Loading...

Brasil despliega toda su diplomacia para alcanzar un acuerdo en la cumbre del clima

Recta final

El presidente de la conferencia admite que algunos países productores de petróleo se oponen a la eliminación gradual de los combustibles fósiles, frente a los 80 países que reclaman una hoja de ruta con esta finalidad

Una monja posa ante un gran cartel anuncio de la conferencia

PABLO PORCIUNCULA / AFP

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva deberá emplearse a fondo para lograr un resultado aceptable en la conferencia del clima de Belém (Brasil), donde las reuniones con negociadores clave, así como con el secretario general de la ONU, António Guterres, pueden ser determinantes para buscar un acuerdo. Los principales escollos son definir en qué términos y en qué contexto se recoge la idea de crear una hoja de ruta para conducir la “salida de los combustibles fósiles” y si se dan nuevas garantías de financiación climática a las naciones más vulnerables a los efectos del cambio climático.

La cumbre de la ONU, que se celebra en la ciudad amazónica de Belém reúne a delegados de casi 200 países para intentar impulsar la acción multilateral para limitar el cambio climático, a pesar de la ausencia de Estados Unidos, el mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero.

La presidencia de la COP30 difundió el martes un primer borrador de la decisión principal en el que se abre la puerta a que los países elaboren hojas de ruta para la “superación progresiva” de la “dependencia de los combustibles fósiles”.

Los partidarios de una referencia clara al abandono de los combustibles fósiles

Estas referencias fueron consideradas, sin embargo, muy insuficientes por diversas partes, y más de 80 países, entre ellos España, han planteado expresiones más contundentes para lograr una hoja de ruta con “transición justa, ordenada y equitativa” que deje atrás los combustibles fósiles. 

El presidente de la COP30, André Corrêa do Lago, admitió que aceptar una hoja de ruta para la transición hacia las energías renovables suscitó opiniones “muy favorables” y otras “muy negativas”. Para muchos países, esta es una “línea roja” que no debe franquearse; es lo que principalmente piensan las naciones productoras de combustibles fósiles.

El comisario europeo de Clima, Wopke Hoekstra, comentó “nos gusta mucho la hoja de ruta” y que en Europa “tenemos una trayectoria muy clara para afrontar nuestra dependencia de los combustibles fósiles y asegurarnos de avanzar hacia un sistema energético completamente diferente al actual”.

La COP28 de Dubái (2023) ya acordó el abandono gradual de los combustibles fósiles, una decisión que posteriormente fue  considerada “inaceptable” por las naciones productoras de petróleo como Arabia Saudí, hasta el punto de que ese acuerdo no se revalidó en Bakú (Azerbaiyán) el año pasado (COP29).

El ministro de Clima de Vanuatu, nación insular del Pacífico, Ralph Regenvanu, declaró que Arabia Saudita era uno de los países que se oponían, aunque este país no se ha pronunciado. “Creo que va a ser muy difícil... [El pacto] porque tenemos bloqueadores”, afirmó Regenvanu a Reuters.

Manifestantes  en una protesta para exigir justicia climática y protección territorial durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), en Belém, Brasil, el 15 de noviembre de 2025. 

Reuters

Una propuesta que despierta oposición

El diplomático André Corrêa, explica que algunos países productores de petróleo se oponen a la eliminación gradual de los combustibles fósiles, pero recalca que también lo hacen algunos países consumidores. “Algunos países, debido a que el petróleo es una fuente de ingresos muy importante, y otros, porque consideran que aún necesitan usar carbón durante más años, han demostrado claramente que esta propuesta no les resulta aceptable”, declaró Corrêa do Lago.

Irene Vélez Torres, ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, aboga por “sustituir las energías fósiles por renovables”, eliminar los subsidios que reciben estos últimos y “reemplazar las economías extractivas”, como puntos que a Colombia le interesa tratar.

Lee también

El primer borrador de acuerdo

El primer borrador de la propuesta de acuerdo final en la cumbre de Belém (lanzado el martes por la presidencia de la conferencia) se refiere en dos ocasiones a la idea del “abandono de los combustibles fósiles”. Pero ambas alusiones son solo opciones barajadas junto a otras alternativas donde esta idea no sale mencionada y en textos con párrafos larguísimos y muy alambicados. “La propuesta de abandonar la energía fósil entra con calzador, está cogida con pinzas”, dice Marta Torres Gunfaus, directora del programa Climático en el Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (Iddria) francés.

El borrador, eso sí, revalida y confirma el compromiso de los países en su apoyo al Acuerdo de París. “Este es un instrumento válido, otra cosa es que su aplicación sea suficiente…”, añade Torres.

Diversas voces no esperan que de la cumbre salga una hoja de ruta clara para poner fin a los combustibles fósiles. Los países petroleros lo rechazan de plano. Todo se encamina a ver cómo se trabajará en el futuro para implantar y ejecutar los planes de acción (contribuciones determinadas a nivel nacional aprobados por los países) para atenuar el calentamiento.

El asunto central, el fin de los combustibles, sale a colación en este primer borrador, pero como quien coge el rábano por las hojas.

Referencias indirectas al asunto espinoso

En una primera ocasión -párrafo 35- se hace esa alusión cuando se habla de mejorar las contribuciones nacionales de acción climática de los países, y se propone “convocar una mesa redonda ministerial de alto nivel” para apoyar a los países en desarrollo a desplegar hojas de ruta “para una transición justa, ordenada y equitativa, incluyendo la superación progresiva de su dependencia de los combustibles fósiles y la detención y reversión de la deforestación”.

La otra ocasión en la que sale esta expresión es cuando se habla de las opciones sobre cómo acelerar la implementación de las contribuciones nacionales de acción climática. Y, tras referirse a la necesidad de triplicar la capacidad de energía renovable a nivel mundial y duplicar la eficiencia energética para 2030 (asuntos ya acordados), se incluye la idea de “alejarse de los combustibles fósiles en los sistemas energéticos”.

Personas sostienen un globo terráqueo gigante durante la llamada “Gran Marcha Popular” el 15 de noviembre de 2025.

Reuters

Propuesta para presentar nuevos planes de acción climática cada año

Por otra parte, el borrador del texto de acuerdo abre la posibilidad a que los planes de acción climática (contribuciones determinadas a nivel nacional: NDC, por sus siglas en inglés) que elaboran los países se puedan presentar cada año (y no cada cinco años), con el objetivo de fortalecerlos para no superar el umbral de calentamiento de 1,5 °C.

Según el Acuerdo de París, los países deben presentar estas contribuciones cada cinco años, y se requiere que cada actualización de las NDC sea más ambiciosa que la anterior. La primera ronda se presentó en 2020 y la segunda se actualizó en 2025. En Glasgow (CO26), se invitó a los países a aumentar sus objetivos con mayor frecuencia, pero esto era voluntario y casi ningún país aprovechó la oportunidad. Pero el riesgo es que cada vez crezca más la brecha y la meta de 1,5ºC se aleje.

Se busca, por ejemplo, que de esta manera China amplíe su ambición, cosa que parece imposible. China (que ha prometido reducir sus emisiones entre un 7% y un 10% para 2035 respecto al pico máximo que se alcance esta década) se ha mostrado firme en esta conferencia en que no debería haber debate sobre estos planes. Este país, por otra parte, suele presentar siempre resultados de sus planes que mejoran las promesas.

Activistas y muchos países creen que esperar tanto tiempo para luego se les diga que las contribuciones son insuficientes supondría una pérdida de tiempo aún mayor y, en la práctica, el fin del objetivo de 1,5 °C.

Acelerar la acción sin esperar a los planes cada cinco años

Otra opción recogida en el borrador para actuar con mayor rapidez es echar mano al “acelerador global de la implementación”, una iniciativa novedosa, también voluntaria, destinada a fortalecer la cooperación internacional y apoyar a los países a implementar sus contribuciones determinadas a nivel nacional”. “Se trata de que los países actúen haciendo proyectos ejecutivos continuos, sin necesidad de cinco años para elaborar las NDCs”, dice Torres Gonfaus.

Una tercera opción recogida es la llamada “Hoja de Ruta de Belém hacia 1,5 °C», un procedimiento asistido por la presidencia para conducir una mayor ambición, resolver las carencias en los planes de acción, identificar oportunidades y establecer las medidas necesarias para encaminar al mundo hacia el cumplimiento de los objetivos de París.

El segundo asunto controvertido: las finanzas de nuevo

Las finanzas son el segundo gran asunto espinoso. El año pasado, en Bakú (Azerbaiyán, COP29), la conferencia acordó que los países desarrollados movilizarían 300.000 millones de dólares para el año 2035 para ser destinados a las naciones en vías de desarrollo, con el fin de que pudieran hacer frente a la mitigación y adaptación al cambio climático. Pero esa suma queda lejos de las estimaciones hechas por los expertos sobre las verdaderas necesidades, cifradas en 1,3 billonea (con b) ese año. Por ello, algunos grupos de países en desarrollo han propuesto reabrir este debate, para obtener nuevas garantías de las naciones ricas de que proporcionaran financiación al mundo pobre.

Los países más pobres se movilizan para lograr un resultado contundente.

La demanda de las naciones en desarrollo

“Queremos ambición en materia de financiación. Queremos ambición en materia de adaptación. Queremos ambición en la transición”, declaró Jiwoh Abdulai, ministro de Clima de Sierra Leona. “Y queremos garantizar que vivamos en una senda sostenible, no solo para esta generación, sino también para las futuras”.

Los países ricos ven en esta discusión una trampa, pues se les sigue atribuyendo la responsabilidad en exclusiva de la financiación manteniendo un esquema de reparto basado en la división de países de 1992 (en virtud de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, tratado que dio origen al Acuerdo de París de 2015), que considera desfasadas. Argumentan que esta división ya no es aplicable, y otros deben contribuir, dado que países como Arabia Saudita, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos se han enriquecido gracias a sus recursos petroleros, y economías prósperas como Corea del Sur y Singapur tienen un PIB per cápita superior al de los Estados miembros de la UE.

'Perfomance' de protesta contra la insuficiente financiación climática

Reuters

El polémico 'arancel verde' de la UE; el impuesto al carbono en frontera

El comercio también es el tercer motivo de controversia, ya que China y muchos países en desarrollo rechazan los “aranceles” verdes de la UE. Este es el llamado Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono, que impondrá a partir del 1 de enero de 2016 un cargo a las importaciones de bienes con altas emisiones de carbono ( hierro, acero, aluminio, los fertilizantes y el cemento), cuando provenga de países con escaso control ambiental. 

China argumenta que el precio del carbono de la UE es demasiado elevado, y los países más pobres temen verse injustamente perjudicados por esta barrera. 

De hecho, el debate sobre los perjuicios ocasionados por las políticas climáticas sobre terceros países (por ejemplo, el daño económico que supone para los países petroleros las medias para desacoplarse de la energía fósil) suele reaparecer en estas cumbres. Aunque este impuesto de la UE ha sido el foco de descontento, existen numerosas discrepancias comerciales en el mundo en desarrollo.