Las cementeras intensificarán el uso de residuos para sustituir el combustible fósil y reducir CO2

Acción climática

Las empresas se ha propuesto que los desechos de diverso tipo aporten el 60% del combustible en cinco años para atenuar su impacto climático

Interior de la planta cementera Lafarge Holcim. Montcada i Reixach. Foto Gemma Miralda.

Interior de la planta cementera Holcim, en Montcada i Reixach.

LV

La industria cementera española, que arroja a la atmósfera el 5% de las emisiones de efecto invernadero del país (el 8% a nivel mundial), tiene previsto intensificar el uso de residuos en el contexto de sus planes para reducir sus emisiones de CO2. Así lo indica su estrategia a largo plazo que está siendo actualizada.

El esfuerzo de descarbonización (de reducción de  emisiones de CO2) deberá ser enorme en el sector del cemento en los próximos años. Las políticas de protección del clima sitúan como horizonte la ambiciosa meta de lograr un balance de emisiones netas 0 para mitad de siglo. Pero el camino para lograrlo será complicado.

Dos focos, pero el proceso para descomponer la piedra caliza genera emisiones hoy muy difícilmente evitables

Las elevadas emisiones de CO2 en las fabricas cementeras se producen en dos focos principales.

Una parte de las emisiones son inherentes al proceso de producción cuando la piedra caliza se debe descomponer para extraer el CO2 y producir el clínker. Esta reacción química origina aproximadamente el 60% de las emisiones de CO2 y son difíciles de evitar. 

El otro gran foco de emisiones de CO2 se debe al empleo de combustibles fósiles para la fabricación de clínker (el material base para obtener el cemento). Y es aquí en donde la industria se está volcando para reducir el uso de esta energía fósil, generalmente coque de petróleo.

Por eso, las acciones más inmediatas y relevantes se van a centrar en incrementar el uso combustible derivado de residuos (urbanos, así como biomasa vegetal, harinas cárnicas, lodos de depuradora o neumáticos fuera de uso) como sustituto del combustible fósil (coque de petróleo). En el conjunto de España -de media- un 41% del combustible empleado son residuos, mientras que en las cuatro cementeras catalanas el porcentaje asciende al 48%. 

Aunque el uso de residuos ha sido cuestionado por sectores ecologistas y plataformas de ciudadanos que viven cerca de estas instalaciones (temerosos de las emisiones contaminantes), el sector cementero defiende esta opción, muy consolidada en países como Alemania, Bélgica, Noruega o Suiza. “Queremos alcanzar los niveles de estos países”, señalas fuentes del sector. El combustible CDR es proporcionado por los ecoparques (donde se clasifica y preparan los residuos urbanos) y otros gestores autorizados de residuos industriales.

Algunas instalaciones europeas han dejado de utilizar completamente los combustibles fósiles, y ésta es también nuestra meta

Dimas VallinaDirector gerente de la Fundación Laboral del Cemento y el Medio Ambiente

“Algunas instalaciones europeas han dejado de utilizar completamente los combustibles fósiles, y ésta es también nuestra meta”, explica Dimas Vallina, director gerente de la Fundación Laboral del Cemento y el Medio Ambiente, que ha organizado en Barcelona una jornada para analizar los avances en este camp. El uso de combustibles derivados de los residuos urbanos fue del 40% en el año 2022; y los objetivos son alcanzar el 60% en 2030, el 75% en 2040 y el 90% en el 2050.

La estrategia de descarbonización que desarrolla el sector incluye también el empleo de materias primas alternativas (para aminorar esas emisiones en el proceso para descarbonatar la caliza), lo que da pie a la entrada de lodos de industrias papeleras o residuos de la construcción y demolición. “Actualmente, están en marcha distintos proyectos para utilizar distintas materias primas descarbonatadas”, añade Dimas Vallina. Ahora estas materias primas alternativas suponen el 6,2% y en futuro se irán ampliando hasta el 10% en el 2040, entre otros hitos que ha sido marcados.

El uso de energía eléctrica renovable, inversiones en eficiencia energética, cementos con menos contenidos en clínker y hormigones con menos huella en carbono son otros de los campos en los que se está actuando para reducir emisiones. “Estamos demandando a las administraciones que tenga en cuenta todo eso en sus criterios para las compras de productos y servicios verdes, para que estos productos tengan una adquisición preferente”, añade Dimas Vallina.

La solución definitiva depende de las tecnologías de capturas y almacenamiento de CO2 bajo tierra

“Aunque se activen todas estas iniciativas para reducir emisiones, si no se desarrollan las tecnologías de captura, almacenamiento y uso de CO2, no se podrá lograr la neutralidad climática en 2050” (el balance de emisiones netas cero para finales como se deriva del cumplimiento del Acuerdo de Paris), dice Vallina.

La solución definitiva para evitar que las cementeras sigan arrojando grandes cantidades de CO2 a la atmósfera pasa por la implantación de tecnologías de captura, almacenamiento y uso de ese CO2. “Estas tecnologías ya están maduras, lo que ocurre que en el caso de España a diferencia de otros países europeos no hay todavía un marco jurídico claro”, dice Dimas Vallina.

La esperanza es encontrar un almacenamiento geológico profundo, con el ánimo de que la inversión pueda ser compartida, ya que parece inviable que cada empresa instale su propio sistema, pues se estima que el coste rondaría los 250 millones de euros, una cifra superior a la de levantar una nueva planta.

Por otra parte, según el sector cementero, es necesario que la Administración conceda permisos de análisis geológico y conforme el marco jurídico que debe impulsar esta actividad. “Creemos que estas tecnologías van a cobrar protagonismo a partir de 2030”, añade.

El pacto entre Molins y Enagás

Mientras tanto, la empresa Molins ha llegado a un acuerdo de colaboración con Enagás para impulsar la candidatura para poder financiar (con fondos de innovación) el llamado proyecto Mosusol NetCO2 para integrar las tecnologías avanzadas de captura, transporte, uso y almacenamiento de carbono. El objetivo es descarbonizar esta industria.

El proyecto prevé la captura de un millón de toneladas de CO2 en la planta de Molins en Sant Vicenç dels Horts para ser transportadas por gasoducto (‘ceoducto’) para su potencial producción de combustibles verdes y el presupuesto estimado es de 590 millones de euros. Las cantidades de CO2 generadas obligarán lógicamente a ser inyectado en el subsuelo. Falta ver dónde. Un estudio del Instituto Geológica y Minero identificó en 2011 más de 100 lugares potenciales almacenamiento en España.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...