Sin duda es una gran idea que todas las administraciones, empresas y sociedad civil suscriban y sobre todo cumplan un pacto contra la emergencia climática. Los 3.644 fallecimientos atribuidos a las altas temperaturas entre junio y agosto de 2025 según el Ministerio de Sanidad, las temperaturas máximas registradas, además de la ola de calor más larga jamás medida, las 30 mil personas desplazadas, pueblos enteros calcinados, enormes gastos en extinción, no dejan ninguna duda sobre la gravedad del fenómeno.
La sociedad no puede seguir asistiendo atónita a declaraciones cruzadas mientras siguen sin tomarse decisiones para un futuro sostenible. En realidad, llega tarde. Pero tal y como se ha planteado es manifiestamente insuficiente.
Nos explicaremos. Empezaremos por felicitar la iniciativa basada en la mejor ciencia disponible y la necesidad de tomar acciones contundentes para el bien común. La magnitud de la crisis climática a la que nos enfrentamos es de tal calibre que absolutamente todos los habitantes del país y del resto del mundo ya lo hemos experimentado y lo malo es que lo volveremos a sentir en nuestras propias carnes los próximos meses y años...
Todos los sectores productivos, desde el turismo, a la alimentación, las infraestructuras y otros. Todas las generaciones ya lo están experimentando y sabemos que es muy duro. A este nuevo escenario climático tenemos que adaptarnos, y será mejor por las buenas que por las malas, pero en cualquier caso nos vamos a tener que adaptar.
Y es absolutamente imprescindible que sea un compromiso de toda la sociedad, las empresas, de todos y cada uno de los ayuntamientos del país, de toda la gente, que todo el mundo esté de acuerdo en que es necesario enfrentarse a la gran bestia del cambio climático.
Y que se haga con justicia climática, no dejando atrás a nadie, con una participación real efectiva, sobre todo de las personas más vulnerables. Asociar al Pacto políticas nacionales de industria, vivienda, empleo y comercio adaptadas al nuevo clima y a las realidades de las personas.
El decálogo propuesto habla solo de emergencia climática cuando sabemos que también se trata de crisis ecológica o de biodiversidad
Pero pasemos a las que creemos que son aspectos mejorables: el enfoque, por una parte en contenidos y, por otra, en metodología de la participación propuesta, sobre todo. El decálogo propuesto habla solo de emergencia climática cuando sabemos que también se trata de crisis ecológica o de biodiversidad, las dos crisis actúan juntas, pero es necesario enfrentar específicamente la biodiversidad.
El golpe de los incendios no es solo sobre las emisiones de gases de efecto invernadero sino efectos sobre especies de fauna (y no solamente las emblemáticas afectadas este año como urogallos, osos, lobos, rapaces.) o flora, sino sobre todo en el funcionamiento de los ecosistemas, agua, erosión de suelos, recarga de acuíferos; es decir hablamos de crisis ecológica como se pondrá claramente de manifiesto en la próxima COP30.
No se trata, por ejemplo, exclusivamente de apagar los incendios sino de diseñar una nueva política forestal, que no se base por ejemplo en grandes plantaciones forestales con enormes impactos sobre la biodiversidad o de eliminar valiosísimas zonas de matorral que tienen un gran valor ecológico, el sotobosque, etcétera.
El pacto climático debe incluir las macrogranjas, el uso desproporcionado de pesticidas o las emisiones del transporte aéreo
Otro tema clave es la agricultura y ganadería, sectores con un profundo impacto ambiental, las macrogranjas y la fertilización masiva de los suelos, además de la utilización desproporcionada de pesticidas está teniendo un considerable daño sobre la calidad de las aguas, sobre los acuíferos, y sobre la salud de las personas (incluyendo los olores).
Las renovables no se pueden seguir implantando sin ningún tipo de control sobre zonas de Red Natura, ignorando el impacto paisajístico, al lado de pueblos o en zonas de aves esteparias o arrancando olivares, las 65.000 hectáreas de zonas agrarias y forestales ya transformadas en polígonos industriales son una superficie ya muy elevada mientras los tejados de toda España y zonas de infraestructuras están ociosos.
Otro profundo impacto sobre la emergencia climática procede de las emisiones desbocadas en el sector aéreo. No se puede a la vez buscar un aumento infinito de turistas con sus efectos asociados en la costa, las emisiones y los ecosistemas mientras por otra se piensa en adaptarse al cambio climático de una manera urgente. Recordemos, por ejemplo, que Tenerife tiene más turistas anuales que Brasil o Canarias que Australia. Las infraestructuras críticas, desde plantas de abastecimiento de agua, depuradoras, instalaciones energéticas, hospitales, se deben de blindar, es otro aspecto olvidado en el decálogo propuesto por el gobierno.
En definitiva, no se puede sorber y soplar a la vez y se debe acometer una profunda reestructuración en estos sectores para poder adaptarse al cambio climático.
Es esencial afrontar la desigualdad a la hora de abordar la crisis climática, ayudar a los más desfavorecidos o apoyar la instalación de paneles solares...
Por otra parte, no se habla del tema de la desigualdad, aspecto esencial, para afrontar a la crisis climática, sabemos que los principales responsables de la crisis son los más ricos, como señala con sus informes anuales Oxfam, con sus emisiones, su modo de vida, con sus decisiones, y las grandes empresas petroleras y energéticas. Y además estos son los menos perjudicados, afectando de una mayor manera la emergencia climática a través de las olas de calor, sequías o inundaciones directamente a las clases más desfavorecidas que son directamente las más vulnerables. Y dentro de estas, a la mujer, la infancia, los ancianos, por lo que es necesario que el pacto de estado analice este aspecto clave de la desigualdad.
Pero hay otros temas también reseñables como la falta de consenso social, también especialmente de la mayoría de la clase media y con menores rentas, que tiene que percibir que la emergencia climática es realmente un tema de seguridad, de protección de la vida; necesita percibir que se pueden y deben de tomar soluciones que le benefician directamente.
Soluciones necesarias para que todo el mundo pudiera instalarse unos paneles solares en casa hasta 3,5 Kw, como sugiere Aliente, ayudarían a que todo el mundo percibiese las ventajas de la transición energética. O ayudas contra la pobreza energética o a la rehabilitación de viviendas a través de aislamientos...
El tema de la participación debe de incorporar a toda la sociedad y debe de estar organizada. Debe de ser amplia y diversa, que incluya a jóvenes, comunidades científicas, sindicatos, movimientos sociales y territorios rurales y urbanos y tiene que ir de abajo a arriba, pero de una forma organizada con consultas, grupos de trabajo, utilizando todos los mecanismos de participación democrática al alcance. Y desde luego no es suficiente con incluir un buzón de sugerencias con un mail para aportar ideas al exiguo documento del gobierno. Son necesarios procesos vinculantes de democracia participativa que garanticen que la ciudadanía, y especialmente las comunidades más vulnerables, tenga voz y voto en las políticas que marcarán nuestro futuro común.
Son necesarios procesos vinculantes de democracia participativa que garanticen que la ciudadanía tenga voz y voto en las políticas que marcarán nuestro futuro común
Hasta ahora, las políticas de adaptación al cambio climático se han quedado en papel mojado, iniciativas tales como la declaración de emergencia climática en el 2020, o las 172 propuestas de la propia Asamblea Ciudadana por el Clima en el 2022 que había convocado el mismo Gobierno. Por ello este plan debe de desarrollarse con presupuestos, planes proyectos y programas y con transparencia e indicadores públicos para que sirvan para una rendición de cuentas futura. No puede permitirse que la implantación de renovables se haga, como ha ocurrido, de forma desordenada y especulativa, sobre suelos protegidos y sin ningún tipo de participación ciudadana ni de los territorios, o que se permitan empresas públicas que siguen aumentando sus emisiones o posibilitándolas como AENA. Realmente, las industrias generadoras de gases de efecto invernadero que no puedan eliminarlos en sus actividades, deberían decrecer, no crecer.
Es cierto que la atomización de partidos con diferentes intereses, los insultos groseros la mayoría de las veces y la descalificación continua en la que ha entrado la política española no apoya mucho que se puedan conseguir este tipo de pactos. Pero es necesario también recordar casos exitosos de políticas públicas; por ejemplo, hace 15 años se tomaron decisiones para que la gente no muriera en las carreteras y se ha bajado su número a valores mucho más razonables.
De la misma manera, las muertes por cáncer producido por el tabaco se ha combatido en gran parte con políticas públicas más o menos consensuadas pero mantenidas en el tiempo. Y lo mismo en la ley contra la enfermedad del ELA o contra el maltrato animal, donde ha habido avances muy sustanciales los últimos años.
Por supuesto faltan otros cientos de temas como el alcohol o la obesidad infantil donde no ha habido acuerdos, pero hay políticas públicas que nos indican cuál puede ser el camino del éxito.
Municipios como Vitoria han sido ejemplo durante décadas de aplicación de políticas de sostenibilidad, se han institucionalizado los acuerdos, y diferentes partidos, incluso con condiciones muy duras como la existencia de asesinatos, siguen esas políticas. El problema es que con la emergencia climática no disponemos de ese tiempo.
El experto geólogo Antonio Aretxabala ha alertado sobre el ascenso acelerado de las temperaturas globales: “en el mundo científico damos por hecho que los 4ºC estarían a la vuelta de la esquina. El mundo entero, su geología, su flora, su fauna y las sociedades humanas intentan adaptarse, pero no hay precedentes de algo tan rápido que no sea un cataclismo. Cuando decimos que vivimos en un nuevo planeta es porque el proceso adaptativo actual no puede seguir los acelerados ritmos de cambio ambientales”.
El Pacto de Estado tiene que reflejar la vocación y el estudio de planes de adaptación (con justicia climática) y que debe incluir políticas públicas para combatir la pobreza energética (no solo frente al frío sino frente al calor), la adaptación de viviendas y la necesidad de refugios climáticos que funcionen las 24 horas del día durante las olas de calor.
Hace un año la mayoría de los grupos parlamentarios (menos uno) firmaron en el congreso de los diputados la iniciativa Mandato por el Clima
Hace exactamente un año la mayoría de los grupos parlamentarios (menos uno) firmaron en el congreso de los diputados la iniciativa mandato por el clima que fue la más reciente manifestación de que la mayoría de los diputados estaba a favor de un gran pacto climático. Mandato por el Clima dio lugar a la Declaración ante el desafío del cambio climático de las Cortes Generales. Dicha declaración se produjo tras una jornada científica que aunó en la sala Cánovas del Castillo del Parlamento español a expertos y representantes políticos el 16 de septiembre de 2024. Es una oportunidad el firmar un paco de estado que trascienda legislaturas y territorios. Debe hacerse y debe llevarse a cabo.
Parece lógico pensar que si la mayoría de la sociedad adopta un gran pacto con todas las administraciones, el poder legislativo, los sectores sociales y económicos, y sobre todo si se lleva a la práctica real -no como ha pasado con todas las declaraciones anteriores-, podremos avanzar hacia un futuro sostenible. Es posible, todavía, diseñar un futuro alternativo al que nos llevan las grandes multinacionales, las guerras o la contaminación sin control. Seamos inteligentes. Diseñémoslo nosotros.
Como decía el maestro Federico Mayor Zaragoza “estamos todos en la misma barca”. Es hora de trabajar juntos. El futuro esta aquí.
Fernando Prieto. Director del Observatorio de Sostenibilidad
Alejandro Sacristán. Divulgador científico