta está sufriendo una pérdida de agua dulce sin precedentes
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Caída sin precedentes en las reservas de agua dulce en el planeta

Nunca antes los continentes de la Tierra han perdido tanta agua dulce como en las últimas dos décadas. “La disminución es sorprendente y alarmante”, admite el científico Hrishikesh Chandanpurkar, autor principal de una investigación que revela el alto impacto que el cambio climático y el uso insostenible de las aguas subterráneas están teniendo en los recursos hídricos del planeta. “España es uno de los países más afectados de Europa”, aclara con una mirada local Rafael Seiz, coordinador del Programa de Agua de World Wildlife Fund (WWF).

Chandanpurkar es un prestigioso científico del sistema terrestre que trabaja en la Universidad Estatal de Arizona. Preocupado por una “sequedad continental” que avanza en silencio y sin ninguna atención política, reunió a un equipo de expertos para, a través de dos décadas de datos satelitales de la Nasa, analizar en detalle los cambios en el almacenamiento de agua terrestre, la combinación de hielo, nieve, agua superficial, humedad del suelo y agua subterránea. Los hallazgos, publicados en la revista Science Advances, han dejado atónitos a los investigadores.

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Las zonas terrestres secas se están expandiendo a un ritmo que equivale cada año al doble del tamaño de California

La cantidad de agua dulce que se pierde desde principios de siglo a esta parte es inédita, “poniendo en riesgo los medios de vida, la seguridad alimentaria, el aumento de las migraciones y los conflictos transfronterizos”. ¿Los motivos? El cambio climático (sequías extremas) y “las malas prácticas de gestión del agua humana”, como por ejemplo el bombeo excesivo de agua subterránea.

Las zonas terrestres secas se están expandiendo a un ritmo que equivale cada año al doble del tamaño de California, alerta este grupo de científicos. No sólo eso: la velocidad a la que las zonas secas se están volviendo más secas ahora supera la velocidad a la que las zonas húmedas se están volviendo más húmedas, revirtiendo por primera vez “los patrones hidrológicos tradicionales”.

Acuífero Vizcaíno, una fuente natural subterránea de agua dulce que se extiende desde el sur del condado de Palm Beach a la bahía de Florida

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Propias

Según la investigación, casi 6.000 millones de personas, aproximadamente el 75% de la población mundial, vive en los 101 países que han estado perdiendo agua dulce en los últimos 22 años. Mientras la población crece -según las Naciones Unidas, se prevé un aumento de 1.700 millones de personas para 2050-, “la disponibilidad de agua dulce disminuye drásticamente”.

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Los datos satelitales arrojan la aparición de cuatro regiones de “megasequedad” a escala continental, todas ubicadas en el hemisferio norte: suroeste de Norteamérica y América Central, Alaska y norte de Canadá, norte de Rusia y Oriente Medio-norte de África. El estudio identifica lo que parece ser un punto de inflexión alrededor de 2014-15, durante un período considerado como “mega años de El Niño”, similar en su intensidad al fenómeno de 2022-23. Según se explica, “los extremos climáticos comenzaron a acelerarse y, en respuesta, el uso de aguas subterráneas aumentó y la desecación continental superó las tasas de derretimiento de los glaciares y las capas de hielo”.

La expansión de la desecación continental, el aumento de la desecación extrema y las implicaciones para la disminución de la disponibilidad de agua dulce deberían ser de suma importancia”

Jay FamigliettiProfesor de Futuros Globales de la Escuela de Sostenibilidad de la Universidad de Arizona

“La expansión de la desecación continental, el aumento de la desecación extrema y las implicaciones para la disminución de la disponibilidad de agua dulce y el aumento del nivel del mar deberían ser de suma importancia para el público en general, los administradores de recursos y los tomadores de decisiones de todo el mundo”, subraya Jay Famiglietti, coautor de la investigación, profesor de Futuros Globales de la Escuela de Sostenibilidad de la Universidad de Arizona. A su juicio, “los hallazgos transmiten quizás el mensaje más alarmante hasta la fecha sobre el impacto del cambio climático en nuestros recursos hídricos”.

España, también en la diana

Si bien la investigación no ubica a Europa como una región de “mega-sequedad”, Rafael Seiz, experto de WWF, aclara que la pérdida de agua dulce también afecta al sur del continente, en especial a España, por el avance de la desertificación -menos precipitaciones, temperaturas más elevadas, más evapotranspiración, más erosión del suelo- y la sobreexplotación hídrica.

El estudio identifica “la extracción excesiva de agua subterránea” como el principal factor que contribuye a la disminución de los niveles de agua dulce en las regiones más secas, “lo que amplifica los impactos del aumento de la temperatura, la aridificación y las sequías extremas”.

En España esta problemática se está agudizando. Es uno de los territorios europeos donde este fenómeno está avanzando con más rapidez

“En España esta problemática se está agudizando. Es uno de los territorios europeos donde este fenómeno está avanzando con más rapidez. Tenemos zonas mucho más áridas que el centro de Europa y un avance de situaciones meteorológicas más extremas, como la fuerte sequía de los últimos años. Y también tenemos una importante intensificación del uso del suelo, principalmente para uso agrícola, que está quitando cobertura vegetal y dejando suelos desnudos, muy expuestos a la evaporación y al avance de la aridez”, explica Seiz.

La distinción entre “efectos naturales y antrópicos” es clave, según este experto. “Sobre los primeros, con el cambio climático de fondo, difícilmente podemos actuar, más que mitigando sus efectos y haciendo prácticas de adaptación. Pero frente a los efectos antrópicos, sí que podemos actuar y cambiar prácticas que están acelerando la pérdida de agua dulce”, señala.

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El diagnóstico es compartido por Chandanpurkar y su equipo de trabajo. “La sobreexplotación continua de las aguas subterráneas, que en muchas regiones se produce a un ritmo creciente, en lugar de sostenible o decreciente, socava la seguridad hídrica y alimentaria”, advierten. El agua dulce, agregan, es “un recurso intergeneracional que está siendo mal gestionado por las generaciones recientes, a un costo tremendo y excepcionalmente infravalorado para las generaciones futuras”,

Por tanto, “proteger el suministro mundial de agua subterránea es primordial en un mundo en calentamiento y en continentes que ahora sabemos que se están secando”.

“Las aguas subterráneas profundas son una especie de antiguos fondos fiduciarios. En lugar de utilizarlos solo en épocas de necesidad, como una sequía prolongada, los damos por sentados. Además, no estamos intentando reponer los sistemas de agua subterránea durante los años húmedos, lo que nos lleva a una inminente quiebra del agua dulce. Hay que entender que el agua subterránea se está agotando, no se repondrá en escalas de tiempo humanas”, sintetiza Famiglietti.

Retroalimentación climática

Esta pérdida continental de agua dulce está generando un efecto de “retroalimentación”, debido a que una gran parte termina en los océanos, provocando un mayor aumento del nivel del mar. “Los continentes se están secando, la disponibilidad de agua dulce está disminuyendo y el aumento del nivel del mar se está acelerando”, explica el estudio.

Dentro del presupuesto hídrico mundial, los continentes ahora contribuyen con más agua dulce al aumento del nivel del mar que las capas de hielo individuales. “Hasta ahora se pensaba que era al revés. Este hallazgo es muy relevante”, afirma Seiz sobre este punto. Al extraerse en exceso, tanto el agua subterránea como la retenida en los acuíferos acaba en el mar por las escorrentías superficiales.

Hay indicios de que cambios significativos en las corrientes oceánicas pueden tener consecuencias catastróficas para la vida como la conocemos”

Rafael SeizExperto de WWF

Este flujo se suma al que llega por el derretimiento de los casquetes polares del Ártico y la Antártida. “Ambos efectos son sinérgicos y están transformando la salinidad de los océanos”, explica el científico de WWF. “Y si bien todavía hay enormes incertidumbres sobre qué cambios puede producir, hay cada vez más evidencias sobre el impacto en las corrientes oceánicas, como la AMOC, de la que tanto se habla últimamente”, profundiza.

¿La explicación? El agua dulce “empuja el agua salada hacia abajo”, modificando la velocidad -ralentización- de corrientes oceánicas que se mueven alrededor de todo el planeta. “Actualmente el nivel de conocimiento técnico sobre el balance entre la salinidad y el movimiento de las corrientes, está todavía en estudio. No tenemos certezas, al revés, tenemos incertidumbres. Hay indicios, no obstante, que cambios significativos en estas corrientes pueden tener consecuencias catastróficas para la vida como las conocemos”.

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