Con la llegada del invierno y la bajada de temperaturas, las heladas en muchos lugares son una constante. A pesar de que es un efecto común de las temperaturas bajo cero, el hielo en las carreteras supone un gran riesgo tanto para los conductores como para los peatones. Por esta razón, disminuir la temperatura de congelación del agua a través de la aplicación de sal es una solución eficaz para evitar accidentes. Al echar sal en el asfalto, se evita que la carretera se hiele permitiendo que los neumáticos de los vehículos mantengan su adherencia eficaz a la superficie. En el año 2018, nada menos que un 7% de la producción de sal de España se destinó a las carreteras. Sin embargo, los profesionales alertan de un peligro al que nos exponemos y que, a menudo, pasa desapercibido: el impacto de la sal en el agua potable.
Efectos de la sal en el agua potable
A pesar de que la sal en las carreteras en la época invernal evita una gran cantidad de accidentes, los expertos coinciden en que el uso excesivo de la sal puede acarrear efectos negativos tanto para el agua potable como para la biodiversidad. Desde Red Emprendeverde, iniciativa de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, advierten que “la sal puede incrementar la acidez del agua y provocar efectos similares a los de la lluvia ácida”. Más allá del riesgo sobre el agua potable, la sal masiva también puede tener consecuencias ambientales desastrosas. Desde Red Emprendeverde destacan los impactos negativos sobre “el suelo, el agua y algunas especies sensibles”.
Según Inside Climate News, Estados Unidos utiliza aproximadamente 25 millones de toneladas de sal en las carreteras cada año. La mala noticia es que, según indican desde este portal especializado, gran parte de la sal termina en los ecosistemas de agua dulce, aumentando la salinidad del agua y alcanzando niveles tóxicos tanto para los humanos como para el resto de seres vivos. Esta acumulación de sal en ríos y lagos afecta la biodiversidad, poniendo en peligro especies que no están adaptadas a altos niveles de salinidad.
Los expertos coinciden en que la solución pasa por reducir el uso de la cantidad de sal que se usa en las carreteras. Sin lugar a dudas, es esencial encontrar un equilibrio entre la prevención de accidentes y la protección del medio ambiente.

