La crisis bovina desatada por la dermatosis nodular contagiosa (DNC), una enfermedad muy transmisible aunque inocua para los humanos, mantiene en vilo a todo el sector ganadero ante el temor de que los casos salten de Cataluña, epicentro con 18 focos de contagio, a otras comunidades autonómicas. Por lo pronto, la propagación del virus ha obligado a sacrificar a 2.500 vacas, restringir el movimiento de 152.000 reses y suspender las exportaciones de animales vivos. En su última intervención, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, ha achacado la llegada de este patógeno al cambio climático. “Las plagas vegetales, pero también las enfermedades de origen o presencia animal, se extienden cada vez más y circulan con mayor facilidad por la elevación de las temperaturas y otras condiciones meteorológicas asociadas”, ha explicado.
La literatura científica sobre la relación entre la crisis climática y la dermatosis nodular contagiosa es bastante escasa y sigue siendo objeto de estudio. Pero con evidencias de que un mundo cada vez más cálido es uno de los factores para que este virus, endémico en África y Oriente Medio, haya llegado en los últimos años a Europa.
Más calor, más insectos, más contagios
Un granjero del Alt Empordà pasea por su explotacion vacía después de haber sacrificado sus 270 vacas.
La enfermedad se transmite principalmente por mosquitos, moscas y garrapatas que actúan como vehículos involuntarios al picar a animales sanos después de haber estado en contacto con individuos infectados. Un insecto que se alimenta de un animal enfermo puede transmitirle la enfermedad a animales sanos hasta seis días después. En el caso de las garrapatas, esa capacidad de transmisión se alarga aún más en el tiempo.
El cambio climático, al aumentar las temperaturas, está permitiendo que estos vectores se vuelvan cada vez más activos, extendiéndose por zonas donde antes no sobrevivían. Además, el clima más cálido ha prolongado el período de actividad de estos parásitos, que antes se limitaba a los meses más calurosos y ahora pueden mantenerse activos casi todo el año. Por tanto, ahora pueden colonizar regiones más frías, incluso con inviernos que antes no permitían su supervivencia.
De un virus desconocido a varios focos en los últimos años
La dermatosis nodular contagiosa se detectó por primera vez en Zambia en 1928 propagándose décadas después por Tanzania, Kenia, Zimbabwe, Somalia y Camerún, entre otros países africanos, con un nivel de mortalidad del 20% en el ganado infectado. Según datos de la Organización Mundial de Sanidad Animal (WOAH, por sus siglas en inglés), a finales de la década del 80 se detectaron los primeros casos en Medio Oriente. A partir de 2012 se diseminó al sureste de Europa, los Balcanes, Rusia y Asia.
Según explica la WOAH, los brotes de dermatosis nodular contagiosa son esporádicos y dependen de los desplazamientos de los animales, de su estado inmunitario y de los patrones “de vientos, lluvias y temperatura” que afecten a las poblaciones de los vectores que transmiten el virus.
El movimiento de animales infectados hacia zonas libres es la principal causa de propagación a larga distancia, aclara este organismo. Su incidencia se incrementa en épocas de mayor actividad de vectores, en los meses de temperaturas cálidas. Por tanto, la nueva realidad climática de Europa, con una temperatura que ha aumentado más del doble de la media mundial en los últimos 30 años, está favoreciendo su diseminación.
El informe sobre el Estado del Clima en 2004 del servicio climático Copernicus y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirmó que esta tendencia se reforzó en 2024, que ha sido el año más caluroso en Europa desde que hay registros. El aumento de temperatura medía ha sido de 0,5ºC por década, mientras que la media en todo el mundo ha sido de algo más de 0,2ºC por década.
La dermatosis nodular contagiosa se convirtió en una preocupación grave en el continente después de que se propagara en Israel (2012), Turquía (2013), Azerbaiyán (julio de 2014), Rusia (julio de 2015), Grecia (agosto de 2015) y más profundamente en los Balcanes durante el transcurso de 2016.
Ese año, la WOAH, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Unión Europea crearon un grupo permanente de expertos para vigilar esta nueva enfermedad, que logró erradicarse casi por completo gracias a la vacunación efectiva y la coordinación regional. Sin embargo, este año el virus reapareció primero en Francia e Italia y luego en España, tres países en donde hasta ahora no se habían reportado casos.
Primaveras más tempranas; otoños más suaves
El Centro de Investigación en Sanidad Animal (IRTA-CReSA) ha sido convocado por el Gobierno de Cataluña para integrar el comité científico que está monitoreando la evolución de la dermatosis nodular contagiosa. Carles Aranda es entomólogo, investigador de este instituto y responsable Servicio de Control de Mosquitos del Baix Llobregat. Su campo de estudio son los virus que afectan a los humanos como la Fiebre del Nilo Occidental, dengue y chikungunya, con penetración en España.
Este patógeno que afecta al ganado es novedoso tanto para él como para la mayoría de los expertos españoles. Explica, no obstante, que las primaveras más tempranas y cálidas y los otoños más suaves “están alargando las temporadas de mosquitos”. Sin embargo, la temperatura es solo un factor. Los mosquitos necesitan agua, por lo que los regímenes de lluvia también son importantes. La desertificación de España, por tanto, podría atentar contra el aumento de las poblaciones de mosquitos.
“La regla de decir que las temperaturas más altas producto del cambio climático favorecen a los mosquitos, no siempre se cumple. Hay que mirar en cada situación qué es lo que pasa”, matiza. En el caso del dengue, el cambio climático incide, pero “más la globalización”, con viajeros que portan el virus, señala Aranda. Por eso, en el caso de la dermatosis nodular contagiosa, la WOAH señala al aumento del transporte transfronterizo de ganado como factor principal.
En estos días, el Colegio de Veterinarios de Badajoz ha advertido que la movilidad habitual del ganado durante el verano por motivos comerciales sumado a la climatología de la región, con temperaturas cada vez más elevadas y condiciones favorables para la proliferación de vectores, convierten a Extremadura en un punto geográfico “muy susceptible” a la llegada de este virus. “Estos factores configuran un escenario propicio para una rápida diseminación si no se adoptan medidas preventivas y de vigilancia adecuadas”, han alertado los profesionales de esta provincia.
Un nuevo patrón de distribución de las garrapatas
Una granja de vacas lecheras en Talavera de la Reina, Toledo
El nexo climático en la proliferación de garrapatas -otro vector de esta enfermedad- está más comprobado por la ciencia. Semanas atrás, la Real Sociedad Canina de España alertó que el calentamiento global está modificando el patrón de distribución de las garrapatas.
Estos arácnidos permanecen activos en zonas del centro y norte del país donde antes no vivían. “Estamos ante un cambio epidemiológico real”, advirtieron los portavoces de este colectivo. “Las condiciones climáticas favorecen la proliferación tanto de las garrapatas como de los flebotomos, vectores de enfermedades graves”, señalaron en un comunicado.
La evidencia científica confirma que las garrapatas han dejado de ser un problema estacional, extendiéndose a nuevas zonas geográficas y convirtiéndose en una amenaza constante para la salud animal. En España, según la última evaluación del Ministerio de Sanidad, el inicio de la actividad de las garrapatas más comunes se ha adelantado un mes con una mortandad menor que en décadas atrás. En Andalucía, Extremadura y el Mediterráneo ahora permanecen activas también en invierno.
Ricardo Mesa, médico veterinario especialista en biotecnología de la reproducción, explica que las temperaturas cálidas aumentan la actividad metabólica de las garrapatas, facilitando su reproducción y crecimiento. En el caso de los bovinos, su comportamiento durante la temporada de primavera y verano también contribuye a la proliferación de garrapatas. En busca de sombra y agua para mantenerse frescos, las vacas tienden a agruparse en áreas específicas, lo que facilita la transferencia de garrapatas entre ellas.
El cambio climático y el intercambio de patógenos
El cambio climático propiciará al menos 15.000 nuevas transmisiones de virus entre especies de aquí al 2070. En un planeta cada vez más cálido, el desplazamiento de los hábitats acercará animales hasta ahora distantes.
A esa conclusión arribó el biólogo Colin Carlson, quien estudia la conexión entre cambio climático y emergencia de enfermedades infecciosas en la Universidad de Georgetown (Estados Unidos), al proyectar cómo el calentamiento global cambiará los hábitats de la fauna silvestre y aumentará los encuentros entre especies capaces de intercambiar patógenos.
La investigación, publicada hace tres años en la revista Nature, revela cómo podrían cambiar las áreas de distribución geográfica de 3.139 especies de mamíferos en respuesta a diferentes escenarios climáticos para las próximas cuatro décadas.
El estudio predice que gran parte de la nueva transmisión de virus se producirá cuando las especies se encuentren por primera vez, en la migración por el aumento de las temperaturas. Proyecta que esto ocurrirá con mayor frecuencia en ecosistemas ricos en especies a gran altura, especialmente en zonas de África y Asia, y en áreas densamente pobladas por humanos, como la región africana del Sahel, India e Indonesia.
No hay ninguna excusa para no actuar (...) Las próximas décadas no sólo serán más calurosas, sino también más enfermas
Suponiendo que el planeta se caliente este siglo unos 2 °C por encima de las temperaturas preindustriales, el número de encuentros entre especies por primera vez se duplicará de aquí a 2070, creando focos de transmisión de virus, señala el trabajo.
“Las próximas décadas no sólo serán más calurosas, sino también más enfermas”, explica Gregory Albery, ecólogo especializado en enfermedades de la Universidad de Georgetown, en Washington DC, y coautor del estudio.
En 2024, la tierra ya se ha calentado 1,5 °C por encima de las temperaturas preindustriales. La migración de especies y el intercambio de enfermedades ya están ocurriendo, señala esta experta: “Está ocurriendo y no se puede evitar ni prevenir, incluso en los mejores escenarios de cambio climático”.
Aunque un aumento de la transmisión de enfermedades es “inevitable”, no hay “ninguna excusa para no actuar”, agrega esta investigadora estadounidense. Los gobiernos y la comunidad internacional deben mejorar el seguimiento y la vigilancia de los animales y de las enfermedades zoonóticas.



